La americana fue famosa por sus prestigiosas campañas de moda y por un estilo fotográfico entre lo inquietante, la decadencia y la sensualidad. Coincidiendo con la muestra abierta al público hasta el 28 de octubre en Bernal Espacio de Madrid, compartimos algunas de sus fotos más icónicas y notas curiosas de su vida y obra.
Deborah Turbeville (1932-2013) dedicó su vida a la fotografía, y en especial a la fotografía de moda. Aunque no se consideraba así misma una fotógrafa de moda, la carrera de la americana estuvo siempre muy unida a este mundo, si bien desde un punto de vista muy personal y misterioso.
La fotógrafa soñaba con ser bailarina o actriz, pero tras trasladarse a Nueva York el destino quiso que empezara a trabajar para la diseñadora de moda Claire McCardell y que ella le presentará a la icónica Diana Vreeland, editora jefe de Vogue.
Previamente a ser fotógrafa, fue editora de moda, lo que la llevó a su encuentro casual con la fotografía. Mientras trabajaba en la revista Diplomat como editora, compró una cámara de fotos para retratarse a sí misma para una producción del medio, y este fue el punto de partida en la carrera que se convertiría en su vida.
El trabajo de Turbeville dejaba de lado la técnica y le daba más importancia a la idea en sí de la imagen y “sentir que tú eres la única persona que retrata eso y que nadie lo ha hecho antes”, decía en una entrevista a The Times Magazine, al referirse a su trabajo.
A mediados del siglo XX, en Estados Unidos, la fotografía de moda se caracterizaba en representar la ropa de forma viva, iluminada, las prendas eran las protagonistas de las imágenes, en el centro de ellas y las modelos eran femeninas y con estética limpia. Sin embargo, el trabajo de Deborah Turbeville era inquietante. En sus imágenes, la ropa pasaba a un segundo plano, dando como resultado un paisaje definido más por la ausencia que por la presencia.
Turbeville manipulaba sus negativos rayándolos, rasgándolos o esparciendo polvo sobre ellos y utilizaba colores como blanco y negro y tonos sepia. De esta forma, las impresiones resultaban a menudo sobreexpuestas deliberadamente, lo que hacía que sus sujetos fueran espectrales.
Sus proyectos han protagonizado numerosas páginas de varias ediciones de Vogue, Harper’s Bazaar y Mirabella y en periódicos como The New York Times. También colaboró con grandes marcas como Valentino, Ralph Lauren, Bruno Magli, Nike, Macy’s y Bloomingdale’s; además de fotografiar a personalidades como Julie Roberts y Chloé Sevigny que posaron ante su objetivo que conseguía captar imágenes llenas de misterio.
Una de las obras más importantes de Deborah Turbeville, y que hizo que su trabajo se internacionalizara fue ‘Bath House’, un proyecto encargado por Vogue, en la que inmortalizó a cinco mujeres con ropa de baño en un aseo público.
Deborah Turbeville murió a los 81 años en 2013 tras una vida en la que convirtió la fotografía de moda en algo sensual, extraño, oscuro e inquietante con su particular visión.
Serie de fotos ‘Bath House’.
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