La firma presenta campaña de la nueva colección ‘Aria’, un canto al ímpetu revolucionario y alegre del eros como fuerza creativa de las imágenes contemporáneas.
‘Gucci’ se sumerge en una atmósfera secreta y seductora con su nueva campaña de Aria: ‘Ontología del Deseo’. A través de la fotografía de Mert Alas y Marcus Piggott y la dirección creativa de Alessandro Michele, la firma utiliza la energía del eros para lograr proyectar esa fuerza creativa en las imágenes.
La magia y la esencia de la campaña se deben al rodaje en el lugar donde empezó todo: el Savoy. El hotel londinense en forma de club ficticio sirvió de telón de fondo para el desfile de moda digital ‘Gucci Aria’, que lanzó las celebraciones del centenario en abril. Incluso fue el lugar donde Guccio Gucci trabajó como ascensorista en su juventud y donde se inspiró tempranamente en los sofisticados y cosmopolitas huéspedes que observó allí. Además, esta localización es un guiño al vídeo musical de Madonna ‘I Want You’, la banda sonora elegida para la campaña.
Todos los protagonistas del proyecto han sido elegidos personalmente por Alessandro Michele. En esta ocasión, invitó a una selección de invitados especiales a participar en la campaña: ‘Måneskin‘, la banda italiana de ventas multiplatino que encabeza las listas mundiales con más de 3.200 millones de streams totales en todas las plataformas digitales, y la prolífica modelo estadounidense Kristen McMenamy, conocida por redefinir las convenciones de belleza a lo largo de su carrera.
Como broche final, subrayando una estética que conecta mente y cuerpo, los modelos leen obras o ensayos sobre el deseo, como ‘Simulacro y simulación’ de Jean Baudrillard, ‘La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica’ de Walter Benjamin, ‘Cuerpos que importan’ de Judith Butler, ‘Tres contribuciones a la teoría del sexo’ de Sigmund Freud y ‘Sexistencia’ de Jean-Luc Nancy. A continuación, un análisis en profundidad de los cinco niveles de la ‘Ontología del Deseo’.
Måneskin
· 1 – ANDROGINIA ·
En el Simposio de Platón se cuenta una historia de una época en la que cada ser humano era originalmente una criatura andrógina: una figura esférica con dos cabezas, cuatro brazos, cuatro piernas y dos órganos sexuales. Estos seres humanos irradiaban un poder extraordinario, tanto que podían aspirar a ascender al Olimpo para destronar a los dioses. Zeus, empujado por una creciente preocupación, decidió dividir a todos los andróginos en dos para debilitar su ímpetu y controlar su agitación. Desde entonces, los seres humanos vagan desesperadamente en busca de una mitad perdida.
Kristen McMenamy
· 2 – EROS ·
En el nacimiento de Eros, fuerza antigua y primigenia, lo que impulsa el deseo en un intento de reparar una separación. El mito, de hecho, identifica en la relación con el Otro el impulso vital que nos obliga a cada uno a restaurar una unidad perdida. Es un imán pulsivo a través del cual el Yo interior se abre al mundo y la carne confiesa lo que ha desaparecido. Bajo tal fascinación, el deseo construye un arte combinativo hecho de recomposiciones que va más allá de la identidad, el género, la orientación, las preferencias, las prácticas, los gustos. Una proliferación de uniones que desarticulan las subjetividades en nombre de magma ardiente que inflama la existencia.
· 3 – CUERPO ·
El flujo del deseo incandescente recorre la extensión y la vibración de los cuerpos interconectados. Cuerpos que encienden reservas de «poder erótico» (A. Lorde) concebidos como energía gozosamente liberadora y transformadora. Contrariamente a lo que ha sido dictado por una cierta tradición metafísica judeocristiana, centrada en separar el alma del cuerpo, este último no puede ser considerado como una coraza accidental que se opone a la verdadera esencia de nuestras subjetividades. La profundidad del ser humano reside en su carne palpable, en su piel. La existencia es una exposición corpórea. Es Sexistencia (J.L. Nancy). La interioridad siempre se desarrolla a través de un cuerpo sexuado. La psique se ofrece involuntariamente extendida en una superficie táctil. Sobre esta piel hambrienta, ansiosa, desconcertada y nunca saturada, Eros ha construido su templo.
· 4 – ROPA ·
La ropa que usamos se adhiere perfectamente a nuestra piel, y más aún, de alguna manera son su extensión. Es la piel en la que decidimos vivir: una membrana pura, material y táctil, que tiene el poder de definir quienes queremos ser. Es un objeto de identidad, pero también una prótesis epidérmica que nos catapulta en el juego erótico de la vida. Usar una prenda significa multiplicar el potencial de nuestros sentidos. Significa glorificar nuestra esencia de exhibición. Es entonces cuando la ropa transforma el templo de Eros en una enorme alcoba sacudida por la fuerza telúrica del deseo. El susurro de la ropa abre las puertas del misterioso teatro de la tracción.
· 5 – Filosofía ·
Nuestra relación erótica con el mundo lo inunda todo: los objetos, los sueños, la ropa. El propio conocimiento se convierte en objeto de deseo. De hecho, la raíces etimológica del término filosofía (phileîn que significa «amar» y sophía que significa «sabiduría») revelan una inversión de amor en lo que queremos conocer. Por ello los libros de Freud, Nancy y Butler describen el universo del deseo, y lo que es más, se convierten ellos mismos en objetos de atracción. Como consecuencia, las palabras se transfiguran en un léxico de amor. La sabiduría se ofrece como un cuerpo erótico para conocer y oler. El sujeto epistémico se convierte en un amante insaciable. Incluso las palabras son prendas que decidimos usar, después de todo. Prendas que unen de nuevo la mente y el cuerpo en un tejido erótico que nos conecta con la carne del mundo.
Créditos
Director Creativo: Alessandro Michele
Director de Arte: Christopher Simmonds
Fotógrafos y directores: Mert Alas y Marcus Piggott
Maquillaje: Diane Kendal
Peluquería: Paul Hanlon
_