Fátima Moreno vive en Granada, pero habita en sus dibujos. Y el viaje hacia ese lugar es una travesía onírica de ideas, trazos, manchas y cuerpos que, como una vía láctea, te conducen hasta allí. En #VEINDIGITAL hemos podido recorrer ese camino al hablar con ella en esta entrevista, así que, ¿listo para partir?
Fátima Moreno es una artista que va de su cortijo al cielo. Su obra se extiende como los materiales que usa sobre papel o tejido, cuerpos y formas que se retuercen en posturas y hacia direcciones imposibles. Para ella, el dibujo es una casa, un lugar al que ir y estar, y del que impregnarse por su atmósfera creativa, que le permite plasmar sus ideas y visiones sobre el lienzo.
Un proceso que Fátima intuye muy bien, ya que lo ha desarrollado de forma natural y orgánica, reflejando mucho de quién es. Sin proponérselo de manera consciente, sus dibujos han destilado experiencias corporales intensas que ha vivido, influenciados por su entorno y sueños, dispuestos por un gran amigo suyo: el juego.
Hola Fátima, ¿cómo estás? En esta entrevista descubriremos mucho sobre ti y tu trabajo. Pero, a grandes rasgos, ¿quién es Fátima Moreno?
Hola Paula, estoy bien. Empezamos fuerte, (risas). Fátima Moreno soy yo, una mujer que ha vivido en muchas ciudades (Madrid, Coruña, Barcelona, Lisboa), con diversos empleos, experiencias y profesiones antes de decidir dejar esos trabajos que tanto me quitaban dándome tan poco (trabajar en publicidad), para dedicarme a lo que creí que hacía mejor y me hacía más feliz: dibujar. Desde que tomé esa decisión con 34 años ha habido una evolución importante en mi práctica y en mi carrera hasta estar donde estoy ahora; vivo en el campo, en el pueblo de Granada donde crecí, tengo una vida tranquila e incierta y soy artista. Tengo que decir que me siento satisfecha con todo ello.
¿Cómo dirías que tu proceso creativo te nutre y viceversa?
Yo siento el proceso creativo como una gimnasia, hay que estar en forma, trabajar y pasar horas en el taller haciendo, o durmiendo la siesta en el sofá, o leyendo, o mirando la pared. También desesperándote y al final, dibujando y pintando. No solo me nutre, sino que me salva muchas veces. Dibujo mucho, cada día, para mí el dibujo es como mi casa. Heidegger era el que decía que el lenguaje es la casa del ser, ¿no? Pues yo a parte de eso, tengo mi casa de vacaciones que es el dibujo. Y cada día visito esa casa.
En tus dibujos, utilizas mucho la mancha y la improvisación como base formal. ¿Cómo llegaste a desarrollar este lenguaje visual?
Sí, cierto, la mancha o la línea suelta. Cuando comienzo un dibujo no tengo una idea preconcebida de cómo va a ser, pero sí tengo una visión, o una idea sin imagen. También muchas veces siento una especie de gesto interno en mi propio cuerpo, o una postura, normalmente imposible. Esos impulsos son los que me llevan a comenzar el dibujo, luego yo voy siguiendo su ritmo, y lo que va apareciendo yo lo completo. Normalmente los dibujos van más rápidos que yo. Al terminarlos muchas veces digo, ¡guau!, ¡¿qué es esto tan raro?! (risas) y casi siempre suelen ser algo raro. Después de hacerlos los observo y, como si fuera un juego, me surgen frases y títulos que, a mi parecer, redondean la obra. Esos gestos internos de los que hablo también son emociones, mis obras son bastante catárquicas, sin hacerlo de manera intencionada mis dibujos han destilado experiencias corpóreas bastante fuertes que he padecido. ¿Cómo he llegado a esta manera de trabajar? pues por intuición imagino, es una manera de ser, creo que ha sido de manera natural.
¿Cuál consideras que es el elemento protagonista en tu obra?
Curvas, ondulación, piernas, tacón y broma.
Lo onírico y fantasioso parecen ser ejes centrales en tu imaginario. ¿Qué escenarios o momentos te inspiran y te invitan a dibujar?
De hecho mi psicoterapeuta me dice que utilizo el mismo tipo de pensamiento cuando dibujo que cuando sueño. Me inspiran muchas situaciones, pero creo que lo hacen en un segundo plano, que yo no proceso conscientemente aunque luego aparezcan en el papel. Lo que me invita a dibujar es más una pulsión, y un sentido lúdico.
Cuando dibujo, me sumerjo tanto en el proceso que no me doy cuenta de lo que he hecho hasta soltar el pilot. Este estado de inmersión me parece fascinante. ¿Cómo lo experimentas tú cuando estás creando?
Sí, justo así también. Cuando la cosa va bien, dejo de pensar, es como el estado mushin de las artes marciales japonesas. ¡Es de las mejores sensaciones! Pero cuando no fluye tanto pues una se retuerce más.
Has colaborado con Paloma Wool y diseñado camisetas para la cantante Maria Arnal. ¿Qué tiene de especial para ti trabajar con textiles o, ver el resultado final en ellos?
Sí, para María y muchas otras personas. Colaborar con marcas o creadoras de moda me gusta mucho, ver mi trabajo en formatos diferentes y con un “uso práctico” es emocionante. Hice esa colaboración con Paloma, también con la marca Miista en algunos de sus zapatos, y hace años con Krizia Robustella. Fue muy divertido salir de lo “plano” y, en general, es estimulante, no obstante no me siento muy vinculada a los ritmos de la moda. Aunque debo decir que ver mis pinturas o dibujos sobre telas me entusiasma enormemente. Me encantaría hacer telones de teatros o cosas así.
¿Has experimentado con alguna técnica nueva recientemente que te haya sorprendido?
Pues he empezado a pintar al óleo sobre tela, todo un reto y un océano. Entre otras cosas tengo que adaptarme a los tiempos que el óleo requiere… Aún estoy encontrando mi lenguaje en ese medio. He aprendido mucho haciendo una pausa, observando lo que he estado haciendo y reconociendo mis propios prejuicios sobre lo que la pintura debe ser.
¿Qué aspectos ajenos al arte influyen en tu forma de crear? ¿Quizás tu estilo de vida o tu forma de pensar?
Claro, todo eso influye: mi manera de vivir, el entorno, la manera de pensar y de ser, incluso mi salud.
¿Qué es lo último que has descubierto de ti misma a través de tu trabajo, algo que aún no hayas confesado?
Lo último… no caigo. Algo que he ido desarrollando, más que descubriendo, es la paciencia y perseverancia. También lidiar con la frustración y el rechazo.
Por último, si aún estás animada a seguir confesando, ¿cuál ha sido el último pensamiento o sensación que has tenido, al ponerte a trabajar en un proyecto, o al dibujar, hoy?
¡Con este calor no se puede trabajar!
Sigue a Fátima Moreno en su perfil de Instagram para conocer más de cerca su obra.
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