Vanina Bruc: “No somos víctimas, y tenemos una belleza indestructible”

20 / 12 / 2021
POR Jaime Martínez

Hablamos con la autora de “Pronto seré de oro y carmín”, conjunto de relatos cortos en los que se lanza a evidenciar la irreductible fuerza con la que cuentan las personas queer y disidentes a la hora de defender su libertad frente al peso de lo normativo.

A veces se nos tiende a pasar por el alto, a pesar de lo mucho que Netflix lo llega a utilizar como tema recurrente en sus producciones —en ocasiones incluso de manera excesivamente reiterativa—, que somos seres que gozamos del libre albedrío. Una libertad de decisión que también es cierto que se nos trata de limitar en exceso de múltiples formas y maneras desde el conjunto de las sociedades desarrolladas en las que vivimos, frente a lo que no obstante siempre ha existido un conjunto de personas disidentes que se han manifestado abiertamente en contra. Personas que se han revelado contra el peso de lo normativo defendiendo una manera distinta de entender el mundo y la realidad, y entre las que, en el terreno de lo afectivo, nos encontramos entre otros con los miembros de las distintas comunidades que conforman el colectivo LGBTQIA+. Representantes de una parte significativa de esa sociedad que se ha visto especialmente perjudicada por la invisibilidad a la que, de manera continuada, los ha sometido la aplastante huella de los convencionalismos, y que ahora alzan sus voces junto a un conjunto de otros disidentes para dar forma a Pronto seré de oro y carmín (Dos Bigotes, 2021). Libro “mágicoqueer” de relatos cortos de ficción escrito por Vanina Bruc, con el que la escritora, modelo e ilustradora española viene derrumbar el falso mito de lo “normativo”, así como a recordarnos la increíble fuerza y resiliencia con las que, nosotros los disidentes, contamos a la hora de renacer como auténticos fénix frente a la gravedad que pueda darse en el seno de nuestras particulares circunstancias. En definitiva, un libro con el que la autora viene a hablarnos de libertad. De la libertad para ser, de la libertad para querer.

Antes que nada enhorabuena por la buena acogida que está teniendo el libro, tengo entendido que incluso más allá de las fronteras españolas. Porque, ¿en cuántos países exactamente has llegado ya a presentarlo?

¡Gracias! He presentado el libro en España, con un tour que hice por Madrid, Barcelona, Granada y Soria; en Inglaterra, en el Festival de Literatura Queer Española de Londres; y ahora lo acabo de dar a conocer en Alemania, con una presentación Berlín.

¿Cómo está siendo la acogida?

La verdad es que muy buena. Me han hecho llegar mensajes muy bonitos, y en todos los lugares a los que he ido ha sido como todo un regalo.

¿Hay alguno de esos mensajes que te hayan llegado a emocionar especialmente?

Uno de los mayores halagos que me han hecho es darme las gracias por la belleza de las historias. Decirme que se sienten inspiradas, que se han reconocido, y que gracias a ellas se han querido más; que es un libro que se guardan en el corazón. Eso, y que yo parezco uno de mis propios personajes, que para mí es el mayor de los cumplidos (risas). Ciertamente, como artista, esos mensajes son un abrazo, que te permiten saber cómo está haciendo a muchas personas pensar, sentir y dialogar tu obra. Además yo soy muy partidaria de compartir siempre las cosas buenas que pienso de los demás, así que me alegra cuando la gente me escribe y me lo hace saber también a mí.

¿Y se ha traducido ya el libro también a otras lenguas, como las oficiales de estos dos países que mencionabas?

Todavía no se ha traducido, pero es algo que estoy deseando para poder así compartirlo con mis amigues que no hablan español, y también para que así el libro pueda llegar a más gente. Teniendo esto en cuenta, las presentaciones que se han realizado hasta ahora en Londres y en Berlín han ido dirigidas a personas hispanoparlantes claro, por una cuestión puramente idiomática, cosa que por otro lado me parece muy bonita.

Dirigiendo ya toda nuestra atención a lo que es el libro en sí, ¿cómo lo describirías? ¿cómo definirías a este Pronto seré de oro y carmín?

