Can Can Press: nuevas formas de abordar proyectos editoriales

30 / 04 / 2024

Can Can Press reivindica mediante el diseño gráfico y la creación de objetos la estética de la contra cultura que existe ligada a la publicación independiente. 

Can Can Press lo fundan en 2017 Jackie Crespo y Gabino Azuela, un estudio creativo y sello editorial con sede en la Ciudad de México, que no ha dejado de crecer desde entonces; teniendo su propia tienda física en La Juárez, Can Can Projects y desarrollando cada vez proyectos más ambiciosos que vinculan al arte, la moda y la pedagogía a través de las artes gráficas. A su equipo actual se le suman cuatro creativxs más: Diego Gracida, Andrea Silva, Bianca Carrasco y Sophie Rueda, un combo de personas que están cambiando la forma de entender los procesos editoriales y el Diseño Gráfico aplicado a todos los formatos. Hablamos con Jackie, artista multidisciplinar y ex modelo, cuyo proyecto de vida es un ejemplo de activismo y frescura, que plantea una accesibilidad democrática al arte más contemporáneo <3

¿Cómo surge el nombre? ¿Tuvo su merecido bautismo Can Can?

Can Can Press es el resultado de varios ejercicios repitiendo palabras de una sílaba que sonaban bien juntas o repetidas. Desde el principio nos proyectamos trabajando con colaboradores del mundo y buscamos un nombre que fuera lindo y fácil de escribir y pronunciar.

Abarcáis ya un montón de actividades distintas, pero entre lo que estáis trabajando ahora, ¿qué es lo que más te motiva o supone un mayor reto?

Comenzamos el proyecto con la impresora – riso – como núcleo y principal formato de impresión y distribución. Comenzamos con proyectos editoriales, que hasta la fecha seguimos publicando, y ese fue el primer enfoque del proyecto. 

La primera vez que participamos en la NY Art Book Fair de Printed Matter, por ahí de 2018, marcó un impacto en Gabino y en mi. Nos dimos cuenta que había muchas formas de hacer un ejercicio editorial. No todo tenía que ser libros, revistas y fanzines. El hecho de poner una intención de publicar en cualquier otro objeto, podía transformarlo en algo que efectivamente, carga con una intención y un valor añadido, se distribuye y genera un vínculo similar con un grupo de personas que una publicación impresa.

En el año 2021, abrimos un espacio de galería llamado Can Can Projects, ubicado en la colonia Juárez. Mismo local comercial que más tarde el 2022 se convirtió en tienda de “Underground Souvenirs”, nombre bajo el que hemos creado merchandising desde entonces.

Aunque seguimos trabajando, como mencioné antes, con libros. Ahora estamos más enfocados en los accesorios, ropa y objetos misceláneos. Can Can además de ser un sello editorial, una imprenta y un estudio creativo, se ha convertido en una marca. Alguna vez alguien me dijo que Can Can es una cultura y me gustó… hacemos de todo.

Como editorial, empezasteis a editar libros en riso con artistas ya bastante consolidados como Kentaro Okawara, ¿cómo es el proceso de selección de artistas/ obras? ¿Qué criterio soléis usar? 

El primer fanzine que publicamos bajo el nombre de Can Can Press en colaboración con un artista, fue “Pile Up” de Kentaro Okawara. Kentaro es un gran amigo mío, lo conocí en Japón en el 2017 y me encanta su trabajo desde entonces. Realmente fue algo súper orgánico, y Kentaro siempre ha tenido esta cercanía al proyecto, con el hemos publicado ya 3 libros y además hicimos su solo show “Our Life” en Can Can Projects en el 2022. 

Este ha sido un caso excepcional, ya que, casi todos los demás colaboradores de Can Can los hemos conocido por medio de redes sociales, y han sido conversaciones digitales que terminan como resultado en un objeto físico que se distribuye globalmente. Esto mismo nos ha permitido colaborar con personas de varios países del mundo.

Algo simpático que nos ha pasado con la mayoría, es que, luego los conocemos en alguna feria, exposición o simplemente en algún viaje y se vuelven amigos nuestros. 

Las piezas que aparecen detrás fueron tu aportación a la semana de Arte de México, ¿en qué se basan esas pinturas? ¿Qué ves en los catálogos digitales que el resto no somos capaces de ver para construir arte con ello?

Make a Wish es un proyecto personal que llevo varios años trabajando. Simplemente se basa en una base de datos de productos bizarros que venden en plataformas minoristas chinas. Como comunicadora visual, me parece que estos objetos que a mi parecer son innecesarios cargan con un mensaje muy fuerte de cómo se han transformado las maneras de consumir. Desde el uso que tienen la mayoría, cómo los presentan los vendedores, sus diseños. Me parece algo fascinante.

