La autora realiza en su nuevo libro un viaje por los miedos femeninos. En #VEINDIGITAL hablamos con ella.
Foto: Cecilia Díaz Betz
Debo confesar que comienzo esta entrevista sintiendo miedo. Tengo miedo de que sea demasiado tarde y que Desirée de Fez, autora de Reina del grito. Un viaje por los miedos femeninos (Blackie Books, 2020), haya descifrado los misterios que su libro contiene en alguna de las múltiples entrevistas que ha concedido. Dice la autora en la contraportada -por cierto, va por la segunda edición- que ella también siente miedo y, además, “todo el rato”, así que intuyo que es algo que nos une a las dos, como también lo hace el cine. Reina del grito es un homenaje a las películas de terror que han marcado a esta crítica de cine, periodista y docente, pero también un libro autobiográfico con el que se sumerge en sus miedos más profundos. Esta entrevista se desliza entre el miedo y el cine para desentrañar la intrahistoria de uno de los libros más interesantes y sinceros que la que escribe estas líneas ha leído últimamente.
La lectura de Reina del grito me ha atrapado desde el primer capítulo, me impresionó tu sinceridad al narrar vivencias y miedos personales, y la originalidad con la que relacionas esos temores con películas de terror. ¿Tenías clara la idea de hacer un libro en el que pudieras relacionar tu amor por el cine de terror y tus propios miedos?
El libro parte del cruce de dos cosas. Por un lado, llevaba tiempo queriendo escribir algo sobre la importancia de las mujeres en el cine de terror. En mi cabeza era un ensayo más o menos convencional. Por otro, tenía la necesidad de escribir sobre mis miedos antes de que fuera tarde, antes de que se giraran contra mí. Pero no sabía qué forma quería darle a esto último. De hecho, ni siquiera sabía si quería publicarlo o escribirlo solo para mí. Un día, hablando con mi amigo Miqui Otero, que es escritor, me preguntó sobre qué me gustaría escribir en este momento de mi vida. Le conté mi idea de escribir ese ensayo sobre las mujeres en el cine de terror y, según lo hacía, me di cuenta de que no me apetecía nada meterme en un proyecto así. He leído ensayos sobre cine toda mi vida y los he escrito. Pero, hoy en día, volver a hacer un libro así se me hacía cuesta arriba. Al ver mi cara de poco entusiasmo y detectar mis dudas, Miqui formuló la pregunta de una forma más directa: “No lo pienses, sólo contesta: ¿Sobre qué quieres escribir?”. Y me salió del alma: “Sobre mi miedo”. Vi entonces clarísimo que la mejor manera de hacerlo era utilizando como lienzo una de las cosas que más me gustan y que, paradójicamente, más me han ayudado a asumir esos miedos y, a veces, enfrentarlos: las películas de terror. Y empecé. No había ni un plan ni una estrategia, sólo quería contar todo eso. Sí es verdad que sentía que el texto tenía que ser muy claro y muy directo, y trabajé mucho en esa dirección.
Al leer el libro he descubierto nuevos puntos de vista sobre películas como El Exorcista (William Friedkin, 1973) o The Love Witch Witch (Anna Biller, 2016). Incluso sobre La posesión (Andrzej Zulawski, 1981), película que me pareció en su día muy compleja. Sin embargo, la lectura de tu libro me hace pensar que no la entendí porque me quedé estancada en su literalidad. Este último filme supone para ti (casi) un punto de inflexión que te ha permitido lidiar con algunas cuestiones personales; pero, sobre todo, en tu libro representa “el miedo a la mujer que hace lo que le da la gana”. Efectivamente, es un miedo que es de la otra persona, pero ¿cómo crees que se refleja en nosotras ese miedo?
No pienses que no entendiste La posesión. Las películas admiten distintas lecturas, incluso por parte de la misma persona. Ésa era una de las ideas que quería que estuvieran presentes en el libro. Nosotros estamos vivos y las películas pueden estarlo, por lo que no necesariamente las vamos a ver siempre de la misma manera. Por otro lado, mis aproximaciones en Reina del grito a esas películas no pretenden ser lecturas o interpretaciones únicas: hay mil maneras de abordar cada película. De hecho, el trayecto fue a la inversa. No quería coger películas y analizarlas según mi punto de vista. Quería partir de mis miedos y contarlos a través de películas en las que, de alguna manera, había encontrado el reflejo de esos miedos y que me habían ayudado a entenderlos. La posesión es una de esas películas. La más importante, de hecho. Para mí, de alguna manera, todo el libro gira en torno a ella. La utilizo para contar los miedos que me han arrollado con relación a mis relaciones de pareja, y uno de ellos, como bien dices, es ese “miedo –del otro– a la mujer que hace lo que le da la gana”. En mi caso, como cuento en el libro, ese miedo ajeno se convirtió en algún momento de mi vida en una presión y en una sensación de control que me paralizaban y me impedían hacer lo que realmente quería hacer.