Siempre digo que el género del libro es “mágico queer”, una palabra que me inventé en un vídeo en su día pero que creo que le va ideal. Y en su interior nos encontraremos con unos relatos sobre personajes disidentes, que ansían sobre todo la libertad, y que arden como fénix. Que cambian el curso de sus vidas y evolucionan en una catarsis, y siempre encontrando la belleza en el temor.

Hablamos entonces de un libro de relatos, en los que das cabida ¿a qué exactamente? ¿cómo describirías de manera aún más exacta ese nexo en común que va hilvanando las 10 historias que dan forma a Pronto seré de oro y carmín?

En esa necesidad de libertad y en ese sentimiento de opresión común, que son los que terminan por unir a estas realidades e identidades tan dispares. De hecho, es que cuando estaba escribiendo los relatos por separado me di cuenta de que existía esa conexión, casi intangible, entre ellos, y a partir de ahí esa misma conexión fue la que me permitió organizar los relatos, e incluso añadir otros para terminar de confeccionar el libro.

¿Y cuál era el objetivo, o ese mensaje, que perseguías alcanzar con la publicación de este conjunto de relatos cortos? ¿qué es lo que en definitiva nació en ti y te ha movido a tener que escribir estas historias?

Realmente no pensé en ningún objetivo, si no que sencillamente me puse a seguir mi propio instinto. A la hora de crear soy muy intuitiva y me dejo llevar por las cuestiones, los colores, las temáticas o las formas que me inspiran en ese determinado momento, de manera que todas estas historias me fueron naciendo, y simplemente las dejé salir. Siempre tengo como esa necesidad de expresarme de distintas formas y maneras, y en ese momento el formato que me llamaba era el de elaborar un texto muy visual y con mucha fuerza.

Con este libro no podemos que decir que nos encontramos frente al primer título de una escritora novel, ya que antes de ser tan plenamente tú misma como ya eres ahora, publicabas Vera, tu primera novela. ¿Por qué has decidido dar este salto de género, apostando por los relatos cortos en lugar de continuar con la práctica de la novela?

Me gustan todos los formatos, pero me ha encantado entrar a explorar el del relato y el poder adentrarme en tantas mentes distintas y el aprender tantísimo de ellas. Eso se debe a que una de las cosas que más me gustan en el mundo es idear, coser y diseñar mundos, con sus propios personajes, sus propias voces, sus propios colores… Y esto es algo a lo que se presta especialmente este género de los relatos, que me ha permitido el poder crear muchos universos distintos en menos tiempo.

Parece que muchas son las cosas que han cambiado en tu vida desde el tiempo que ha pasado de aquella Vera hasta este Pronto seré de oro y carmín. ¿Qué ha supuesto para ti, a nivel personal, el enfrentarte y el desarrollar esta nueva obra?

Algo fabuloso. La verdad que la escritura de estas historias ha resultado ser un proyecto de embellecimiento, de sanación y de honestidad conmigo y con toda mi creatividad, y de apertura a lo que verdaderamente me apetecía hacer. Creo que esa sinceridad se aprecia en los textos, que me atrevería a describir como frescos y valientes, crudos, hermosos… con notas de fantasía y de ciencia ficción y, en definitiva, en perfecta sintonía conmigo y con las cosas que me gustan. Y no solo eso, si no que la publicación, la recepción, la presencia mediática, el ver mi nombre en grande sobre el papel… está siendo una cosa espectacular.

¿Y ha habido algún otro proyecto entre medias? ¿o a qué has estado dedicada durante ese tiempo que ha venido de Vera a Pronto seré de oro y carmín?

Es un tiempo que he dedicado a empezar distintas series de ilustraciones digitales, a trabajar de modelo, a realizar cursos de interpretación… Pero sobre todo ha sido un tiempo en el que he vivido y he sanado cosas que verdaderamente me han hecho evolucionar mucho como persona, y que me han catapultado a un estado de bondad y creatividad muy vigorizante.

Antes de comenzar a zambullirnos entre las páginas de esta serie de relatos cortos, lo primero que llama poderosamente la atención, con simplemente echarle un simple vistazo al libro, es sin duda esta portada tan llamativa y con este título de Pronto seré de oro y carmín. Una combinación que, no sé si es cosa mía, pero que transmite muchísima magia. ¿Esta era también una de tus intenciones a la hora de sacar adelante este libro? ¿el componer una obra capaz de romper con las fronteras de lo real?