Realmente a mi me gusta mucho trabajar con el formato de texto, desde la parte visual, o sea, la tipografía y el color. En mis últimos cuadros, me enfoco en la experiencia del individuo en estas plataformas, y lo ligero que se vuelve el deseo y la acción de consumir por consumir. Cómo te quedas dormida scrolleando y pides cualquier estupidez, y luego esta “basura” —así le llamo en los cuadros— llega a tu casa y termina en un altar de “basura”. Acá el texto que escribió mi amigo Pedro, el explica mi proceso a detalle… 

¿Cuáles han sido las referencias que más han influenciado la estética de Can Can?

Existen tantos proyectos que nos inspiran que no puedo pensar en hacer una lista, pero algo que nos define, es que no tenemos un branding. La estética de Can Can cambia cada vez que sentimos que es hora de hacerlo. Creo que estéticamente algo que siempre ha estado presente son guiños al punk, a los impresos, y la contra cultura que existe ligada a la publicación independiente. 

Cada proyecto que desarrollamos en Can Can tiene su propia identidad. La inspo va desde movimientos políticos hasta ambientes populares cotidianos, por ejemplo, una de las últimas etapas de Can Can, el “Risography Research Team” inspirado en manuales de uso del equipo, el office core —que es opuesto a nuestra práctica como estudio creativo—, y los grandes corporativos. Podemos tomar cualquier tema o estética y partir de ahí para trabajar.

Parece fácil pero manejar una riso es bastante complicado. Para llegar a hacer un buen uso de ella te tienes que dedicar a pleno, convertirte en una gurú de la máquina. ¿Cómo ha sido el proceso hasta llegar a tener la gama de doce colores que tenéis? Además cuando empezasteis había mucha menos información sobre el tema, seguro tuvo que ser una aventura además de un gran trabajo de investigación.

Volvernos unos “pro” de la riso ha sido un proceso muy doloroso, jaja. Realmente han sido años de experimentación, de regarla, de quedar mal con clientes y convertirnos en técnicos de riso en situaciones complicadas y urgentes. Desde el día que decidimos importar equipo del gabacho, siendo un par de estudiantes que no tenían idea de cómo funcionan las aduanas. Siempre ha habido equipos riso en México, pero no imprentas abiertas al público como las vemos establecidas hoy en día, así que nuestra primera opción cada vez que nos enfrentábamos con un obstáculo era leer el manual, buscar en Reddit o comunidades de Facebook de impresores en riso.

Luego conocimos a Aidan de Cold Cube Press (Seattle, USA) en la primera feria que participamos en Nueva York. En un viaje que hizo a la CDMX, se hospedó en el depa de Gabino, donde teníamos el estudio en otra habitación y lo invitamos a impartir un taller de riso en Can Can. Aidan tenía el mismo modelo de duplicador y fue como un milagro caído del cielo, bueno del gabacho, y nos dio algunos tips y sus “secretos” de la riso. Eso fue una gran ayuda para aquel entonces. 

Y así, han sido siete años de prueba y error, pero afortunadamente cada vez se sigue globalizando más el tema de impresión en riso, y cada vez es más fácil resolver una duda técnica.

Me dijiste que de muy joven fuiste modelo y la cámara lo nota, ¿cómo diste ese giro tan radical para empezar a dedicarte al arte?

Uff, empecé a modelar a los 16 años, en ese momento firmé contrato con la agencia Queta Rojas, y me mudé a la Ciudad de México a perseguir mi sueño. Siempre había sido mi sueño ser modelo, y es un trabajo que llevé a cabo con profesionalismo y éxitos durante aproximadamente 3 años. Pero lo más chido de trabajar como modelo fue convivir con tanta gente talentosa, fotógrafas que admiro, estilistas, maquillistas, directoras de arte. Ser la portada de las revistas que leía en ese entonces. Ahí me di cuenta de que para sacar la fotografía perfecta había un gran equipo involucrado, y que yo quería hacer dirección de arte.

Desde niña soy la chica que dibuja bonito del salón, tomé clases de pintura toda mi infancia, luego talleres de arte y performance, entre otras cosas. Cuando terminé la preparatoria —me encontraba rompiéndola como modelo —, me pregunté “¿ahora que hago?, ¿me dedico a esto para siempre? Estoy en el momento perfecto de definir el rumbo de mi futuro”. Se me presentó la oportunidad de estudiar una carrera, y me quedé en la ciudad de México para estudiar comunicación visual en Centro de diseño, cine y televisión. Los cuatro años que duró mi carrera sólo me hicieron reafirmar que el diseño gráfico era lo mío. Ahí fue cuando conocí a Gabino y empezamos a colaborar, empezamos Can Can y aquí sigo ahora.

Algún proyecto que sueñes con desarrollar o algún artista al que te encantaría producir…

Me encantaría crecer la oferta educativa de Can Can algún día. Una de mis cosas favoritas es compartir nuestro conocimiento y dar talleres.

También nos encantaría tener un taller de serigrafía en el estudio.

Planes próximos en Can Can

¡Hacer que lo anterior pase! jaja. Estamos trabajando en dos libros increíbles que, si todo sale bien, saldrán en abril de este año.

Fotos y texto de Rocío Madrid