Guillem Chanzá: entre la moda y el arte

20 / 10 / 2020
POR Alba Manuela Aracil

‘The progress of love: the lover crowned’, inspirada en la obra de Goya, nos invita a repensar el concepto de colección.

Interpretar los museos como grandes armarios que preservan en su interior las más exquisitas combinaciones de colores, siluetas y tejidos, se convierte en una cuestión clave a la hora de comprender la propuesta de este joven creador. The progress of love: the lover crowned es el título de una de las hedonistas escenas que Jean-Honoré Fragonard (1732-1806) pintó durante el rococó francés. También es el nombre con el que Guillem Chanzá, titulado en Diseño de Moda por la EASD de Valencia, ha bautizado su colección de graduación: una propuesta de cincuenta looks pensados para exhibirse en un museo. El diseñador de origen valenciano siempre ha concebido el diálogo que existe entre el arte y la moda casi de forma innata, por eso, llevar a cabo este proyecto ha sido su oportunidad para devolver a los espacios artísticos la inspiración prestada. Como resultado, ha ideado una colección en la que conviven pantalones a modo de calzón masculino, panniers, corpiños que prolongan sus mangas hasta formar un guante y prendas plagadas de flores que toman como referencia el imaginario de Goya y la culminación del proceso amoroso al que tanto recurre la pintura. Hablamos con él sobre los detalles de su propuesta, sus referentes y la reinterpretación de formas olvidadas.


Entre todas las posibilidades que ofrece la moda, ¿por qué decidiste diseñar una colección concebida para un espacio museístico?

The progress of love: the lover crowned surge de un proyecto que pude realizar para el Museo Nacional del Prado en el que diez creadores revisábamos la pinacoteca para presentar una propuesta de indumentaria. A raíz de esta anécdota y de los nuevos formatos que van surgiendo en la moda temporada tras temporada, decidí repensar el concepto de colección. Finalmente, llegué a la conclusión de que era como regresar al lugar de inicio y devolver al museo lo prestado, creando una propuesta circular que nace y termina en el mismo punto.

La interrelación que existe entre arte y moda ha sido objeto de estudio a lo largo de la historia, ¿cómo interpretas tú este vínculo?

Me resulta bastante cercano, ya que en mi círculo familiar tanto el arte como la moda han sido pilares fundamentales, igual que lo fueron mis estudios de Diseño y Bellas Artes. Para mí, estas dos disciplinas siempre han ido de la mano, no me he planteado si una formaba parte de la otra. De algún modo, he comprendido instintivamente que el deleite que en mi caso puede tener ver una colección de John Galliano para Christian Dior no se aleja del que puedo experimentar al ver un Rothko, por ejemplo.


¿Qué significa The progress of love: the lover crowned?

Conceptualmente, trata sobre las sinergias entre el arte y la moda. También alude al amor, que es uno de los temas más recurridos en la historia de la pintura y en este caso, el hilo conductor de mi propuesta. Tomando el título de una obra de Fragonard, hablo del amor que el arte experimenta hacia la moda y viceversa, y también de la estima que yo como creador siento hacia estas dos disciplinas.

¿A qué tejidos, formas y tonalidades has recurrido a la hora de materializar el concepto de la colección?

La colección parte de la revisión de la pintura, en gran medida de las obras de Goya. Por lo tanto, las telas, las formas y las tonalidades con las que he trabajado proceden, sobre todo, de sus creaciones. Los tejidos que he planteado funcionan como la paleta de un pintor, las siluetas concebidas recuperan la tradición de la indumentaria histórica a través de los corpiños o los miriñaques y la paleta de color a la que he recurrido tiene una intención como puede tener la pintura.


¿Cuáles han sido tus referentes?

En esta colección, mis referentes no se alejan de los que tengo sobre la mesa de manera habitual, y además son quienes recuperan los mismos códigos estilísticos que personalmente me interesan dentro de la moda. Entre ellos se encuentran Richard Quinn y Christopher John Rogers, cuyas creaciones destacan por su revisión de la indumentaria histórica. También Leandro Cano y Mané Mané, que no solo recuperan estas formas sino que además recurren a las técnicas artesanales para llevar a cabo sus propuestas. Por otro lado, las fuentes que me han inspirado para esta colección van más allá de la moda, ya que las escenas pastorales de Fragonard y especialmente las obras de Francisco de Goya y Lucientes, han sido esenciales a la hora de llevar a cabo este proyecto.

Históricamente, la pintura ha sido una herramienta clave para poder conocer la moda del momento y en este caso, la obra de Goya también forma parte de tus fuentes de inspiración. ¿Por qué te decantaste por su imaginario?

Creo que Goya no solo es uno de los grandes maestros de la pintura española, sino que también es un gran cronista que retrató su entorno de una manera muy particular. En gran medida lo que le rodeaba era la moda, ya que muchas de sus pinturas parten por un lado de la familia real y de la Casa de Alba, donde encontramos exquisitos tejidos y formas, y por otro lado, de la calle y de lo cotidiano, donde apreciamos la tradición y lo regional que caracteriza la vestimenta de los majos y las majas.


¿Qué elementos de la estética goyesca pueden encontrarse en tus diseños?

Muchas de las piezas de mi colección podrían estar escondidas entre las escenas que el artista representa a orillas del río Manzanares, ya que en muchos de los casos mis creaciones parten de estos encuentros en los que Goya retrata a un grupo de gente vestida de forma inapropiada e idealizada para el acto que están realizando. De este ambiente cotidiano extraigo las formas, por ejemplo, en el caso de las basquiñas, y también la paleta de colores, que se traslada del cuadro a la moda actualizándose a través de la colección.


Los grandes volúmenes que aluden al miriñaque, las siluetas encorsetadas del siglo XVIII o la elegancia del cocoon están presentes en tu propuesta ¿Cómo reinterpretas estos códigos estilísticos?

Revisar la historia de la indumentaria es algo fundamental a la hora de proponer un discurso contemporáneo. En este caso, la reinterpretación de esta estética nace de la propia recuperación. Es decir, la idea no es adaptar el miriñaque o el corsé a la vida cotidiana a través de siluetas más livianas, sino reintroducirlos en la moda actual.


Háblanos de los tres looks que has confeccionado a modo de prototipo. ¿Qué representan?

Los tres looks representan la colección de forma temática y conceptual, ya que cada uno de ellos está vinculado a una fase enmarcada en el proceso del amor. El negro se refiere a la ausencia del mismo, cuando uno lo espera o lo añora. El look rojo representa la etapa más pasional, cargada de lujuria y disfrute, mientras que el blanco, concebido como vestido de novia, alude al culmen del amor.

¿Cuál es el sentido de The progress of love: the lover crowned en la actualidad?

Actualmente, proponer una colección en la que el destinatario no sea un comprador, sino un museo, ya es un statement. Es importante porque presenta una nueva manera de comprender la moda, ya que The progress of love: the lover crowned se aleja de lo convencional dejando de lado el objetivo comercial. El hecho de que esta colección no vaya a estar a la venta, sino expuesta, hace que se pueda disfrutar de la moda sin comprarla, retomando su faceta más artística. Vivimos en un momento en el que tanto los creadores como los consumidores, necesitamos nuevas vías para comprender la moda.




Créditos:

Diseño: Guillem Chanzá

Fotografía: Jordi Terry

MUAH: Juliana Díaz

Modelos: Adela Chornet, Clara Solá y Victoria García, de 5.0 Model Management