Bueno, es que mírame (risas). Yo vivo en esa frontera de lo real, en un espacio onírico que me eleva a lugares bonitos, inundado además de un fuerte componente mágico en cuanto a estética y a concepción de las cosas. Y todo eso se termina reflejando en mis obras. En cuanto al asunto concreto de la portada, no era algo que tuviéramos pensado de antemano, sino que terminó siendo toda una sorpresa. Justo por la época en la que estábamos decidiendo cómo hacerla, me hice unas fotografías muy “brujísima” que Gonzalo y Alberto, los directores de la Editorial Dos Bigotes, me comentaron que a Raúl Lázaro, el autor de la portada, le habían encantado, y que qué me parecería ser la “cover girl” del libro. No es nada común que una escritora de ficción salga en portada, pero a mí me encanto la idea, así que a partir de ahí elegimos los colores y nos quedó una edición, creo que preciosa, que sintetiza muy bien esa expansión del libro y de los personajes y esa búsqueda de la verdad de la que hablábamos. Y eso sin olvidar el que me fascina haber terminado siendo la “cover girl” del libro.

Si tuviéramos que ponerle una melodía, personalmente el tono del libro me suena mucho a esa canción de Todos Me Miran de Gloria Trevi, así que no sé si, además de con esa “magia” que parece decidido a querer transmitirnos, podríamos también abrazar ese “pronto seré de oro y carmín” como un mensaje de esperanza, o puede que más bien incluso de fuerza.

¡Qué curioso! Ves, me gusta saber qué percepciones tiene cada persona al leerlo, porque hay algunas cosas en las que yo no hubiera pensado. Es verdad que el libro tiene un claro tono de esperanza, un mensaje que me aplico también a mí misma. Porque habrá tristeza, pero también belleza; habrá crudeza y amor, y momentos de celebración… pero sobre todo mañana siempre puede llegar a ser un día mejor.

Y si tuvieras que ponerle música, ¿a qué te suena a ti el libro?

¡Bueno es que el libro tiene su propia playlist! Cuando creo siempre escucho música, lo que me ayuda a entrar en los estados y emociones que quiero transmitir. Habitualmente suele ser art pop, y para este trabajo en concreto la música que me ha acompañado, y por tanto a lo que me suena el libro, es a Ancora, Ancora, Ancora de Mina Mazzini, me suena a This woman’s work de Kate Bush, al aria de Lucia de Lammermoor, a Ryuichi Sakamoto… también a sonidos de lluvia, a I believe in you de Kylie Minogue, y al álbum Magdalene de FKA Twigs.

Siguiendo con este intento por resolver el significado que se oculta tras este título, nos encontramos con que tanto ese “oro” como ese “carmín” van a ser dos elementos que, de una manera o de otra, vamos a ver como aparecen indistintamente a lo largo de cada uno de estos 10 relatos que conforman el libro, y mediante unas simbologías aparentemente muy cambiantes. Así que cuéntanos, ¿cuál es el significado, o cuál es ese valor, que tú personalmente les das? ¿qué representan para ti ese oro y ese carmín?

Realmente el título del libro surgió al final, una vez que ya había escrito el relato de Carmela según Carmela, el de la bruja del siglo XVII que es condenada a la hoguera y que tiene una comunión espiritual antes de que eso ocurra. Con ella y con su historia, lo primero en lo que pensaba era en que estaba conviertiéndose en Selene, en toda una diosa de plata; y lo segundo era en esas llamas que la devorarían, y que serían al mismo tiempo su condena y su elevación a un mundo mejor. Y este “oro” y este “carmín” vienen del color de estas llamas, pero también se presentan es verdad como una simbología de ser una misma, de ser fiel a lo que siento, de que pronto seré todo lo que anhelo, todo lo que soy, de que pronto seré de oro y carmín. Como señalas esa misma simbología, de autenticidad, de renacimiento, se repite en otros relatos, porque son colores bellos, y porque los metales preciosos me tienen muy enamorada… A parte de eso, como buena sinestésica que soy, cada uno de estos mundos, cada uno de estos relatos, tienen para mí un color propio. El de Carmela por ejemplo es el plata, el mundo de Keiko es azul profundo, el de Bandita es rojo y púrpura, el de Nefar azul pálido, el de Florecen es verde y rosa… son colores que para mí dan cohesión a sus mundos, en lo que además implica el poder de mostrar su verdadera realidad.

