Pintora surrealista y una de las artistas más varguardistas del siglo XX, formó parte del grupo de las «Sinsombrero». Te contamos todo lo necesario para situarla en el mapa de la historia del arte.
«Todo el mundo llevaba sombrero, era algo así como un pronóstico de diferencia social, pero un buen día a Federico, a Dalí y a Margarita Manso, otra estudiante, y a mí se nos ocurrió sacarnos el sombrero y al atravesar la Puerta del Sol nos apedrearon, insultándonos, como si hubiéramos hecho un descubrimiento, como Copérnico o Galileo. Por eso nos insultaban, porque pensaban que despojarse del sombrero era como una manifestación que no era propio de su sexo».
Maruja Mallo ha pasado, aunque costase, al curriculum español por sus obras de arte. Pero más famosa es, o al menos era, por sus anécdotas y su personalidad desbordante. El documental, más tarde convertido en libro, sobre Las Sinsombrero despertó la atención acerca de esa parte del grupo de amigos que fuera la Generación del 27 en el que los hombres han pasado a la historia como la Edad de Plata del arte y la literatura en España, pero en el que también había mujeres, mucho menos reconocidas. A raíz de esa anécdota contada precisamente por Maruja Mallo en una entrevista, en la que narra como un día Dalí, Lorca, Margarita Manso y ella misma fueron apedreados en la Puerta del Sol de Madrid por quitarse el sombrero, a las mujeres empieza a conocérselas como las «Sinsombrero».
En esta generación tan prolífera y que marcará el arte en el país justo antes de la Guerra Civil, con su influencia a posteriori, además de Guillén, Arberti, Lorca, Buñuel… también estaban la filósofa María Zambrano, la escritora María Teresa de León, la poeta Concha Méndez o Josefina de Champourcín y muchas artistas y literatas más. Pero, la personalidad de Maruja Mallo sobresaldría sobre el resto. A continuación os lo contamos.
· Amistades ·
De origen Gallego, nace en Vivero en 1902 pero su familia se muda a menudo debido al trabajo de su padre, primero a Avilés, donde reside hasta que su familia vuelve a trasladarse, esta vez a Madrid en 1922. Allí ingresa en la Escuela de Artes de San Fernando, donde conocerá a través de su hermano a Dalí. Poco a poco, se irá haciendo amiga de los estudiantes de la Residencia de Estudiantes de Madrid: García Lorca, conocido por las fiestas que organizaba, el propio Dalí, Rafael Alberti, con quien mantendrá una intensa relación o su gran amiga Concha Méndez. Entre todos pasarán a formar lo que hoy en día conocemos la Generación del 27 pues definirán la vanguardia artística nacional al ser los abanderados de la modernidad en el país y quienes se harán eco de las influencias europeas, representando la intelectualidad del momento.
· Vanguardia ·
«Su pintura siempre tuvo una influencia claramente surrealista, teniendo la oportunidad de relacionarse con otros maestros de la época, como Magritte, Ernst, Miró o De Chirico en sus viajes a París». Su primera exposición tiene lugar en la sede de la Revista de Occidente, en 1928, invitada por Ortega y Gasset, fundador de la revista. En ella muestra una serie de 30 obras muy luminosas en las que expone parte del folclore español: toreros, clero, reyes o el ejército, con un aire caricaturesco. En 1932 consigue una beca para ir a París, donde entre otras presentará la obra Espantapájaros que adquirió el propio André Breton, padre del movimiento Surrealista. Vuelve a España comprometida con los ideales de la II República y pasa a colaborar con las misiones pedagógicas. En ese momento su arte adquiere por un lado un cáliz mucho más cercano a la geometría y a las matemáticas y por otro los monstruos e imágenes escatológicas cobran protagonismo.
· Exilio ·
Como muchos de sus compañeros de la Vanguardia española, tras la Guerra Civil Maruja Mallo deja España. Se va a Portugal al sorprenderle la guerra en Vigo, de ahí va a Lisboa y con la ayuda de la poeta Gabriela Mistral, quien también era embajada de Portugal en Chile, consigue un salvoconducto para embarcar hacia Buenos Aires. En América pasó los siguientes 25 años de su vida, marcados por dos etapas, una en la que se junta a la intelectualidad del momento: colabora, entre otras, con la famosa revista vanguardista Sur fundada por Victoria Ocampo y donde Borges sería un común colaborador. Y aprovecha para recorrer América, parte del camino junto a Pablo Neruda con quien tendrá una amistad muy cercana. Su obra en este periodo evoluciona, ganando más importancia la geometría. A mediados de los años cuarenta se produce un silencio en su trabajo que se extenderá prácticamente hasta su regreso a España.
· Últimos años ·
A España vuelve en 1961 y encuentra un panorama cultural que la había olvidado. Poco a poco consigue ir encontrando su espacio moviéndose entre los círculos artísticos de Madrid, acercándose a la juventud, que para ella siempre son referentes, y su obra vuelve a tener visibilidad en diferentes exposiciones colectivas, muchas en homenaje a toda la generación de la que fue parte. Una de las últimas y más famosas apariciones públicas que realiza fue en la Feria internacional de arte Arco, donde al ver a tanta gente asistiendo pronuncia una de sus célebres frases a su acompañante, que pasará a la historia: «Querida, ¿es esto afición o ganado?». Muere en 1995, tras diez años enferma en una clínica geriátrica madrileña. De ella se conservan apenas 100 obras, los expertos lo achacan a la meticulosidad con la que trabajaba.
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