Es como si participásemos de un pacto deseante que pronuncia: “me atrevo a ser transformada por la otra”, “con lo que tú eres, con lo que sabes y traes y todavía me es extraño, dejo que me invadas”.
Carmen Rojas y Sara Torres estrenaron el pasado 18 de marzo, en Conde Duque, Pulsión de dulzura, una escritura de texto y cuerpo que toma la forma de ensayo escénico. Un diálogo en torno a la idea propuesta por la filósofa Anne Dufourmantelle, en la que la dulzura rompe nuestra herencia dualista, permitiéndonos imaginar otra relación con nuestros cuerpos y el lenguaje que podemos ser capaz de desarrollar con él. El próximo 22 de abril pasarán por La Térmica, Málaga, el espacio que las acogía cuando se tomaron estas imágenes, mientras germinaba lo de llevar el afecto a escena. Cuatro enunciados explican este proyecto difícil de poner en palabras.
¿Qué es?
Pulsión de dulzura es una escritura de texto y cuerpo que toma la forma de ensayo escénico. Explora uno de los conceptos claves en la obra de la psicoanalista y filósofa Anne Dufourmantelle. Desafiando una historia de la filosofía que desconfía de las emociones, escribe Dufourmantelle en su libro Potencia de la dulzura que la dulzura es «primero una inteligencia, de la que engendra la vida, la salva y la acrecienta». Esta pieza, escrita entre las dos e interpretada por Carmen y Karelis Zambrano (con la colaboración de Malena Casado) estudia las tensiones entre la experiencia íntima del cuerpo enamorado y su lectura social en el contexto contemporáneo.
Nos interesa contar cómo algunos cuerpos en estado enamorado se resisten a renunciar a una especie de dulzura corporal-afectiva que suele asociarse al vínculo de los primeros cuidados que recibimos en la infancia. A través del texto, la interpretación y la danza, proponemos que la no renuncia a la dulzura de los cuerpos adultos es una forma de desarticular la herencia patriarcal dualista, permitiendo imaginar otra relación entre supervivencia, apego, deseo, y lenguaje.
¿Cómo lo estáis desarrollando? ¿dónde?
Carmen: Lo estamos desarrollando como quienes cocinan un puchero en una olla enorme, de forma comunal y a la vez descomunal jaja. ¿Dónde? No lo sabemos, un poco en todos los sitios. Casi siempre un proceso creativo lo he podido comparar con la imagen de un puchero, la olla que se mantiene en un fuego fijo y de ella entran y salen ingredientes, cucharas, manos, temperaturas cambiantes… El fuego fijo en este caso es itinerante, viaja en nuestros cuerpos porque las dos estamos en constante conversación. Siento que vamos cargando con la olla allí a donde tengamos que movernos por trabajo y que vamos con mucho cuidadito de que no se nos enfríe demasiado. A veces la colocamos en nuestros pisos compartidos en Madrid, en la sala de danza de un antigua profe, en nuestro viaje a México, en la casa de mi familia en Granada, en nuestro chat de Whatsapp…
Sara: Un síntoma del cuerpo enamorado es la exuberancia del lenguaje, del deseo de decir. Cuando estamos enamoradas, pero no estamos en sincronía con una otra, es fácil escribir poemas, novelas, o mantener ansiosos e infinitos monólogos mentales. Cuando los cuerpos enamorados son dos y pueden hablarse mutuamente con sensación de entendimiento, entonces creo que esa exuberancia del lenguaje se convierte en una posibilidad de camino creativo compartido. Estamos ahí, yo siento que estoy todo el día asombrada por la inteligencia y la belleza que Carmen trae a cada conversación.
Mutación ¿Esperáis algún resultado, o lo vital es el proceso?
Con nuestro contexto espacial y temporal cambiante el proceso va encontrando estímulos y posibilidades distintas. No sabíamos a dónde nos dirigíamos cuando comenzamos a escribir, pero estaba, con certeza, ese deseo compartido de intimidad, de descubrimiento. Gracias a la colaboración con afines la obra ha ido materializándose a través de otros lenguajes. Pulsión de dulzura cuenta con la participación coreográfica de Karelis Zambrano, el trabajo de edición de vídeo de Teresa Carril y la composición musical de Ana Quiroga. Ellas, junto a otras amigas, hacen que nuestro trabajo tenga un sentido colectivo más allá de nuestro vínculo.
Sinergia entre las dos: la apuesta por fundir vuestros oficios.
Sentimos una confianza, difícil de poner en palabras, que tiene que ver con la intuición de que el camino de conocimiento es compartido. Como si nos atravesase la atracción hacia un mismo misterio.
No nos importa “respetar” los límites, o emplear los términos de nuestras distintas disciplinas. No nos asustan los malentendidos propios de haber sido educadas en distintos lenguajes creativos.
Es como si participásemos de un pacto deseante que pronuncia: “me atrevo a ser transformada por la otra”, “con lo que tú eres, con lo que sabes y traes y todavía me es extraño, dejo que me invadas”.
¿El amor romántico como motor de creación y cambio?
Creo que el término “amor romántico” no nos dice demasiado, y desde luego no nos identificamos en él. Tal vez porque el sentido más utilizado de “amor romántico” suele tener que ver con un guión cuya estructura, de base heterosexual, permite perpetuar ciertas violencias. No nos interesan los relatos de la complementariedad, ni de la atracción entre opuestos, ni del proyecto de vida. Nosotras estamos trabajando en torno al amor erótico, es decir, el afecto amoroso que crea intimidad apasionada y que surge después de la “llegada” de Eros. Para nosotras el cuerpo enamorado es el cuerpo atravesado por Eros, es decir, arrebatado y tocado por la experiencia erótica de modo que queda disponible, abierto a procesos de reescritura que persiguen poder incluir la experiencia del placer erótico y la dulzura en los sentidos de la cotidianeidad. Frente a los debates que parecen posicionarse “a favor” o “en contra” del amor, a nosotras nos importa darle una dimensión política al cuerpo tocado por Eros, y una dimensión ética al tiempo de las amantes.
Una parte del texto de Pulsión de dulzura dice:
“La amante no es ajena a la razón social, conoce sus prescripciones, sabe de lo importante de llegar a ciertos mínimos, cuotas de normalidad en sus intercambios diarios. A pesar de esto, a pesar de su esfuerzo por estar presente en el mundo ordenado, secretamente se dejará guiar por una fuerza primaria, que desoye la ley a favor del con-tacto. La amante, sin confesarlo tal vez a nadie más que a la amada, habitará el mundo común siendo fiel tan solo a una inteligencia, a una pulsión, que no es de vida ni muerte sino de enlace, enganche, cuidado”.
Texto y fotos: Rocío Madrid