5 libros para leer ciencia ficción este #LEOAUTORASOCT

06 / 10 / 2021
POR Alicia Medina

Raza, clase y género se sitúan en el centro de sus tramas. Títulos en los que autoras de ciencia ficción revisan el pasado y miran al futuro para repensar el presente.

Con ‘Dune’ de Frank Herbert en el cine y la emisión de la serie sobre ‘La Fundación’ de Asimov en Amazon Prime, cabe preguntarse para cuándo una superproducción basada en una novela de ciencia ficción que no esté escrita por un autor blanco y occidental. Mientras ese momento llega —que llegará, porque cada vez hay más alternativas potentes con gran aceptación entre el público—, os proponemos cinco libros para este #LeoAutorasOct que miran al futuro para repensar el presente. 

‘Hija de sangre y otros relatos’, de Octavia Butler

Octavia Butler, madre del afrofuturismo, es una de las escritoras de ciencia ficción más reivindicadas de los últimos tiempos. De hecho, la senda que ella inició al imaginar nuevas identidades no blancas, anticoloniales y queer en futuros alternativos, ha sido seguida, discursiva y estéticamente, por artistes de reconocido prestigio en la actualidad, como Nnedi Okorafor, Janelle Monáe, Erykah Badu o la mismísima Beyoncé, que reclaman otra realidad posible. 

Sus novelas publicadas en castellano —‘Parentesco’ (Capitán Swing), ‘La estirpe de Lilith’ (Nova) y ‘La parabola del sembrador’ (Capitán Swing)— reflexionan sobre el racismo, el género, la sexualidad, la ciencia, la violencia o la desigualdad de clases de una forma profunda, pero accesible. Sin embargo, son sus escritos recogidos en ‘Hija de sangre y otros relatos’ (Consonni), los que demuestran la madurez de una autora que utilizaba la ciencia ficción, como ella misma aseguraba en uno de los ensayos que contiene este libro, para analizar el pasado, el presente y el futuro, alertando de los riesgos a los que nos enfrentamos debido a la ciencia y a la organización social y, sobre todo, buscando formas alternativas de vivir. 

‘Hija de sangre’, ganador de los Premios Nébula y Hugo, es el relato más famoso que recoge este libro. En él, la autora imagina cómo podría ser la convivencia entre la raza humana y una especie alienígena fuera de la Tierra. Pero como en todas sus historias, Butler solo utiliza este escenario como una excusa para explorar temas que le obsesionan, como el amor entre dos seres diferentes o la posibilidad del embarazo en los hombres, no como obligación, sino como un acto de generosidad, a pesar de las dificultades que pudiera implicar el parto. Esta historia también nos lleva a pensar sobre las relaciones desiguales y si en ellas puede haber verdadero amor o consentimiento, ya que el protagonista elige la procreación, en parte, por los privilegios que le aportará entre la especie dominante. 

‘Los desposeidos’, de Ursula K. L Guin

En los últimos años, diversas editoriales españolas han recuperado la obra poco conocida en nuestro país, más allá de ‘Terramar’, de Ursula K. Le Guin, una de las grandes autoras de la ciencia ficción. Entre todos los libros publicados, destaca ‘Los Desposeídos’ (Minotauro), por ser la novela en la que la autora exploró sus ideas anarquistas de una forma más evidente. 

En esta obra, Le Guin nos presenta una utopía ambigua, pues muestra una sociedad, aparentemente idílica, en la que van apareciendo grietas según avanza la novela, que se desarrolla en el mundo de Anarres, donde un grupo de rebeldes anarquistas ha fundado una sociedad igualitaria, basada en la solidaridad y en el bien común.

En este mundo no existe, se supone, la distinción de género, pues no hay división sexual del trabajo ni roles asignados a hombres y mujeres. Además, la sexualidad es libre y la monogamia no es la norma. Aún así, no se trata de una utopía feminista, pues el protagonista, Shevek, es claramente un hombre, que además acaba teniendo a una compañera en exclusiva que supedita sus deseos a los suyos y que se encarga de los cuidados de las hijas que tienen en común. 

⁣Lo interesante es que Le Guin reconoció que hasta que los principios de la segunda ola no se hubieron asentado en ella, su escritura no fue feminista. No lo había sido en los primeros cuentos de Terramar ni en sus obras de ciencia ficción en las que los hombres siempre habían estado en el centro, pero a partir de los años 90 su escritura maduró y el feminismo ganó protagonismo.⁣ Lo cuenta ella misma en ‘Los mundos de Ursula K. Le Guin’, un documental muy recomendable que se puede ver en Filmin

‘Una mirada a Alice B. Sheldon’

El catalogo de Crononauta es un placer para fans de la ciencia ficción alternativa, del pasado y de la actualidad, que aborda temas de género y diversidad. Y ‘Una mirada a Alice B. Sheldon’, libro que recoge relatos de esta autora queer y reflexiona sobre su vida, es un ejemplo de ello. 