Centrándonos ya en lo que vienen a ser este conjunto de 10 relatos cortos, con ellos nos invitas a recorrer una cronología que no entiende de barreras físicas ni temporales, presentándonos un viaje con el que nos vas a llevar de la Italia contemporánea hasta el Nueva York de finales del siglo XX, pasando por la Europa medieval y retrocediendo hasta el antiguo Egipto. ¿Por qué has apostado específicamente por esta estructura tan fragmentada, en lugar de decidirte en centrar los relatos a una época o a un lugar geográfico más concretos?

De entrada, ¡para pasármelo bien yo misma!, investigando, creando esos espacios… siendo algo que como te decía me resulta divertidísimo. No fue en este sentido una decisión consciente ni tomada a priori, sino más bien un camino que seguí y en el que me situé a través de las ideas y de la música con las que trabajaba, pero no obstante me parece muy interesante el resultado. El poder hacer un viaje físico, espiritual e identitario como el que finalmente se plantea a lo largo del libro. Además, viéndolo ahora en perspectiva, también me gusta ver ese viaje como un testimonio de que las personas queer hemos existido siempre, y de que se puede trazar una línea de autenticidad capaz de unirnos a todas.

Mientras tanto, en cuanto al tono de cada uno de los relatos, vemos cómo se tratan de historias muy duras, que nos hablan de exclusión, de abusos, de dominación… y de todo un sin fin de esas complejidades que son capaces de darse en el entorno de las relaciones interpersonales. ¿Dirías por tanto que estamos ante un libro que encierra un mensaje optimista y positivo, o que más bien se centra en poner en evidencia el maltrato que puede llegar a ejercerse contra los demás y contra determinados colectivos, así como lo profundamente dañados que podemos llegar a estar como para sostener en el tiempo relaciones de estas características, y no terminar por alzarnos y decir “hasta aquí”?

Como te decía antes, a mí me gusta embellecerlo todo, buscar la belleza y la esperanza en todas partes, pero eso no significa que cierre los ojos y que niegue la crudeza del mundo. Esos abusos, esa dominación, esa maldad, esos juegos de poder, son cosas que hemos experimentado muchas personas, y el hablar de ello, el ver que también les ha ocurrido a otres, es un elemento muy poderoso de sanación y una forma de no normalizarlo. Nadie tiene derecho a imponer, a abusar ni a eliminar la existencia de otra persona. Y yo conozco la crudeza, y sé lo importante y refrescante que es el salir a buscar y el poder encontrar la belleza en cualquier parte. Recuerdo, siendo pequeña, algo que decía Cenicienta: “estos son mis sueños, y nadie me los podrá quitar”. Siempre me ha gustado ese territorio sagrado que es nuestra mente y nuestro corazón, que nos pertenecen aunque la realidad que nos envuelva sea espeluznante. Mis sueños son míos, mi miente es mía, y así será siempre. Y por eso aún con todo, el mensaje que prevalece es el de la esperanza. Porque es posible enloquecer, romperse, que intenten rompernos, aceptar que pueden haber ocurrido cosas malas, pero eso no nos define. No somos víctimas, y tenemos una belleza indestructible. Y creo que el tener esto presente es justo lo que puede ayudar a decir “hasta aquí”, a poner límites, a entender que tenemos poder como seres humanos y que lo vamos a emplear. Y que vamos, y que voy, a luchar cada día de nuestra vida para mantener esa luz intacta.

Tratando de profundizar un poco más en el fondo de los relatos, pero intentando en ese camino no desvelar del todo sus tramas, ¿cómo definirías la personalidad de sus distintos protagonistas? ¿cuáles dirías que son los principales rasgos que los definen y que pueden llegar a compartir los unos con los otros, como para que puedan llegar a coexistir en este universo de mundos que has creado entre las páginas de Pronto seré de oro y carmín?

En realidad no creo que tengan elementos en común, que es precisamente lo que por otro lado los hace tan interesantes. Tenemos la inocencia de Lido, la excentricidad genuina y autodestrucción de Keiko, está la pillería y el egoísmo de Florence, la bondad y la resiliencia de Nefar, la comodidad y el miedo de Tallullah, la superficialidad de Sera, la inseguridad narcisista de Bandita, y la independencia y la magia de Carmela. Por tanto no veo que compartan rasgos, pero lo que sí veo que hay detrás y sí tienen en común es ese despertar ante el peso de sus propias vidas, que es lo que permite trazar una línea entre sus historias.

