Cinco poemas de ‘Poesía masculina’, lo nuevo de Luna Miguel

18 / 06 / 2021
POR Olaya García

¿Existe la poesía masculina? Puede que sí. Aunque solo sea para evidenciar la tontería que supone hablar de poesía femenina. 

Luna Miguel es periodista y editora en Barcelona además de autora de diferentes libros de literatura y de ensayo. Ha publicado poemarios como Estar enfermo (2010), Poetry is not dead (2010), Pensamientos estériles (2011), La tumba del marinero (2013), Los estómagos (2015), El arrecife de las sirenas (2017) y ahora nos trae Poesía masculina (2021), todos ellos publicados por La Bella Varsovia. Además ha escrito varias novelas y ensayos feministas, el último, del que seguro que habéis oído hablar, Caliente (Lumen, 2021).

Tras su el éxito de su último ensayo, esta primavera nos trae un poemario en el que intenta salir de su propia corporeidad y adoptar una mirada masculina, si es que existe, y entender si hay tal poesía masculina. Así, la autora intenta desentrañar cómo ver nuestra intimidad desde los ojos de otro y cómo entender el erotismo en el desamor. Un poemario en el que elige un personaje y recorre sus experiencias a través de esta nueva forma de ver y de comprender.

se llama esmegma

había un niño con seis dedos y también

una montaña de colillas y unas revistas picantes

que mi madre encontró y destrozó

mientras lloraba

había unas gafas para jugar al baloncesto

su plástico transparente pero rígido

oprimía la carne alrededor del párpado

había unas pastillas para la depresión

que podría haber robado de la encimera de la cocina

pero que preferí contemplar como si fueran

chuches caducadas en el tarro de un ultramarinos

había suciedad entre las uñas de mis dedos y había

suciedad entre los pliegues del prepucio

que un día mi padre me enseñó a limpiar

y cuyo nombre médico descubrí más tarde

cuando busqué en internet cómo lavar el glande

de mi hijo con delicadeza vi que a aquellos

grumos se les llamaba esmegma

había un cartón de vino blanco en la nevera blanca

de la abuela y había un patio con un árbol y un

peluche amarillo y también la cuchara de la sopa

que abrasaba el paladar

había carreteras a las cinco de la madrugada

había una chica que me metía la mano por debajo

del pantalón de chándal había una malla de hachís

unos jerséis de lana unos manuales financieros

había una libreta donde anoté

todas las veces en las que mi madre tropezaba

todas las veces en las que mi padre enmudecía

todas las veces en las que dije yo no seré así

Foto: Laura Rosal

no volveré a sacar este tema

creo que no quiere hablar conmigo del tema

lo único que sé es que ocurrió en un vuelo de vueling

rumbo a almería el crío se estaba portando mal

y ella se lo llevó al servicio de la parte trasera del avión

diciéndole probablemente «eso no se hace uli eso no»

o «deja de dar patadas al asiento de la señora» o

«no tires más papelitos y abróchate el cinturón»

ochenta y seis centímetros de ancho es la medida

que unos ingenieros convinieron para

los cuartos de baño del transporte aéreo ochenta y

seis centímetros de ancho que ahora recogen la escena

de una mujer sosteniendo un coágulo de sangre descomunal

entre sus manos «¿mami tiene pupa?» dijo el crío

al ver aquel tejido negro que empapaba los dedos de ella

«ocurrió así, ya está» narra desde la cinta de recogida

de equipajes «me tomaré un ibuprofeno y compraré

compresas han venido a recogernos paco y kika»

ochenta y seis centímetros de ancho un ataúd aéreo

para algo que ignorábamos hasta su mismo luto

si la herida cura rápido es porque no es nueva

conversación sobre feminismo en un bistrot de la bastille

siento más pena por lo que está cerca

que por lo que está lejos

soy así

desarrollo compasión según la proximidad

del corazón sufriente a mi corazón calmado

(que a veces sufre)

soy así (tengo que precisarlo)

(preciso que sufro)

(por qué no iba a poder)

el caso es que entiendo mejor a mi amiga

de parís si se derrumba al contarme que la han violado

de lo que entiendo a decenas de miles de mujeres

de otro continente si su vida derrapa

en una violencia cotidiana (que no entiendo)

(pero que intuyo porque la leo excelentemente

narrada en los magazines internacionales

que acumulo en una app de mi iphone

para hombres preocupados por la contaminación

y las metástasis del capitalismo)

decía que la entiendo porque mi amiga de parís

es blanca que la entiendo porque mi amiga de parís

(¿no bautizó otro hombre a esta ciudad como

‘capital del dolor’?) es capital simbólico

y el hecho de que la violen

es casi como el hecho de que me violen

a mí mismo

(ok

eso no es del todo así

pero así es como retumbó su terrorífica historia

en mi alma)

lo que quiero decir es que no puedo disculparme

por la humana distancia entre un corazón

doliente y otro en paz

yo solo quiero ser un hombre bueno

(incluso si soy hombre al fin y al cabo)

otra conversación sobre feminismo en ese bistrot de la bastille

le dije que iba a quedar con mi amiga de parís

y no pareció molestarle ¿por qué debería?

los dos sabemos de sobra que nuestros corazones

son grandes y que en ellos a veces resuenan las

risas de los otros eso nunca nos ha importado

en la teoría pero la práctica siempre es diferente

un corazón grande no ocupa más que un puño

y ahora los suyos están cerrados

aunque estratégicamente escondidos bajo la mesa

de este restaurante de la bastille en el que cenamos

sin hambre y bebemos sin sed pero con ansia

por saber qué pasará por nuestras cabezas

quién dirá lo siguiente quién le pondrá nombre a esto

que estoy sintiendo y que me consume con calidez

puños cerrados boca cerrada

tal vez ella solo esté diciéndose que a estas alturas

la risa en el corazón ajeno no significa nada

que la risa en el corazón ajeno solo es un trámite

o que la risa en el corazón ajeno nos hará más fuertes

ella pone su mano al fin sobre la mesa de madera

del restaurante de la bastille y la acerca a la mía

con timidez y un silencio que se me antoja brillante

sé que no estamos haciendo nada revolucionario

tal vez solo estemos dejando de querernos

luna ha besado a ernesto

dice que no siente nada por él

que en todo caso lo siente hacia su boca

dice que su boca se parece a un río

en el que nunca se atrevería a nadar

pero al que tocaría con los dedos de los pies

para comprobar la temperatura del agua

a ella le gusta saber el lugar exacto de las cosas

experimenta con sus manos

quiere tocarlo todo porque es tocándolo

como por fin entiende

de qué está hecho el mundo

dice que los labios de ernesto están hechos

de una suave brisa dice que sus ojos la miraron

con paciencia aquella noche en madrid

dice que el agua estaba templada

que en su fondo había peces robustos

y que en sus márgenes las piedras brillaban

como esas monedas que la gente lanza

cuando quiere pedir un deseo egoísta

yo no sé qué desea luna

nunca me lo cuenta solo me susurra posibilidades

infinitas en las que unas veces

nos damos la mano y en las que otras veces

con esa misma mano

rozamos el sexo de los otros

pero solo después de que ella haya comprobado

la variable temperatura del océano

preocupada por que nadie tirite de frío

orgullosa de velar por todos

#VEINPOETRY