Tríada lunar: Artemis, Selene y Hécate

05 / 09 / 2022
POR Nerea Sánchez

Una genealogía femenina, un orden simbólico independiente, basado en la idea de eterno retorno: vida, muerte y renacimiento.

Selene, de Albert Aublet.

Érase una vez una sociedad en la que dieron a Dios por muerto y algunas mujeres se apropiaron de símbolos viejos. Querían establecer una genealogía femenina, un orden simbólico independiente, posirónico, basado en la risa, la complicidad y el lenguaje propios, así como en cierta espiritualidad.

Dentro de estos símbolos, está el de la Triple Diosa, que se remonta a la prehistoria europea. Estas culturas tenían cosmovisiones relacionadas con los ciclos de la vida y la muerte, las estaciones y la luna. En el mundo griego se refleja en forma de tríada lunar, compuesta por las diosas Artemis, Selene y Hécate.

Artemis, diosa virgen de la caza, representa la virginidad y se relaciona con la luna creciente. Selene se asocia con la madre y con la luna llena. A Hécate se la relaciona la luna menguante y la vejez. Es una diosa de origen arcaico y sus atributos fueron cambiando con el tiempo. Inicialmente, fue la Gran Diosa. También se relaciona su sabiduría y vejez con la brujería; de ahí que se la presentara como reina de las brujas. De ella descienden todas las brujas, como Circe o Medea.

Hécate, de William Blake.

En las sociedades tribales, con una fuerte conexión con la naturaleza y el ciclo lunar, el inicio de un nuevo ciclo solía coincidir con la luna creciente; la ovulación, con la luna llena; la menstruación, con la menguante. Del mismo modo, esta tríada lunar sirve para interpretar a una escala mayor los ritos de paso de la primera regla, el parto y la menopausia. Representan los ritmos y momentos vitales.

La reapropiación de este relato comienza en los años setenta. Aquella es la época del feminismo de la diferencia, una rama del feminismo que aboga por “buscar la medida en nosotras mismas” (este es uno de los lemas de la comunidad filosófica Diotima) y por la creación del orden simbólico de la madre, en palabras de Luce Irigaray. Precisamente, lo específico de la medida materna tradicional consiste en su carácter periódico y cíclico que tan bien representa la luna.

Actualmente, la recuperación y apropiación de símbolos sigue su curso en diversas formas. De aquellos símbolos, estos horóscopos. De una reivindicación de la diferencia basada en el sexo, como la de la historia que acabamos de contar, se pasa, poco a poco, a la reivindicación de símbolos que no aluden al sexo, pero sí a la exaltación de la diferencia basada en una idea de feminidad. Se trata de reivindicar aquello que, por femenino, es sistemáticamente despreciado.

Artemis/Diana cazadora, de Pierre-Auguste Renoir.

_