Por otro lado, hay un concepto que aparece en tu libro varias veces y que me ha encantado: el de las películas que cambian en cada visionado. A veces, las películas son muy líquidas y se adaptan a nuestras vivencias, a nuestra cotidianeidad, por eso el cine puede ser una terapia muy interesante. Imagino que siendo crítica de cine de terror debes ver muchas películas, casi por obligación, claro, pero ¿qué otro género (o géneros) frecuentas?
Por mi trabajo veo películas de todo tipo, pero es verdad que tengo tendencia a los géneros puros: el terror, la fantasía, la comedia… Quizá sea la comedia mi género favorito después del terror. Cuando empezó la pandemia, durante el confinamiento severo, pasé mucho tiempo sin poder ver nada. Era incapaz de ponerme una película. Y fueron las de Mel Brooks y Jerry Lewis las que me sacaron poco a poco de eso. Así que supongo que la comedia es mi otro género favorito. De hecho, por inseguridad siempre había descartado el humor en mis artículos. Pero con Reina del grito me atreví a utilizarlo porque sentí que era la mejor manera de escribir sobre el miedo sin hacer algo demasiado solemne y, sobre todo, porque es lo que más uso en mi día a día para relativizar las cosas.
Foto: Cecilia Díaz Betz
Hay una película, El rapto de Bunny Lake (Otto Preminger, 1965) que vi porque tú la recomendaste en tu cuenta de Instagram. Es cierto que no es una película de terror, tal y como entendemos el género, pero me ha hecho pensar en otro miedo: el miedo a creer que estamos locas (o que nos hagan creer que lo estamos) ¿Cómo ves este temor? También hay un miedo que creo que subyace en el libro, o que yo he proyectado inconscientemente al leerlo: el temor de no estar a la altura. Un miedo que según tengo entendido tiene un nombre “el síndrome de la impostora” ¿con qué película relacionarías ese miedo?
Totalmente, el miedo a no estar a la altura está presente en todo el libro. Al escribirlo me di cuenta de que, al final, muchos miedos que creemos nuevos, o propios de una edad o de unas circunstancias determinadas, son versiones actualizadas o más sofisticadas de otros que arrastramos desde niñas. En esencia, el miedo a no encajar en el instituto y a no hacerlo en tu entorno profesional es el mismo. Ahora mismo no se me ocurre ninguna película, ¡tendría que pensarlo!
Como te decía antes, en su momento tampoco creí entender The Love Witch (Anna Biller, 2016), aunque efectivamente, desde el punto de vista estético me pareció fantástica. Sin embargo, tu libro me ha ayudado a entenderla mejor. El capítulo en el que relacionas los rituales menstruales de Elaine (la protagonista del filme) con algunas anécdotas de tu vida me parece magistral. Lo cierto es que, por las propias circunstancias de ser mujer (tener la regla, tener hijos), las mujeres hemos sido malinterpretadas, incomprendidas o descartadas ¿Cuándo veremos un feminismo sincero en el entorno profesional y académico del cine (ya que te dedicas a ambos)?
Ojalá suceda pronto, pero me temo que todavía tienen que cambiar muchas cosas. Es obvio que en los últimos años hemos dado pasos de gigante, pero en el libro me parecía necesario poner el acento en dos cosas. Una, la importancia de no bajar la guardia. Otra, para mí fundamental, la importancia de saber distinguir entre la realidad de las cosas y la imagen que se proyecta. Suele haber una distancia entre ambas llamativa y directamente abismal.
Parece que hay esperanza para la igualdad en el sector audiovisual español, y así lo señalas en tu libro, ya que cada vez hay un mayor número de directoras, guionistas, críticas en el sector audiovisual, o simplemente cinéfilas. ¿Por qué sorprende todavía que haya mujeres que amen y se dediquen al cine?
Porque la proporción sigue estando lejos de ser equitativa. Por eso defiendo tanto la mirada femenina en el cine. Entiendo que haya quien rechace ese concepto, pero yo de momento, hasta que todo sea más equitativo, lo siento útil para poner el foco sobre la magnífica aportación de muchísimas mujeres al cine, desde distintos ángulos.
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