Lucía Bailón: «No pasa nada si tu autoestima no está al 100%»

28 / 08 / 2020
POR María Leache

Hablamos con la autora de ‘COMPLEJOS’, un proyecto fotográfico que comparte discursos reales sobre la libre relación de cada persona con su propio cuerpo.

Ya ha pasado un tiempo desde que aparecía en escena el body positive. Un movimiento social que, en contra de los cánones de belleza establecidos, abogaba por dar visibilidad a todos los tipos de cuerpos. Desde entonces, muchos se han sumado a esta nueva tendencia que, en algunas ocasiones solo ha servido como un lavado de cara para ciertas marcas. Sea como fuere, este reciente discurso defiende que nos tiene que gustar -y debemos querer- nuestro cuerpo tal y como es. Por lo que, aunque el mensaje haya cambiado, la presión social por ser o sentirse de un modo en concreto no lo ha hecho tanto.

En ocasiones, querer nuestro cuerpo tal y como es no es una tarea sencilla. Hay partes de él que no nos gustan, y no lo van a hacer por mucho que nos digan que otros las consideran bellas. Tenemos que aceptarlas sí, pero eso no significa que nos tengan que agradar. Esta reflexión es el germen de ‘COMPLEJOS’, un proyecto fotográfico colaborativo que pretende dar voz a todas aquellas personas que conocen y, sobre todo, aceptan sus complejos sin que dicha aceptación se traduzca necesariamente en gusto o estima. Creado por Lucía Bailón, no pretende ser un manifiesto de testimonios por la autoestima. Más bien puede considerarse como un espacio en el que cada participante puede contar su historia. Todas esas situaciones y sentimientos que le han llevado a tener una relación sana, honesta y profunda con su propio cuerpo.

Hablamos con Lucía sobre el proyecto, el significado de los complejos y la importancia de profundizar en ellos. 

‘COMPLEJOS’ se define como un proyecto fotográfico sobre la libre auto relación física, ¿cómo surge?

La idea del proyecto surge después de ver un vídeo, cuyo discurso giraba en torno a los complejos de un grupo de mujeres y a que deberían  gustarse tal y como son “porque para otros son preciosas”, literalmente decían eso en un punto del vídeo y lo lanzaban como un mensaje global. No sólo con este vídeo en concreto, en general siempre me han rechinado mucho los discursos, o más bien lemas, que hablan de la felicidad y la autoestima como caminos fáciles de recorrer. Obviamente estoy muy a favor de trabajar el estar en paz con una misma, tanto física como mentalmente, pero mi impresión es que, después de haber estado recibiendo una presión enorme desde muy jóvenes sobre cómo debería ser nuestro aspecto, nos cae de golpe el mensaje contrario, un nuevo estado al que aspirar, que puede resultar también muy frustrante, porque cualquiera que haya empezado a trabajar la relación con una misma, sabe que no es tan fácil como mirarse al espejo y decirse “soy preciosa tal y como soy”. No se pueden reducir las experiencias e historias de cada una, con sus diferentes magnitudes, a un solo método que elimina por completo la exteriorización de situaciones traumáticas y el discurso personal. Es como decirle a una persona deprimida que se anime, que la vida tiene muchas cosas bonitas. Ya lo sabe, pero su percepción, en ese momento concreto, no es esa. Con todo este cúmulo, pensé en que me gustaría documentar con mi cámara y las palabras propias de otras personas, otro tipo de  discurso. No hacer otro manifiesto sobre cómo deberíamos sentirnos, sino sobre cómo nos sentimos de verdad, y lo más importante, por qué. Quiero que llegue el mensaje de que no pasa nada si tu autoestima no está al 100%, de que tenemos derecho a recorrer nuestro propio proceso con sus luces y sombras, a nuestro propio ritmo.

¿De qué manera nacen los complejos?

