¿Qué hay de nuevo? La columna semanal de Estel Vilaseca para VEIN
Hacía tiempo que no me emocionaba tanto viendo un desfile, y eso que fue de forma virtual. Eden Tan logró atrapar mi atención y hacerme pensar con su colección de graduación “On Borrowed Fabric”. Las piezas que incluían un conjunto denim, un traje chaqueta o un vestido camisero llevaban integrado el rollo de tejido del que habían nacido. En algunos de los diseños, un par de personas sujetaban el canuto de cartón hasta que en un momento dado desenrollaban la totalidad del tejido ofreciendo un momento lleno de poesía. Tras la sorpresa inicial, en su cuenta de Instagram, Tan mostró una serie de fotografías en las que se veía la prenda fuera del cuerpo, integrada completamente en el tejido con una propuesta de patronaje de residuo cero que podía admirarse también como un bello lienzo. Y es que la sostenibilidad con mayúsculas tiene mucho más que ver con maneras radicales de romper con los procesos actuales de diseño y producción de prendas, prácticamente los mismos durante los últimos sesenta años, que con el uso de tejidos reciclados.
En su entrevista a Fucking Young, Tan explicaba su enfoque centrado en la sostenibilidad y el desarrollo de nuevas técnicas: “Desde el momento que empecé a crear esta colección mi intención fue crear una línea que pudiera ser usada de nuevo para crear otra. Esa fue mi motivación real, más que el hecho de que fuera bello (…) La mayoría de mis inspiraciones vienen de encontrar nuevas herramientas o formas de hacer algo. (…) Un ejemplo de eso sería encontrar una nueva forma de coser o una nueva técnica y aplicarla de forma poco convencional para crear”. Más influenciado por el mundo del arte que por las tendencias, Tan se llevó, además del aplauso general, el L’Oréal Professionnel Young Talent Award y encabezar un buen surtido de titulares en las mejores cabeceras de moda gracias a ese momento viral. Será interesante ver cómo Tan desarrolla estas ideas y consigue integrarlas en un mercado al que se le llena la boca con la palabra innovación pero que al mismo tiempo se resiste a abrazar el cambio y a poner al usuario final y al planeta que habitamos en el centro.
Unos días después de este debut, el mayor poeta de la moda, el comisario de moda Oliver Saillard mostraba en la Fundación Cartier su último proyecto “Moda Povera V, Les vêtements de Renée”, el último capítulo de su serie de performance que empezaba con una potente declaración de intenciones: “Aquí, sin podio, sin música, sin horda de fotógrafos. Sin nada a la venta. Lejos del ajetreo de los desfiles de la Semana de la Moda, la ropa de Renée –la quinta colección del proyecto educativo de Olivier Saillard “Moda Povera”, dedicado a su difunta madre– nos ofrece una intimidad y un tiempo que reconecta con la sobriedad y la temporalidad de los desfiles de antaño”. Saillard, que representó el papel de modisto, presentó una colección de alta costura con piezas elaboradas a partir de las modestas prendas de su madre, fallecida hacía dos años. Descosiendo y cosiendo, dio nueva vida a esa ropa que había quedado huérfana durante meses en el armario: “Un abrigo se convierte en capa, unos guantes nacen de un pañuelo, una sábana bordada con las iniciales de su madre se transforma en una camisa drapeada…”.
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Y es que más allá del terreno comercial, la ropa que viste nuestro cuerpo a diario es mucho más que un elemento de protección. Nos sirve para expresar, comunicar y, cómo en este caso, recordar. Saillard, a quien le interesan las prendas y no la moda, es muy crítico con el escenario actual: “hace mucho que ningún diseñador me dice que ha creado una prenda determinada para que las mujeres se muevan más cómodamente en ella. Hacen sus colecciones para distinguirse, para salir en Instagram, para ser originales, y no para ayudar a las mujeres”, comentaba en una entrevista que le hacían hace unos años en SModa. Curiosamente, la nueva aventura de la actriz Angelina Jolie, una marca de moda llamada “Atelier Jolie”, busca devolver la atención en las prendas, los artesanos y las personas que las visten: “Los diseñadores bocetan o aprueban los diseños, pero son los sastres los que marcan la diferencia y con quienes realmente me gusta crear. Y precisamente estos artesanos raramente reciben el reconocimiento y respeto que se merecen”. Este particular taller que abrirá sus puertas el próximo otoño en Nueva York, pone la mirada en la sostenibilidad, ofreciendo un espacio en el que reaprovechar, transformar y reciclar viejas prendas con el objetivo de alargar su vida. Con una primera colaboración junto a Chloé, promete competir con el esperado debut de Phoebe Philo.
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