Estudió arquitectura, pero pronto centró sus esfuerzos en el diseño floral. Cuando la floristería de Loewe en la que trabajaba cerró, se embarcó en KOKON, un proyecto personal en el que combina el mundo de las flores, con la arquitectura y el arte. En #VEINDIGITAL hablamos con ella.
Desde el 2020 María Eugenia Diego (Zamora, 1989), lleva adelante KOKON, un proyecto que trata de recoger lo bello e incipiente como lo haría la cápsula de la que saldrá la mariposa. Su espacio alberga ideas que se convertirán en una cortina gigante de claveles como la que cubrió los Premios Latin Grammy 2023 que se celebraron en Sevilla, u Ovidio, la instalación que le hizo ganar el Premio del Festival Flora 2022. Trabajos de gran magnitud, que requieren de la gestión e infraestructura que puede florecer de la mente de una arquitecta como ella. Pero esa capacidad de construir lo bello y extraño también la demuestra en los arreglos más sencillos; las formas que consigue llevan a los paisajes y a las fantasías que hemos imaginado en otros planetas, siendo capaz de verlas en las plantas que brotan del nuestro.
María Eugenia, ¿de dónde surge Kokon? ¿Cuál sería su semilla?
KOKON surge de la búsqueda y necesidad de un nombre y concepto que recogiera el momento laboral y personal en el que me hallaba en el verano de 2020. Tras el cierre de la floristería de Loewe en la que trabajaba hasta antes de la pandemia, me decidí a continuar en el mundo floral por mi cuenta, pero todavía sin un rumbo muy definido. Por eso, elegí “kokon” , que significa en varios idiomas “capullo”, o esa cápsula o protección donde se dan proyectos bellos incipientes, en crecimiento.
Estudiaste arquitectura y ahora te dedicas a las instalaciones florales a una magnitud que creo que solo puede lograr alguien con tu formación. O sea, que una cosa se nutre de otra, al menos es algo que se percibe en tus instalaciones. ¿Cómo te ha ayudado esa formación a crear en el presente?
Me ayuda y determina cada día, como otros factores de mi identidad y formación. Me orienta claramente hacia una concepción más espacial del uso de lo vegetal, y me ha dado muchas herramientas de composición, equilibrio, etc. con las que contaba por tener “el ojo entrenado”. Creo que me facilita abordar escalas de proyecto muy diversas, en las que trabajar con la estructura y las masas tienen un valor importante.
¿Qué fue lo que te hizo salir de la arquitectura “tradicional”?
Un sentimiento de poca realización personal y alienamiento: con 29 años tenía las “teóricamente buenas condiciones laborales” que me harían feliz, pero no sentía gran satisfacción. Me di cuenta de que no sabía ni lo que me gustaría hacer, y empecé a priorizar tener más tiempo para poder al menos parar y pensar.
¿Cómo empezó tu relación con las flores? Dime que de pequeña soñabas con tener tu propia floristería <3
(Jajaja) Muy a mi pesar, con respecto a este tema, nunca cumplo la romántica expectativa. No tengo un recuerdo de infancia ni un interés por las flores hasta 2016, cuando, en un momento en el que estaba buscando trabajo como arquitecta, vi por casualidad un anuncio para trabajar como ayudante de Isabel Marías. Fue una experiencia de un mes que, en su momento, pensé no tendría una repercusión profunda. A los 2 años, en medio de esa crisis personal con la arquitectura, se me presentó la opción de volver a trabajar con las flores en Loewe, y aposté por ello, a modo de huida y búsqueda hacia la creatividad y lo manual.
Te conocí porque te vi arreglando flores en el Loewe de Colón, en la sección a pie de calle que tenían dedicada a ello. No me pude resistir a preguntarte qué hacías allí, me pareció precioso el espacio y el concepto. Eso fue en el 2019. Desde entonces ha evolucionado bastante todo. ¿Qué significó para ti esa estancia en Loewe? Seguro que no fui la única que se atrevió a presentarse.
Mi estancia en la floristería de Loewe fue mi encuentro definitivo con lo floral. Poco a poco se abrió un mundo para mí, en el sentido creativo, estético… así como el trabajo con las manos y el conocimiento botánico. Empecé a darme cuenta de que ignoraba absolutamente todo acerca de un reino tan poderoso y superior como el de las plantas.
¿Cómo es tu rutina? Tema proveedores, mantenimiento… ¿Cómo es trabajar con una materia prima tan efímera y delicada? Creo que ambas cuestiones ennoblecen la profesión de floristas.
Mi día a día tiene mucho de gestión, planificación y diseño, y en mucha menos cantidad, creación directa con la flor. El proceso hasta la creación de una instalación tiene muchos pasos detrás hasta llegar a la parte floral, en la que suelo prototipar, hacer pruebas y cálculos.
Al ser una materia delicada y perecedera, la producción tiene un grado mayor de complejidad que exprime al máximo los tiempos y la capacidad de sacarle todo el “jugo” a la creación. Es intenso y muy en directo.
Haces instalaciones pero también pones tu estilo en bouquets y en algunas piezas más próximas al Ikebana. ¿Qué formato te permite más libertad creativa?
Difícil cuestión…para mí son escalas muy diferentes las que aborda cada uno de los proyectos. Los bouquets o los formatos pequeños me trasladan siempre a mi (dulce) etapa en Loewe y son un ejercicio rápido y casi meditativo que me libera mucho la intuición mientras estoy creando. Sin embargo, pensar cómo se va a vivir una instalación a nivel espacial y experiencial… da una componente de soñar “a lo grande” muy emocionante.
La última vez que te vi estabas experimentando con unas especies de resinas, ¿cómo va ese proyecto? ¿Podrías contarme con más detalle de qué se trata?
Eran unas láminas de bioplásticos. Son pequeños experimentos de material vinculado a lo vegetal que intento seguir trabajando paralelamente.
Algo que hayas hecho de lo que te sientas muy orgullosa (puede ser floral o lo que sea)…
Estoy orgullosa de estar donde estoy tras 3 años de mucha energía y sacrificio para poder dar vida a KOKON. Me ha costado mucho tiempo sentir orgullo real por ello, ya que siempre siento que podría hacer más y que queda mucho camino por delante…Sin embargo, a día de hoy, estoy contenta de dónde estoy y de poder valorarlo así.
En tus redes he visto por encima una cortina de claveles en Sevilla ¿de qué se trataba?
Se trata de mi última instalación: una cortina que diseñé y produje con mi equipo en Sevilla, para los Grammy Latino. 36000 claveles ensartados en guirnaldas para crear un telón de fondo floral. Un desafío intenso y emocionante.
¿Algún proyecto a corto plazo?
Hay un par de instalaciones que están definiéndose para los próximos meses que me ilusionan mucho. Al mismo tiempo, estoy reservando tiempo para trabajar en mi práctica artística personal: proyectos sin cliente, de pura exploración y expresión como María Eugenia Diego, que surgen de la experiencia y reflexiones tras mi obra ‘Ovidio’ en el Festival Flora.
Lo siento pero no puedo evitar la pregunta: Si tuvieras que elegir una flor…
La verdad es que no tengo ninguna favorita, pero sí voy descubriendo especies que van captando mi predilección por etapas. Este año he visitado muchos lugares en los que la buganvilla estaba muy presente y me ha fascinado. Desde lo pequeño y delicado de su flor, con esa textura que asemeja papel al secar, hasta su capacidad trepadora para crear techos increíbles.
Entrevista y fotos de Rocío Madrid
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Visita la web de KOKON para estar al día de todos los proyectos florales de Maria Eugenia Diego.