Uy, es muy difícil responder a eso, necesitaríamos contar con muchos casos concretos y de ahí ir quitando capas y capas hasta que veamos qué tienen en común. Por lo que yo he visto hasta ahora, podemos hablar de patrones familiares, situaciones personales/traumáticas, conflictos sin resolver que se focalizan en un complejo a modo de símbolo… Desde un punto de vista más social, más que la idea de un modelo de belleza, que en realidad son modas que cambian constantemente, yo diría que hay un mensaje muy instaurado de que tengas la relación que tengas con tu aspecto, está mal: está mal si no respondes al canon de belleza de turno, pero es que ahora también está mal si no te llegas a querer tal y como eres y cuando una persona está a gusto en su piel, se ha trabajado y se siente segura, se la juzga como creída, soberbia…forman parte de una serie de aspiraciones, junto con otras, como puedan ser las laborales o económicas, que no tienen techo. Aunque pensemos que nos venden un modelo concreto, si lo observas bien, no es tanto eso, como una idea más cruel que se basa en que lo que tú eres no vale o no es suficiente, siempre vas a poder estar mejor, aunque llegues al tope que te vende una marca, siempre aparecerá otra que diga que se puede más, lo cual en sí es una idea muy capitalista y como tal genera volúmenes muy bestias de consumo en torno a la estética. Seas como seas, encajes más o menos en una belleza heteronormativa, siempre hay un mensaje de que estás mal: demasiado gorda, demasiado delgada, demasiado maquillaje, mala cara, ojeras…

Cuando una parte de nuestro cuerpo no nos gusta, tendemos a ocultarla y evitamos hablar de ello. ¿Es importante exteriorizar nuestros complejos?

Más que exteriorizar yo diría normalizar. El grado de comodidad y confianza que tengamos con nosotras mismas como para exteriorizar nuestros puntos más vulnerables, es diferente en cada caso. Me parece importantísimo el autoconocimiento como primer paso y ya de ahí podemos ir explorando y descubriendo qué nos puede ayudar a estar mejor. Exteriorizarlo puede ser muy liberador, pero creo que, dependiendo de la gravedad del asunto tampoco puede ser un método como tal, hace falta un trabajo introspectivo previo y estar en un momento en el que puedas gestionar los sentimientos que esa exposición genere.

¿Cómo nos puede ayudar ponernos delante de una cámara sin ocultar todo aquello que nos acompleja?

A veces me han dicho que es un proyecto muy terapéutico. A mí esa palabra me da mucho respeto, me lleva a significados y resultados muy grandes que, honestamente, no sé si el proyecto cumple. Tanto para mí como para las personas que han participado, creo que es algo muy simbólico, es muy significativo el exponer públicamente esa parte que no te gusta, ser capaz de verla e identificar lo que nos provoca el hacerlo, saber que lo va a ver mucha más gente y además acompañarla de una explicación, ponerle significado concreto a lo que esos complejos nos provocan. Creo que a nivel individual es liberador y a nivel grupal es un empujoncito hacia darnos cuenta de que todos arrastramos ciertas debilidades y estamos más cerca de lo que pensamos los unos de los otros. El feedback que he recibido de las personas que han participado es muy bueno, creo que ellas podrían contestar mejor que yo a esto porque quizá a supuesto cosas de las que yo no soy consciente.

Compartiendo con el mundo cuáles son nuestros complejos, ¿no estamos dejando ver nuestro punto débil y facilitando que nos juzguen por ello?

Sí, estamos dejando ver un punto débil, pero creo que precisamente lo que enseñan los textos es a no juzgar el cómo pueda sentirse alguien consigo mismo, porque nunca sabemos qué hay detrás. Es curioso porque está muy mal visto criticar a alguien por su aspecto (lo cual me parece estupendo) pero nos permitimos hacerlo por cómo se sienta, es algo que hacemos sin darnos cuenta, podemos pensar “pero qué complejo va a tener esta chica” de alguien que entre dentro de lo que consideramos belleza heteronormativa. Por eso los textos me parecen fundamentales dentro del proyecto, porque sé que al ver las fotos puede haber pensamientos de ese tipo, y las palabras de la gente que participa, de alguna manera, dan un toque de atención, te hacen consciente de tu propio prejuicio y de que al final lo que vemos es una parte diminuta de un todo muy grande. Sobre si hay gente que aún leyendo los textos se permite cuestionar cómo debe o no sentirse alguien, también los hay, he escuchado respuestas que me dejan un poco a cuadros pero también pienso, da igual, no has entendido nada.

En muchas ocasiones, cuando rechazamos una parte de nuestro cuerpo y lo hablamos con alguien, solemos recibir respuestas como “no deberías acomplejarte por eso”, “para otra persona eso es bello” o el clásico “debes quererte tal y como eres”. ¿Tenemos que querer nuestros complejos?

