Una isla atemporal donde las importancia de las cosas pequeñas rigen el mundo.
Lorena es una de las pocas artesanas de la música que quedan. Delicada, sencilla y, sobre todo, lenta, la composición de sus melodías es un canto al día a día, a la cotidianidad, a lo que ella conoce. Su propuesta pasa por un viaje interno de autoconocimiento a partir del cual poder hablar del entorno, de lo que piensa y de lo que ella misma sienta con respecto a la vida o al futuro.
Decidirse por una producción austera y auténtica es un paso valiente en una industria donde reina el autotune y los ritmos pegadizos. Ella misma tuvo dudas pero, entonces, como una revelación, se reencontró con un dibujo que su abuela le había hecho. Era ella misma, vista por los ojos de sus antepasados, de su propia sangre. Entonces hizo clic. Una chica a la que le gusta tocar la guitarra no necesita una súper producción, no necesita dinero ni artificios. Necesita una guitarra y su voz.
Así nació ‘Colección de Canciones Sencillas’, un poco sin querer pero, en el fondo, queriendo.
Fotografía de Adrián Nieto Maesso
En las canciones que conforman el disco, es fácil encontrarse con imágenes que denotan su amor por la poesía, también hay una clara influencia del nuevo entorno en el que vive y compone: El Albayzín.
Este barrio es el corazón de Granada, una ciudad mágica y evocadora donde, en cada esquina se encuentra un artista. La comunidad se quiere, se respeta y sobre todo, valora las creaciones que salen de sus calles. El Albayzín es especial, y así lo refleja el nuevo trabajo de Lorena.
Fotografía de Adrián Nieto Maesso
Disfrutar del trabajo de Lorena es tener la oportunidad de conocerla, de viajar por su memoria, por sus sentimientos pero hacerlo, a la vez, por los propios. Catorce canciones para enamorarse, una y otra vez de lo mundano y lo sencillo, de todo aquello que no necesita más ornamento que la esencia propia.
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