A veces soy la noche: 3 poemas de Berta Vázquez

21 / 03 / 2022
POR #VEINDIGITAL

«¿Por qué guardamos los recuerdos como tesoros en paños pero olvidamos quitarles el polvo, de paso?». La actriz y escritora recorre sueños, memorias íntimas y experiencias en un primer poemario cuajado de retazos de infancia, amor/desamor y destellos de luna.

Ángel caído

Sentada sobre mis penas
llueve afuera.
¿Dónde estarás a estas horas?
La tarde me pertenecía
pero la ansiedad que me provoca tu ausencia
decidió arrebatármela.
Sé que el otoño te pone triste,
pero pensé que yo era suficiente alimento para
tu alegría.
Eso decías, al menos.
Antes era la ama y dueña de tus días, de tu
tiempo,
ahora soy la noche
Sobre la repisa veo una vieja foto
de cuando aún sonreías.
Qué desastre hemos provocado.
Pero quién demonios hizo todo esto.
Nunca quise que el gris nos impregnase y,
aunque siempre tuve el presentimiento
y siempre supe,
mi barbilla empinada se negaba a aceptar el
hecho.
Siento el ansia de quererte y saberte no amando.
Pero ¿dura el amor? Entre tanto, yo me
pregunto,
¿acaso dura? ¡O es puro cuento!
Dónde, cuándo y cómo se repara esto,
que alguien me lo diga,
que yo lo pago.
¿Por qué guardamos los recuerdos como tesoros
en paños pero olvidamos quitarles el polvo, de paso?
Y el polvo por aquí es
como una astilla que se cuela en el ojo de un niño.
Molesta, como una mosca sobre una mierda que
apesta.
Recuerdo los viajes, el sexo y los juegos.
Recuerdo las siestas y tus zapatos en la puerta.
Recuerdo la brisa.
En fin.
Esta mañana el fin cantaba como un cencerro
en todas las emisoras de nuestra radio.
Dime al menos, querido mío,
¿pudiste sentir tu piel estremecerse?
¿Por una vez? Al menos, ¿por un instante?
Contesta.
Si así es, entonces, creo que puedo darme por
vencida.
Satisfecha. Será mejor que vaya haciendo la maleta, por si
salgo por la puerta.
Y entonces tú entrarás por la ventana,
como siempre.
Bajo las luces de la luna, despeinándote.
Y en este cubículo de suelo desgastado
verás mis huellas,
un paño mojado y un ángel caído.

Contracción

Leí un mensaje en tu teléfono
contraída en el sofá.
Me excité mirándolo de reojo.
Te monté una bronca por nada y lo sabía.
Podía llorar horas y reí a carcajadas.
Cuando necesite un beso, daré un portazo.
Odié el amor a la forma, me miré en el espejo.
Odié el reconocimiento,
subí una foto más.
Fantasee con la mentira hasta el orgasmo.
Odio el engaño.

Fantasía

Cuando el silencio de esta habitación cae sobre
nosotros
y el calor de esa esquina nos empaña,
te miro de reojo y detengo ese instante.
Las sombras de algunos días existen gracias a la
luz que nos acompaña.
Mi terapeuta me dice que es difícil abandonar
las fantasías de la infancia.
Es cierto, yo no quiero abandonarlas. ¿Qué me
queda sin ellas?
¿Acaso no queremos todos ese halo de que aún
pueden pasar cosas mágicas?
Cosas que nos salven.
El amor.
¿Qué más nos puede salvar?
El amor a algo o a alguien.
Y no es el amor esa fantasía de que algo puede volverse eterno
aun sabiéndose todo temporal.
Cuando el silencio de esta habitación cae sobre
nosotros,
y el calor nos empaña.
Esa es mi fantasía eterna, una a tu lado.
‘A veces soy la noche’, de Berta Vázquez, Espasa Poesía, 2022

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