Las imposiciones me cuestan mucho, especialmente si se refieren a lo emocional, me suenan a pildorita milagrosa que en realidad no hace nada. Son comentarios que hemos hecho y hemos recibido todas, estoy segura que desde el amor y la mejor intención posible. Ojalá fuese tan fácil, pero lo cierto es que no, y determinadas coletillas como las que dices, no deberías, deberías, tienes que… quizá no es lo que una persona que está exteriorizando sus sentimientos necesita oír, quizá sólo hay que escuchar y no emitir opinión ni juicio. Es muy delicado y sé que hay casos muy extremos donde la pasividad total no es una opción, por ejemplo, en caso de que esos complejos estén derivando en trastornos o comportamientos autodestructivos, pero confrontar o contradecir a alguien sobre lo que siente puede ser muy contraproducente. Hay que dar espacio y validez a lo que la otra persona exprese, aunque no lo lleguemos a entender. Puede ayudar más un “¿por qué te sientes así, quieres hablar de ello?” que un “¡pero qué dices, no estás gorda!” Yo cambiaría el “debes quererte tal y como eres” por “para aceptarte tal y como eres,  atravesarás un camino lleno de subidas, bajadas y momentos muy duros, pero al final estarás más o menos en paz” como lema es un desastre, pero está mucho más cerca de un proceso real.

Para poder aceptar esas partes de nuestro cuerpo que menos nos gustan, ¿es importante pasar antes por un sentimiento de rechazo, duelo y dolor?

Me cuesta trazar el cómo pueda ser un proceso de autoaceptación, porque los casos pueden ser muy diferentes y no soy ni psicóloga ni una experta, sólo podría hablar con certeza de mi propio proceso, que es el que de verdad conozco. Yo soy muy fan de hablar de lo que duela, me parece muy importante, hablar y buscar ayuda, del tipo que se necesite. No sólo con los complejos físicos, en general tengo la sensación de que sigue habiendo mucho rechazo a los discursos y las situaciones no “luminosas” y de que se intentan solucionar de manera rápida, cuando son problemas con muchas capas. Desde lo poco que sé, si alguien me preguntase cómo empezar ese proceso le diría, habla, tira del hilo, escribe sin censura, deja que lo que esté reprimido vaya saliendo y busca ayuda psicológica si sientes que lo necesitas para gestionarlo. Y no tengas prisa.

Desde junio de 2019, ‘COMPLEJOS’ ya cuenta con la participación de 25 personas. Siendo un acto tan íntimo el de ponerse delante de tu objetivo y hablar sobre su relación con su cuerpo, ¿esperabas tanta participación?

De hecho hay más, aunque con la pandemia y el verano de por medio las sesiones han estado más paradas, creo que a día de hoy hay cerca de cuarenta participantes si cuento los que ya están terminados y los que quedan por hacer. Antes de empezar el proyecto sí que me preocupaba un poco que no se moviese, o que el tema no interesase, pero empezó a moverse fácilmente y de momento sigue siendo así. No sólo me hace ilusión por el proyecto, a nivel personal es muy enriquecedor y esperanzador estar en contacto con gente que vive muy consciente de sí misma. La idea es hacer cien sesiones así que cruzo los dedos para que siga rodando.

¿Crees que cada vez la gente es más libre para hablar de sus complejos?¿O la sobreexposición que tenemos hoy en día, gracias a las redes sociales, provoca que queramos ocultarlos más que antes?

Creo que durante los años que llevamos usándolas, las redes han conseguido crear una falsa sensación de transparencia que empieza a desaparecer. Yo siempre lo comparo con Photoshop: Hace años nos parecía real, pero ya hemos perdido esa inocencia, sabemos que hay mucha producción detrás orientada a que la imagen de ‘x’ persona parezca perfecta. Está pasando lo mismo con el mundo redes, aunque la exposición sigue siendo bestial, para mucha gente ya no cuela como reflejo real de la vida y la psique de quien sea. A muy corto plazo, la sobreexageración y manipulación de la parte de vida que exponemos, es completamente nociva, tanto para el que la publica como para el que la recibe, crea picos emocionales y estados de ansiedad que no somos capaces de asimilar, porque además son estímulos muy rápidos y efímeros. No sé si la gente nos sentimos más libres para hablar de nuestros complejos, o sencillamente estamos agotados de todo ese circo y vemos mucho más real y liberador el mostrarnos y decir, pues mira, aquí hay una parte de mi mochilita de mierda, y qué pasa.

Las personas que quieren participar se ponen en contacto contigo y, después, ¿cómo es el proceso creativo?