Y en cuanto al sentido de esas historias, ¿cómo describirías al conjunto de estos problemas y de estas distintas, y duras, realidades a las que cada uno de ellos debe de hacer frente?

Es que cada una de las historias es muy distinta, pero si tuviera que resumirlas, diría que en general tratan sobre la profundidad del ser humano. A mí de lo que me interesa hablar, y así lo hago en el libro, es de temas como el amor, del amor propio, de la ausencia de él… de la autodestrucción, de la reclamación de la identidad, del abuso de poder, de la bondad, de la importancia de la libertad, de la diversión de ser une misme, de lo brillante, del glamour… También de lo importantísimo que es criarnos en entornos afectivos y sanos que nos permitan desarrollarnos, de lo pútrido que se realiza en nombre de la moral y de la religión… y de la sensación de haber sido expulsade al mundo sin afecto, y al mar profundo del cuestionamiento de la existencia.

En el libro nos muestras un tapiz de historias formado por las vidas de chaperos, de mujeres trans, de mujeres atrapadas en matrimonios infelices, de reinas de Egipto, de mujeres y de hombres que se quieren y desean yendo contra los convencionalismos, y por las de unas mágicas brujas, y sus verdugos. ¿Por qué crees que historias como las suyas deben y es necesario que se visibilicen y se cuenten a través de libros como el tuyo?

Porque son historias de vidas que se salen de la norma, y no me interesa nada la norma. La norma es un constructo, y lo que se crea a partir de ella son limitaciones de las grandes posibilidades que tiene la humanidad. A mí lo que me fascina es lo que ocurre ahí fuera, lo que pasa cuando se rompe el molde, y por eso en mi obra creo sobre todo ello y hablo de lo que son mis amigues, de lo que soy yo. El concepto de la moral superior que subyuga a la disidencia no me interesa absolutamente para nada, entre otras razones porque no es cierta. No se tiene un bonus en nada por ser cis, hetero, blanxs o lo que sea. A veces cuando hablamos de visibilizar parece que estemos reclamando un espacio para que nos vean desde esa norma, pero hay un elemento inadvertido que a mí me encanta y que rompe todo este esquema, y es que, por mucho que se esfuercen, ¡nadie encaja dentro de esa norma! De ahí que se den historias como las que recojo en el libro, historias como las de Florence o Tallullah. Las de unas mujeres cis blancas de hogares acomodados, y presumiblemente aceptados, que detestan sus vidas. Esa incongruencia, ese atisbo de duda, es de lo que a mí me interesa hablar.

¿Y podemos referirnos a ellas, a estas historias, a estos relatos, como los de unas vidas de ficción? ¿o responderían más bien al de un estereotipado conjunto de historias que, por desgracia, han sido a lo largo de la historia, y todavía lo son, demasiado frecuentes y reales?

Yo no creo en los estereotipos. Son limitantes y aburridos. Estas son historias de ficción de personajes, cada cual con sus propias motivaciones, alegrías y miedos. Aunque lo que si es cierto es que esa ficción vive de la realidad que se da en el planeta Tierra, que es la que conocemos. Algunos personajes, como Carmela, representan la opresión del patriarcado y una serie de sucesos concretos, y que inexplicablemente ocurrieron, como fue las quemas de brujas. Por tanto las historias sí están ligadas a nuestro mundo, pero no por venir de un conjunto de estereotipos, sino porque lo que tratan es de reflejar la resistencia y la magnificiencia de la disidencia y de lo queer.

¿Hay partes de ti misma y de tu propia vida detrás de estas historias?

Tampoco es que ninguna de ellas sea yo, pero al mismo tiempo, habiendo salido de mi mente y de mi corazón, beben de las inquietudes que me asaltaban cuando las escribí, de mis intereses, de las lecturas, de los miedos e inseguridades, de las fascinaciones estética que tenía entonces… de los problemas que alguien me contaba, de mi observación del universo… Así que sí, algo tienen de mí. Yo las creé.

