Ser influencer: ¿el sueño del americano medio?

02 / 12 / 2019
POR Peña Fernández

Según un estudio, esta nueva figura es una opción profesional considerada por el 86% de los jóvenes y es, además, un factor a tener en cuenta en las dinámicas de las empresas y hasta de las fuerzas políticas para la obtención de resultados.

Ilustración de Cecilia María

Instagrammer, blogger, youtuber…  ser influencer : aquel que destaca en las plataformas digitales divulgando contenidos relacionados con el ámbito de la moda, de la cosmética, de la alimentación, de la salud … mostrando en mayor o menor medida su propia realidad.

No cabe duda de que con la llegada de internet y, sobre todo, de las redes sociales, el concepto de trabajo y de comunicación ha dado un giro radical y ha cambiado nuestros esquemas con respecto al futuro, teniendo un mayor impacto en los más jóvenes.

La figura del influencer se ha convertido en una verdadera profesión y no una cualquiera sino la más deseada, pues según una encuesta realizada por Morning Consult, el 86%  de los jóvenes americanos estaría más que dispuesto a probar suerte en este ámbito.

El deseo de dedicarse al mundo de las redes viene potenciado por el creciente interés de las diferentes compañías en realizar sus campañas publicitarias a través de estas plataformas haciendo uso de las caras más conocidas o del perfil, que siguiendo objetivos comerciales, cumple en mayor medida los requisitos establecidos. De hecho, un 61% de los encuestados afirma hacer voluntariamente publicaciones sobre ciertas marcas incluso sin percibir ninguna compensación económica.

El ámbito político también ha comprendido el alcance de la importancia de este nuevo rol y ha empezado a hacer uso de este para conseguir un mayor numero de votantes.

Y es que visto desde nuestras pantallas, viajar y tomar unas cuantas fotos con tus mejores outfits, maquillarte con los mejores productos recibidos de forma gratuita o cenar en un excelente restaurante para promocionarlo, y ser pagado por ello no suena nada mal. Por supuesto, este trabajo implica mucho más esfuerzo de lo que llega a trasmitirse y no todo es  tan atractivo como lo que queda recogido en imágenes, a veces supone llevar un ritmo de vida frenético o estar preparado para asumir las críticas. Aún así, la parte más dura no parece representar un impedimento, pues las ventajas, como el estilo de vida glamuroso o la popularidad, que se desprenden en las imágenes parecen ser suficientes para inclinar la balanza y estar encantados con la idea de formar parte de la plantilla de los “expertos en tendencias”.

Es tal el interés que suscita, que se está construyendo toda una maquinaria alrededor de estos rostros del mundo digital. Un ejemplo de ello es el lanzamiento de estudios, e incluso de instituciones, relacionados con esta figura, como es el caso del Condé Nast Social Academ (dirigida por Riccardo Pozzoli, fundador junto a Chiara Ferragni de “The Blonde Salad”, ejemplo pionero del éxito en las redes) con sus cursos para convertirse en influencer de éxito.

Lo que es cierto es que los jóvenes, y no solo, pasan cada vez más tiempo online y la figura del influencer como opción profesional está más que consolidada y aunque no se puede predecir su futuro ni la dirección que tomará, por ahora se proclama como una de las salidas profesionales más deseadas.