Siempre hay una reunión previa, porque la mayoría de las veces no conozco a la persona y ni se me pasa por la cabeza trabajar un tema tan sensible sin haber tomado un primer contacto antes…me hace gracia porque a casi todo el mundo le da vergüenza que le hagan fotos, pero si les preguntas a muchos fotógrafos (y me incluyo) también hay un proceso de perder la timidez cuando las estás haciendo, hasta que estás cómoda del todo con la otra persona.  Les cuento un poco, y me cuentan, es importante para las dos partes que estemos cómodas. Cuando empecé me planteaba más el dónde hacer las sesiones, si tenía que pensar en algún escenario especial…pero la verdad es que a medida que ha ido avanzando la cosa, se ha simplificado mucho todo. Lo que más me preocupa es que el o la retratada estén a gusto y se vean reales en el retrato. Los textos que escriben son 100% creación suya, yo no intervengo para nada ni son ilustrativos de la foto, son dos procesos diferentes que luego se publican juntos. Me gusta mucho trabajar en la casa de quien vaya a fotografiar siempre que se pueda, porque las luces y espacios interiores me parecen mucho más íntimos, me gusta que, ya que nos está contando su historia, hagámoslo desde su territorio. No me preocupa tanto conseguir imágenes y textos hiper explícitos como crear un espacio íntimo del que te sientas parte al ver las fotos y leas los textos, que el conjunto se vea honesto.

Con respecto al texto en el cada participante cuenta su historia, ¿cuál ha sido la que más te ha impactado? 

No sé si diría que me han impactado unos más que otros,  me han provocado reacciones muy diferentes pero muy intensas en todos los casos, me han hecho sentir muchísimas cosas porque todas hablan desde una verdad muy profunda. Hay algunos que no puedo leer sin llorar, otros que me han hecho reír, otros con los que empatizo mucho… Quizá los que más me chocan, por ser una situación muy alejada a nada que yo haya podido vivir , son los que tienen que ver con enfermedades o lesiones que han dejado marcas físicas, no puedo evitar verlo como una doble batalla, y ellas cuentan y escriben cosas muy duras con mucha honestidad y vulnerabilidad, pero a la vez con una fuerza que me emociona mucho.

Después de tantas personas que se han atrevido a hablar abiertamente de sus complejos, ¿has podido detectar patrones comunes?

Pues…en las mujeres me cuesta más, porque los complejos pueden ser prácticamente de todo, cualquier parte del cuerpo o incluso estados y reacciones del mismo que no podemos controlar, como el sudor, pueden convertirse en motivo de vergüenza y complejo. Respecto a los hombres, los pocos que han participado, o con los que he hablado aunque no hayan terminado participando, hay un nexo más común que gira en torno a no sentirse identificados con la idea de masculinidad, el no encajar en las aspiraciones rudas y duras que supuestamente deberían tener. Lo que sí tienen todas en común es un trabajo previo, nadie viene de nuevas como si el proyecto fuese una iniciación hacia un camino, todas han hecho ya un peregrinaje interno que se nota en la madurez con la que abordan todo el proceso de trabajo. Puede que mediante vaya aumentando las sesiones, pueda identificar patrones más concretos.

Tras la bonita acogida de ‘COMPLEJOS’, ¿tienes algún nuevo proyecto en mente?

De momento voy a seguir con este, faltan muchas sesiones por hacer, otras por repetir, intentar conseguir un espectro más amplio de participantes…Cuando empecé era bastante más impaciente e intransigente con los tiempos, pero si algo he aprendido en el confinamiento es que hay mil factores que no podemos controlar, y no me refiero sólo a factores externos (como el propio confinamiento) hablo también de los ritmos personales: a veces estás en racha, y otras estás cansada, saturada, o sencillamente no es el momento, y creo que no es buena idea forzarse. Ahora me lo tomo con más calma, lo que quiere decir que va para mucho más tiempo del que creía. He aprendido que me gustan los ritmos lentos en todo y que necesito que mi energía no esté repartida en demasiadas cosas a la vez. A veces por presión social e ideas de productividad constante parece que siempre tenemos que tener algo en mente, adelantarnos al siguiente trabajo cuando no hemos terminado el que estamos haciendo. Sé que hay gente que puede no verlo así, pero de verdad creo que estamos en un momento en el que necesitamos bajar el ritmo, crear más despacio, siendo más conscientes de lo que hacemos y darnos tiempo para digerirlo.