Juntando en este punto esa estructura fragmentada de la que hablábamos, con el matiz que caracteriza al conjunto de los relatos, ¿no dirías que de algún modo cada una de estas historias, te sirve para reforzar ese mensaje que de cierta manera buscas transmitir con la elección de esa estructura? Es decir, ¿el apostar por esta estructura fragmentada, que va más allá de tiempos y lugares, no sirve también para reforzar la idea que subyace a lo largo de todo el libro, de que abusos y violencias como las que narras han sido y son unas prácticas que se han estado dando de manera permanente a lo largo de la historia, en todas las épocas, en todos los tiempos, y en todas las culturas?

Bueno ante todo tengo que señalar que es que para mí lo interesante no está en los abusos, y yo no centro mi narrativa en eso. Para mí lo importante es el brillo que todos los personajes son capaces de desprender, pese a los contextos históricos inexplicables en los que tenemos que existir. El punto central por tanto sí está en que las personas queer y disidentes han existido siempre, pero los opresores y conservados no me interesan. El libro no va sobre ellos, va sobre nosotres.

¿Y cuál es la percepción que tienes del tiempo actual en el que vivimos, en relación de manera concreta con las problemáticas vinculadas con la comunidad LGBTQIA+ que aparecen reflejadas en este conjunto de relatos? ¿Crees que se están dando o que se han dado ya los avances necesarios para que historias como las de los Antinoos, las de las “monstruas”, las de las Keikos o las de las Carmelas contemporáneas de nuestro tiempo dejen de darse?

Claro que no, pero sí pienso que estamos avanzando, le pese a quien le pese, y por diversos motivos. Ahora por ejemplo ya no se nos puede aplicar, ni por los demás ni por nosotres mismes, esa falsa moral nacida de la culpa monoteísta, porque nos hemos liberado de esa perspectiva del pecado y entendido que justo esa autenticidad, esa naturalidad, esa bondad con une misme y con les otres, es espiritualmente algo muchísimo más poderoso. Y aunque haya grupos que actúen desde la frustración y el odio y que se agarren a unos valores arcaicos, que nunca deberían haberse impuesto, el mundo está cambiando. Nosotres estamos cambiando. Hemos entendido que no deben “tolerarnos”, si no que estamos más avanzades a nivel de autocomprensión y de humanidad, y que lo que deberían hacer esos grupos de personas es aprender de nosotres.

¿Dirías entonces que hoy somos más libres para elegir el modelo de vida que queremos vivir, que es más fácil querer como un Antinoo, como una Keiko o como una “monstrua”?

Sí, y es importantísimo reforzar esa idea. Uno de los mayores dones y placeres que nos da la mente humana, es el disponer del poder necesario para tomar decisiones y para construir la vida que queremos vivir. Y en eso la disidencia tiene un regalo añadido, y es que como ya no se te aplica ningún convencionalismo, se eliminan las expectativas y las presiones sociales sobre cómo deberías vivir y sobre qué deberías conseguir en cada momento de tu vida, y eso al final se traduce en una mayor sensación de libertad.

¿Y dirías que somos plenamente libres?

No, ¿quién lo es? Vivimos en una sociedad ya delimitada. Pero eso no implica que no podamos ser libres; libres en nuestro día a día, en la manera de entender el planeta y el cosmos, libres en la forma de entender nuestro cuerpo y nuestras emociones. Lo demás ya llegará.

¿Encuentras que ese mayor grado de libertad y esos distintos modelos de vida, se respetan realmente a nivel sociedad? ¿o los derechos y el reconocimiento que se han comenzado a dar en los ámbitos legales hacia determinados grupos y colectivos, son todavía una suerte de ficción que no ha terminado de calar del todo a nivel social?

Esta sociedad la componemos todes, y sería fabuloso el comprenderlo. La sociedad no es un ente ni ningún planeta lejano en el que ejercemos de satélites, porque pagamos impuestos como los demás, caminamos por las mismas calles y contribuimos a que siga girando del mismo modo que cualquiera. Así que no entiendo exactamente dónde tendría que calar, y si alguien piensa que está en un oasis de moralidad superior por el color de su piel, por su circunstancia cisgénero o por su heterosexualidad, sencillamente le digo que no es así. Y si yo no hablo nada sobre elles, elles tampoco sobre mí.

