Hablamos con Natalia Carrero, autora de ‘Otra’, una novela sobre adicción, estigma y superación.
Cerveza y vino, tragos y dobles tragos. Glú glú glú. La novela ‘Otra’ (Tránsito, 2022) de Natalia Carrero es una representación de lo que significa ser una mujer contemporánea que bebe cada día escondida entre las paredes de su hogar. Mónica, la protagonista de la obra, encarna y visibiliza la pulsión de muchas mujeres a volar y desinhibirse de su realidad. El mundo como enfermedad, precarización laboral y disfuncionalidad.
La autora escribe con humor incisivo pero también con una mirada crítica al mecanismo de la sociedad neoliberal. Desde la vida de Mónica, cuidados, criar, emitir facturas y producir, hasta el caso de otro de los personajes como Charli, un niño al que arrebataron sus sueños. ‘Otra’ celebra las vidas atípicas, o no tan atípicas, de mujeres calladas que necesitan un canto a la libertad. En #VEINDIGITAL hablamos con el alter ego de Mónica, Natalia Carrero, sobre la adicción, el estigma y la superación.
En ‘Otra’ visibilizas problemáticas sociales, a veces convertidas en tabú, como el alcoholismo. ¿Cómo ha sido el proceso de aceptación y visibilización de este problema en tu caso personal?
Desde muy pronto confié en los beneficios de la palabra escrita, reflexionada, imaginada y elaborada, se podría decir que empecé a escribir como tratando de saber qué era escribir. A lo largo de las décadas resultó inevitable que fueran asomando los distintos temas más o menos delicados que me atravesaban, ante alguno de los cuales fue necesario detenerme y tratar de comprender. Uno de esos momentos llegó cuando emprendí la escritura de ‘Otra’, al plantearme ¿y si presentaba a Mónica, la borracha que me habitaba, que desde hacía tiempo ya estaba pidiendo que le diera vida sobre el papel?
Mónica es una de las protagonistas. Un personaje que resulta tras la investigación de mujeres alcohólicas domésticas y solitarias. ¿Por qué te centraste en este perfil concreto?
Cedí espacio a Mónica para que confesara por qué bebía a escondidas en casa, estando a solas y no tan sola, y por qué para ella beber parecía y no parecía un problema. Me interesaba trabajar desde esa tensión múltiple en la que no se termina de decidir si eso de beber en casa cuando el resto de la sociedad, en teoría, está produciendo capital, se trata de una liberación o de una condena autoinflingida, de una rebelión y un canto a la libertad o de un desastre personal. Cuando Mónica se cansa de confesar, presenta a otras borrachas a las que conviene escuchar.
Mónica podría ser un alter ego de tu propia persona. ¿Cuál es la parte más difícil de desarrollar a un personaje con el que compartes tantas conexiones y emociones?
De dónde salen los personajes y cómo cristalizan sobre el papel son cuestiones apasionantes. Conviví años con Mónica, antes de que se llamara así. Era una voz que se imponía a la mía no solo cuando bebía sino también cuando escribía, y cuando leía. Durante mucho tiempo me incomodaba y no quería escucharla; esa sería la parte difícil a la que te refieres. En cuanto le puse nombre surgió el diálogo y la amistad, con sus forcejeos. Poco a poco comenzamos a colaborar y a confluir ante la tarea que nos unía: transparentar las paredes de un piso familiar urbano, ver cómo en su interior hay una Mónica cualquiera que está bebiendo cuando parece que preferiría no hacerlo.
Mónica es una mujer que vive, cría, trabaja y bebe. La idea de la mujer “todoterreno” o la “super-madre” está muy presente en la sociedad neoliberal. ¿Qué destacarías del personaje? ¿O de las mujeres que se ven relegadas a esta posición?
Destacaría que en algunos momentos Mónica se ríe de la sociedad neoliberal. Desea poner el freno y reclama que todo cambie, baila sola con la bandera de que esto no puede seguir así.
En ‘Álbum de bebedoras’ añades 15 historias de otras mujeres, su aceptación y lucha. ¿Qué han aportado estas historias a la tuya propia?
Añadir el álbum parecía una manera de celebrar la vida descolocada. Frente a la idea imperante de que todo tiene que estar bien, ser correcto y adaptarse a los esquemas acomodaticios, las bebedoras del álbum vendrían a susurrarnos que viva el descoloque, que a pesar de los pesares desde sus insignificancias ellas saben tanto, pero que mucho, de la alegría.
De tú a tú con una mujer que se sienta identificada con ‘Otra’, ¿qué consejo darías?
Que disfrute siempre de la vida y que nunca se considere sola. El disfrute es echarle un poco de amor a cuanto se hace. Con frecuencia no resulta fácil dar con esa pizca de calor porque el contratiempo nos asalta desde primera hora de la mañana, pero conviene tener conciencia de que está en nosotras y que su empleo es en beneficio de todas. Para ello recomiendo leer mucho, mejor que no sea cualquier cosa, conviene seleccionar lecturas que abran esa vía del disfrute.
Hablas de una generación de mujeres sin voz, educadas en callar y ausentadas en sí mismas para morir en silencio. ¿Qué has aprendido de tus antepasadas? ¿Qué has aprendido de tu madre?
Esas mujeres calladas e invisibles, que serían algunos casos de la generación de mis antecesoras, aparecen en la novela en representación de las ruinas de lo que no conviene. Conviene reconocerlas y saber que ahí quedaron, pero no recrearse demasiado.
Otro de los protagonistas es Charli y la esquizofrenia. Has expuesto una historia personal sobre traumas y superaciones de la infancia. ¿Cómo ha influido este tema en el desarrollo de ‘Otra’?
Charli, hermano de la narradora, es a quien va dedicada la novela de Mónica. La narradora aprovecha la dedicatoria para contar la historia de marginación y abandono padecida por su hermano debido a un diagnóstico temprano de esquizofrenia, en una época y en un entorno social en el que el estigma trajo como consecuencia que desde muy joven se le incapacitara legalmente, nunca podría trabajar ni tener autonomía, siempre dependería de la autoridad paterna.
“Este libro comenzó a escribirse antes de habérmelo propuesto”. ¿Cómo surgió el impulso de darte a la escritura como catarsis emocional?
Al igual que se hace camino al andar, se hacen novelas al escribir. No se trató tanto de un impulso como de un encuentro sobre la marcha de la escritura. Al fin y al cabo es mi quinta novela y me sigue gustando la consigna de Jane Austen que anima a llegar todo lo lejos que se pueda llegar.
Expones sentimientos como la vergüenza, la soledad o el miedo. La vía que utilizan los personajes de la novela contra estas emociones son las drogas. Sin embargo, mencionas el amor como el único antídoto. ¿En qué lugares encuentras tú ese amor?
Ah, creo que respondí a esto en la 6. Podríamos añadir la cita de Weil que aparece en la solapa:
“Alegría y dolor son dones igualmente preciosos que deben ser saboreados íntegramente, cada uno en su pureza, sin tratar de mezclarlos.”
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