Alice B. Sheldon fue pintora, psicóloga, agente de la CIA y una gran escritora de ciencia ficción, aunque la mayor parte de su obra fue publicada bajo el pseudónimo de James Tiptree.

Convertirse en un hombre para escribir no solo permitía a la autora llegar a un mayor público y sentirse más libre para equivocarse o para introducir sexo explícito y violento en sus obras, sino que era su forma de desafiar el género impuesto y las convenciones sociales que rodeaban a la figura femenina, algo que nunca se atrevió a hacer fuera de la escritura.

Sheldon se preocupaba en sus obras de la opresión a la que sometía el patriarcado a las mujeres y de la violencia sexual que ejercían los hombres. En su cuento, ‘Houston, Houston, ¿me recibes?’, por ejemplo, imaginaba una utopía feminista donde las desigualdades han terminado porque una epidemia ha provocado la extinción de los hombres; y en ‘Esterilidad forzada’, desarrollaba la idea de que la falta de empatía de los hombres con sus parejas sexuales podría significar el fin de la humanidad. 

‘El cuento de la criada’, de Margaret Atwood

‘El cuento de la criada’ (Salamandra) presenta un mundo distópico, no muy lejano, en el que Estados Unidos se ha convertido en una teocracia fundamentalista. En este nuevo orden, la República de Gilead, las mujeres son ciudadanas de segunda y, aquellas cuya fertilidad no se ha visto afectada por la contaminación ambiental, son violadas de forma ritual y forzadas a concebir los hijos de los hombres más poderosos.

Tal vez sea el libro más conocido de esta lista, pues la historia de Margarte Atwood, publicada en 1985, ha resurgido en tiempos del #MeToo y de la creciente misoginia que acompaña a la extrema derecha, tan presente en nuestras instituciones en la actualidad. Además, los temas que trata la novela —crisis medioambiental, los vientres de alquiler o el descenso de la natalidad—, tal y como imaginó Atwood, han resultado ser preocupaciones de nuestro presente. 

Si bien la enmarcamos dentro de la ciencia ficción, la novela de Atwood también tiene mucho de ficción especulativa; la autora se basa en hechos que han ocurrido en el pasado para imaginar en qué condiciones podrían volver a repetirse y cuáles serían sus consecuencias.

Recordemos que los nazis secuestraban a niños rubios para dárselos a oficiales que no podían tener hijos o que la Iglesia católica en España robaba niños a familias con pocos recursos para vendérselos a parejas con dinero que no podían engendrar.

Atwood también tuvo muy presente la Nueva Inglaterra puritana del siglo XVII en su novela. Su influencia se puede ver en el hecho de que la mujer sea representada como sinónimo de pecado, la erradicación de otros credos o en el secuestro de la Biblia, accesible solo para los hombres.

La novela queda cerrada, pero existe una continuación, ‘Los testamentos’, (Salamandra), premio Man Booker Prize 2019, que transcurre años después de los hechos narrados en “El cuento de la criada”. 

‘Mujer al borde del tiempo’, de Marge Piercy

En ‘Mujer al borde del tiempo’ (Consonni), Marge Piercy, envuelta en el halo de esperanza del movimiento feminista de los años 70, quiso imaginar un mundo sin relaciones de poder y respetuoso con la naturaleza.

En el libro, una mujer chicana, Connie Ramos, ha sido recluida injustamente en un centro psiquiátrico, donde espera a ser sometida a un experimento de control mental. Pero Connie esconde un secreto: aunque su cuerpo está encarcelado en el psiquiátrico, su mente puede viajar en el tiempo, exactamente hasta el año 2.137, a la utópica aldea de Mattapoisett.

En este futuro, el género ha desaparecido y se habla de personas, no de hombres o mujeres. Además, todas las personas son bisexuales y las relaciones son abiertas. De hecho, cada una vive en su propio espacio, algo que consideran necesario para pensar, crear, pintar o escribir. Todo esto es posible porque se organizan en pequeñas comunidades y la población es controlada. 

En este mundo utópico también han desaparecido las relaciones de poder; la diversidad genética y cultural es respetada, por lo que no hay discriminación; no existe la propiedad privada ni el dinero, así que no hay clases sociales, y se cuida el medio ambiente con el uso de una tecnología no invasiva ni contaminante. 

En contraposición a esta utopía, en otro salto en el tiempo, la protagonista llega a un futuro distópico, con un capitalismo extremo, donde gobiernan las multinacionales y las mujeres son especialmente vulnerables; el camino que puede seguir nuestra sociedad si no cambia de rumbo.