Además de esa cuestión sobre el abuso a la que te apuntaba, y que aún con todas sigo entendiendo como capital a la hora de poder entender el libro, con estas historias también entras a abordar otros asuntos que van más allá de las problemáticas únicamente de naturaleza LGBTQIA+, como pueden ser los amores no correspondidos, o el de la infelicidad que viene de mantenernos en relaciones que no nos hacen felices, pero que podemos llegar a mantener por convencionalismos sociales. Con ello, ¿tratas de algún modo también de evidenciar el que, más allá de la sexualidad y del género, todos somos personas y formamos parte, como señalabas, de una misma sociedad, de una misma humanidad, frente a la que nos podemos sentir solos y desnudos de una idéntica manera?

Ahí es donde está lo bello del libro, en la resiliencia, en la capacidad de adaptación, en la limpieza de espíritu, en la búsqueda de la propia frecuencia y en todo ese resto de cosas que compartimos y que comentas, y que se reflejan en estas historias. Pero como te comentaba antes, el abuso no es de ninguna manera el eje central del libro. Yo nunca le daré mi espacio ni cederé mi espacio a la opresión, si no que usaré mi voz para hablar de nosotres y para ofrecernos mundos y ficciones inspiradoras que nos hagan soñar y empoderarnos. Los que practican el abuso lo que deberían hacer es ir a terapia. Es su problema, no el nuestro, y si eso sale en el libro es porque ocurre y es real y yo no le doy la espalda a la realidad. Pero quiero que quede bien claro que justamente este Pronto seré de oro y carmín es una canción que habla de esperanza y de magnificencia. De comprender que estamos destinades a ser luminosas y que nadie podrá evitarlo. Todes somos parte de la humanidad y la enriquecemos de un modo ilimitado. 

A pesar de esa comunión de la que hablas y de la que todos participamos, nos encontramos con que, y es algo que en cierta manera también aparece reflejado en el libro, hay grupos, además de hombres, de mujeres, y de mujeres feministas, que se manifiestan abiertamente en contra de los derechos de determinados grupos, como puede ser en este caso el de los derechos de las mujeres trans.

Como te decía no creo en ceder mi espacio a hablar de los opresores, así que prefiero no hablar sobre este asunto. No creo que pueda aportar nada a la esencia “mágicoqueer” del libro ni al mensaje que busco transmitir.

Retomando entonces esa otra serie de temas que abordas en el libro y que enumeraba muy por encima, me gustaría hacer especial hincapié en esos amores virtuales, como el de Sera, que pueden llegar a darse frente a la imagen, siempre incompleta y muy a menudo irreal, que se transmite a través de las redes sociales.

Bueno, creo que las redes sociales tenemos que tomarlas como lo que son, una imagen curada y proyectada que emitimos al mundo y que va por separado de nosotros y de los momentos en los que estamos presentes. En este caso, me interesaba hablar de lo que le ocurre a Sera porque he visto a gente obsesionarse en cierto modo con alguien online, y la razón está básicamente en que pueden proyectarles encima lo que quieren ver, de manera que nunca les van a decepcionar porque sólo existen en la percepción que elles tienen. Tomando como ejemplo el caso de Sera, si no mantiene una conversación real con las chicas que le gustan, nunca van a ser algo distinto de lo que ella imagina, y esa es una posición de una extraña comodidad… En su caso, porque es un modo de escapismo y de poco trabajo emocional. No puedo hablar en términos generales, pero sí he visto como esto ocurre.

Y el que desde las redes sociales se fomenten atracciones e interacciones como estas, como las de Sera, ¿opinas que es algo bueno y positivo que nos enriquece, en la medida en la que puede permitirnos llegar a interconectar con muchas otras más personas y a vivir muchas otras nuevas experiencias? ¿o se trata de un modelo de relaciones que, a la larga, solamente puede desembocar en frustraciones y soledades?

Tampoco soy quien para entrar a juzgar cómo decide y a través de qué medios conectar la gente la verdad. Creo que se pueden establecer vínculos de muchas maneras distintas, y que lo online nos puede acercar a personas con las que en otros contextos nos sería imposible, con una vertiente positiva añadida que es la de que te puede permitir conectar con otras personas que pueden haber pasado cosas similares a las que tú has pasado, pero que en tu entorno puede que no se comprendan. Siendo también la vía online para las personas queer un modo de ver, de conocer y de coger referentes sobre todo lo que es posible hacer, que creo que está genial y que nos abre a un abanico de posibilidades mucho mayor. Y sobre Sera, no sé, pero en este momento de su historia diría que está en un punto de negación importante, y creo que tiene mucho trabajo por hacer con ella misma de cara a poder construir relaciones sanas.

