Mujeres fatales en el arte moderno

19 / 09 / 2019
POR Andrea García

¿Pecadoras, enfermizas, artistas, transgresoras? En el último siglo ha habido un cambio de paradigma en el que el concepto del eterno femenino ha dado paso a la nueva mujer.

Mujer con medias blancas. Suzanne Valadon. 1924.

 

La imagen de las mujeres ha ido cambiando en el arte comprendido entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, incluso de manera drástica en algunas obras de arte. Así lo reflejaba la exposición temporal Perversidad: Mujeres fatales en el arte moderno (1880-1950) que organizó el Museo Carmen Thyssen de Málaga. Estudiamos esa evolución a partir de cuatro obras:

1. El pecado original siempre tiene la misma culpable: La noche de Eva.

La noche de Eva. Federico Beltrán Massés. 1929.

El pintor catalán de origen cubano Federico Beltrán Massés pintó el óleo La noche de Eva en 1929. Se trata de un desnudo monumental donde Massés se inspira en la marquesa Luisa Casati: personalidad de la Belle Époque de carácter extravagante y transgresor que tenía la melena pelirroja y unas facciones penetrantes muy alejadas del dulcificado canon femenino occidental.

Así, nuestra Eva es un retrato cercano de Casati, pero con altas dosis de erotización. Continúa en la tradición artística de la mujer fatal; un arquetipo que toma forma de mujeres que rompen con los roles de género establecidos. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se utilizó con mucha frecuencia el personaje de Eva para vincularlo con la mujer fatal, es decir, aquella que es capaz de engatusar a través de su belleza y gran poder de seducción, significando la obsesión y posterior destrucción del hombre que cae en sus redes.

Lo más llamativo es que la diablesca serpiente enrollada por su cuerpo acaricia el pubis a su paso y también comienza a introducir su boca dentro de la boca de Eva. Por tanto, la imagen es tremendamente erógena y alude a una sexualidad femenina desenfrenada que se aleja del Génesis. Incluso, hace referencia al placer por la zoofilia.

De esta manera, no es difícil imaginar la misoginia imperante en este tipo de obras y la forma macabra en la que se presentó a la mujer y su sexualidad.

 

2. La enfermedad y la muerte se escriben en femenino: La muerte sifilítica.

El pintor y grabador belga Félicien Rops realizó la pequeña lámina La muerte sifilítica (1875) que muestra a una mujer anoréxica y de semblante absorto con una guadaña a sus espaldas. La sífilis se consideró como una enfermedad exclusiva de las mujeres por la mayoría de la sociedad decimonónica.

La muerte sifilítica. Félicien Rops. Hacia 1875. Detalle de la obra.

 

En particular, se afirmó que el vicio y la inmoralidad de las prostitutas permitían que la enfermedad brotara de su cuerpo y contagiara a los varones que mantuvieran relaciones sexuales con ellas. Por tanto, el movimiento feminista intentó luchar desde estos años por la descriminalización y derechos de las meretrices. En el mundo del arte, la sífilis también se asoció a las mujeres, normalmente a las prostitutas. Fue habitual representar a la enfermedad como una fémina muy delgada, un esqueleto vestido de mujer, una mujer acompañada de un esqueleto o una mujer sifilítica muy siniestra.

En todos los casos, el aspecto cadavérico está presente y hace que las mujeres sean la personificación de la Muerte, ya la sífilis avanzada deriva en el doloroso fallecimiento de la persona enferma. Por esta razón, La muerte sifilítica porta una guadaña para terminar con la vida de todo aquel con quien se tope.

 

3. ¿Una artista puede pintar desnudos? Desnudo en un sofá rojo.

Dentro de la exposición, es interesante señalar los varios cuadros de la pintora francesa Suzanne Valadon como el Desnudo en un sofá rojo (1920). Valadon es una de las pocas artistas que se presentan en Perversidad y destacó por ser musa y modelo de pintores muy reconocidos como Edgar Degas y Henri de Toulouse-Lautrec. Se movió dentro del círculo burgués parisino aun siendo de origen muy humilde, dedicándose a la pintura después de ser modelo.

Desnudo en un sofá rojo. Suzanne Valadon. 1920.

 

Su mayor inspiración la encontró en el hogar. Allí, el ambiente íntimo permitió que algunas de sus amistades posaran para Valadon. Indudablemente, hay que referirse a las obras protagonizadas por mujeres desnudas hoy anónimas. Valadon empezó a pintar numerosos desnudos a partir de 1900, lo cual fue una excepción en el panorama artístico porque estuvo mal visto que las artistas se atrevieran a cultivar este tema.

De hecho, el siglo XX permitió que las mujeres pudieran acceder a los modelos y las modelos desnudos en las academias y demás instituciones artísticas, pues anteriormente estuvo prohibido en casi todas las escuelas. No sabemos si las mujeres desnudas fueron amigas de la pintora o tal vez mujeres desconocidas. El lienzo que preside el artículo se titula Mujer con medias blancas y parece decir que las prostitutas han sido dignificadas a través del pincel de la artista francesa.

 

4. Mujeres especiales para recordar: Máscara de Greta Garbo con mechón.


Máscara de Greta Garbo con mechón. Pablo Gargallo. 1930.

Se sabe que Pablo Gargallo realizó muchos dibujos de Greta Garbo para una exposición que finalmente no fue celebrada, aunque le sirvieron como base para hermosas máscaras metálicas como la enseñada en la exposición. Garbo fue una de las actrices más famosas de la época de Gargallo. No solo ejerció como una gran profesional, sino también fue una mujer de belleza exuberante y un carácter peculiar donde el gusto por la máxima privacidad, la seriedad y el orden gobernaron su vida. Además de Garbo, otras mujeres de renombre aparecen en Perversidad, por ejemplo, la diseñadora Coco Chanel o la modelo y actriz Kiki de Montparnasse con el propósito de revelar la importancia de algunas mujeres célebres que paulatinamente renovaron la mentalidad de la sociedad machista.