Las guerrilleras con máscara de gorila más famosas del panorama artístico mundial estuvieron de visita en Madrid la semana pasada. ¿El motivo? Nada menos que la retrospectiva que les dedica Matadero y que recorre las tres décadas de activismo feminista del mítico colectivo neoyorkino.
La exposición “Guerrilla Girls. 1985-2015” nos muestra una buena cantidad de material histórico, con especial atención al que, a lo largo de los años, se ha convertido en su soporte fetiche: el cartel. A través de sus pósters, que salen a pegar en la calle desde los años 80 (aunque ahora mismo su actividad es mucho menor y se centra en campañas más específicas), nos podemos hacer una idea bastante clara de cuáles han sido sus reivindicaciones a lo largo de todos estos años, que se han centrado principalmente en reclamar una mayor presencia de mujeres artistas en galerías y museos, así como una mayor representatividad en las colecciones de las artistas de color. Durante los últimos años, en su agenda también ha habido hueco para diferentes cuestiones políticas y sociales.
El lenguaje y el humor, apoyados siempre en aplastantes cifras, han sido las principales armas de las que se han valido en su ya larga pelea contra el patriarcado. Los carteles y el resto de objetos que podemos contemplar en la exposición de Matadero son la mejor muestra de que el sector cultural, y especialmente el mundo del arte, tiene que hacer aún bastante autocrítica acerca de cómo han tratado a las mujeres a lo largo de la historia. Las cosas, afirman ellas, han mejorado ligeramente, pero aún queda mucho camino por hacer.