Como parte de las soluciones frente a estas distintas problemáticas que aparecen reflejadas en el libro, así como frente a muchas otras, la respuesta siempre se había depositado en la educación, entendida como una palanca desde la que poder impulsar un nuevo modelo de sociedad más ilustrado, y consecuentemente más justo e inclusivo. En relación a este campo, asistíamos hace bien poco a un episodio tan confuso como lo fue ese intento de retirada de un conjunto de libros de temática LGBTQIA+ que habían sido adquiridos para que formaran parte de las bibliotecas de los institutos públicos de Castellón. En mi caso prohibición y libro son dos términos que personalmente rechazo que puedan darse en una misma frase, pero ¿qué valoración haces tú de una decisión judicial como esta?

¿Qué voy a pensar? Que es fascismo, y ya está. Y que estos señoros se olvidan que les niñes no son por defecto hetero y cisgénero, que todas las personas hemos vivido una infancia, y que el mayor regalo que se le puede hacer a un ser humano es la libertad y la capacidad para elegir. Están desfasados y son absurdos, y es mejor que entiendan el mundo en el que viven y traten de disfrutarlo.

¿Respondería tu libro a esta misma categoría como libro de temática LGBTQIA+? Porque, como hemos visto, entras a tratar un conjunto de temas que se sitúan más allá de las cuestiones solamente del género y de la sexualidad.

Supongo que sí y sería un cumplido, porque esos libros son libros que iluminan, informan, inspiran y hacen crecer. Y el que no le guste a personas cargadas de odio significa que estoy haciendo las cosas bien.

Y el que exista este género concreto, el de la literatura LGBTQIA+, delimitado dentro de lo que es la producción literaria, ¿crees que permite dar visibilidad a una serie de problemáticas y de realidades, muy concretas, que han estado invisibilizadas durante demasiado tiempo, o que por el contrario solo sirve para seguir estigmatizando estas realidades y a dirigirlas hacia grupos de la sociedad muy concretos?

Bueno que no se te olvide que yo mi libro lo defino como “mágicoqueer”, que es el género que me he inventado y que me inspira muchísimo (risas). Pero al margen de esto, creo que está bien que sepamos y que tengamos presente que existe la literatura LGBTQIA+ como temática, para quien quiera buscarla, quien necesite leerla y para que esté al alcance de a quien pueda ayudar. A pesar de que la literatura sea literatura, desafortunadamente el colectivo no está presente en todas las producciones, así que sí, me parece que está bien que tenga un espacio propio en el que poder encontrar estas obras más fácilmente.

Y en cuanto a ti y a tu cada vez más consolidada trayectoria como escritora, ¿qué nuevos proyectos mantienes en el horizonte? ¿o por ahora todo se centra en la promoción de Pronto seré de oro y carmín?

He estado escribiendo una novela de fantasía y ciencia ficción queer que espero que salga publicada pronto, y que me he pasado muy bien escribiendo. De otra parte, ahora mismo estoy en Berlín trabajando como modelo, creando unas piezas visuales con unos monólogos que he escrito, interpretándolos, pintando mucho… y también he empezado una sección de videoensayo y he participado en un documental que saldrá en algún momento del próximo año.

¿Te ha ayudado en algún sentido la publicación de Pronto seré de oro y carmín a ver el mundo de distinta manera? ¿desde una perspectiva quizás más esperanzadora?

Yo siempre lo veo todo con luz, no me interesa hacerlo de otro modo. He escrito Pronto seré de oro y carmín precisamente porque creo en mí, en las personas que quiero y en un mundo bello. Pienso que hay una cierta tendencia a intentar sacarnos a las personas queer y disidentes un discurso triste y victimista, algo que me resulta chocante cuando lo que hacemos es entender que nuestra existencia es bellísima. Y así lo veo yo.

 

Vanina Bruc

Pronto seré de oro y carmín – Dos Bigotes, 2021