¿Cómo controla internet lo que comemos en un restaurante?

04 / 02 / 2018
POR Kike Adela

Internet y las redes sociales cambiaron la gastronomía hace tiempo, pasando por blogs de recetas, youtube, pinterest, tumblr o por supuesto Instagram, no hay esquina en la red donde no haya comida o gatos.

Pero la comida tras la pantalla va mucho más allá de lo recreativo, los cocineros profesionales tuvieron que ponerse las pilas, crear una web para sus restaurantes e incluso unirse a las redes sociales. Y aunque quizás el dueño del “Bar Pepe” no se preocupe por los likes (a no ser que se trate de una vermutería hipster), la realidad es que ser #instafamous entre fogones también es importante.

Atrás quedan los años en los que los comentarios de boca en boca eran la única manera de descubrir un buen restaurante, o cuando los críticos gastronómicos gozaban de ser un ente temido que decidía la suerte o la desgracia de un local. Ahora todo a cambiado, vivimos en la era TripAdvisor.

Para buscar un restaurante, sacar el móvil y pedirle a Siri dónde podemos comer es nuestro “modus operandi”. Ya no hay que ojear si hay gente haciendo cola en la puerta o dar mil vueltas para encontrar un sitio abierto, esta plataforma despliega scroll tras scroll un listado de establecimientos perfectamente organizados por categoría, localización, disponibilidad y sobretodo, estrellas.

Si por algo destaca este servicio es por su sistema de “ranking”, que ha cambiado incluso nuestros patrones de consumo. Tener un buen posicionamiento en la aplicación puede condicionar el éxito de un local y los comentarios negativos se han convertido en la peor pesadilla para los propietarios, así como en la mejor arma para los comensales disgustados.

Pero hecha la ley hecha la trampa, si TripAdvisor es el primer mandamiento ante el éxito online de un restaurante, ¿porqué no aprovecharse? Algunos establecimientos contratan servicios como los de Oobah Butler, un escritor que empezó su carrera en una plataforma que vendía reseñas falsas a 10€ por opinión. Él mismo comprobó como el posicionamiento de quienes contaban con sus textos subían escalón tras escalón en la plataforma, y consciente de su estrategia se cuestionó, ¿podría posicionar un restaurante sin servir un solo plato?

En Abril de 2017 quiso encontrar la respuesta y nació “The Shed at Dulwich” un restaurante ficticio que consiguió introducir en la web de reseñas. Tras pasar los requisitos de verificación, se colocó en el puesto 18.149, pero a base de elaborados comentarios y fotos de incomestibles trampantojos con buena pinta, avanzó rápidamente entre los 10.000 mejores, y en tan solo 4 meses conquistó el top 200.

Uno de los postres del ficticio restaurante. Por Chris Bethell.

Con el tiempo, el interés de los comensales por visitar el local creció; mails, llamadas y mensajes con la intención de conseguir una mesa abarrotaban el móvil de prepago con el que había podido verificar la identidad del restaurante.

Entre excusas para evitar reservas, el 1 de noviembre Oobah había conseguido lo tan buscado por muchos: su establecimiento ficticio era el número 1 en el ranking de locales de Londres, una de las ciudades más grandes del mundo.

El mismo postre con los produtos reales de su preparación. Por Chris Bethell.

Seas o no devoto usario de la plataforma, está claro que internet ha trastocado nuestra experiencia ante los restaurantes, desde el singular intento de reserva en un restaurante ficticio como “The Shed at Dulwich”, hasta el más común plato frío por estar haciendo una foto cenital para Instagram.

#VeinFood