Laura Gost: «Mi generación creció con menos certezas que las generaciones precedentes»

01 / 07 / 2020
POR María Leache

Hablamos con la autora de ‘La prima mayor’, una novela sobre el despertar de una niña en mujer con la claridad e inteligencia narrativa propias de una guionista ganadora de un Goya. 

La llegada de su prima mayor a casa, tras la muerte de sus padres, da inicio a ‘La prima mayor’(Temas de Hoy, 2020), una novela que habla sobre las diferentes maneras de vivir la adolescencia, las ganas de crecer y, a la vez, sobre el miedo de dejar de ser niña.

Tras la apresurada mudanza, Rosa, una de las protagonistas, no tardará en comprobar que Tina, su prima, es todo aquello que no tolera: irresponsable, desagradecida y problemática. Aunque, poco a poco, irá descubriendo que detrás de todo eso que rechaza de su prima se esconde algo que anhela para sí misma. Estas diferencias serán las que condicionen su relación y la manera en la que ambas viven su adolescencia, una época de simbiosis entre ingenuidad y madurez. 

‘La prima mayor’ es la primera novela de Laura Gost que, tras encabezar el año pasado las listas de más vendidos en Sant Jordi de Palma con su versión en catalán, vuelve traducida al castellano. Tras hacerse con el Goya a Mejor Cortometraje de Animación por ‘Woody & Woody’, Laura sigue consolidando su carrera como escritora y guionista. Hablamos con ella sobre clichés adolescentes, etiquetas que nos vemos obligados a escoger y, por supuesto, su vinculación con la literatura. 

Después de ser reconocida como guionista, ¿cómo ha sido escribir una novela?

No me considero una guionista al uso, en realidad. ‘Woody & Woody’, el cortometraje de animación por el que ganamos el premio Goya, es la adaptación que hice de una pequeña pieza de teatro que escribí a los 20 años y que se estuvo representando durante mucho tiempo en Mallorca y también en Cataluña y Valencia. Sin embargo, y aunque me encanta hacer incursiones en el audiovisual de vez en cuando, al igual que me apasiona escribir teatro, la narrativa es el género en el que me siento más cómoda y en el que tengo más trayectoria. Empecé a escribir cuentos a los siete años y publiqué mis primeros relatos de adolescente, después vinieron las piezas de teatro breve y algunos guiones para cortometrajes. La novela, en este sentido, supuso un reto para mí porque, a pesar de tener ya cierto rodaje escribiendo, quería demostrarme si era capaz de crear una historia más larga.

¿Has utilizado el mismo ‘modus operandi’ que escribiendo un guión? 

El proceso de escritura no es el mismo en el guión y en la narrativa, porque en el guión hay que escribir pensando en la imagen, en lo que va a mostrar la cámara. Mientras que, en la novela o en el relato, me puedo permitir recrearme en pensamientos, reflexiones, recuerdos, datos y detalles de la vida y la personalidad de los personajes, en el cine hay que entender que el espectador solamente va a saber aquello que pueda ver, por lo que no es factible incluir en un guión una frase que diga, por ejemplo, ‘Rosa mira el vestido y piensa que su amiga está muy guapa’, porque eso no puede trasladarse al lenguaje audiovisual.

¿Cuál es tu lugar favorito para escribir?

Una cafetería silenciosa o una biblioteca.

¿Te resultó muy complicado conseguir que publicaran tu primera novela?

En absoluto: tuve mucha suerte. Recuerdo que terminé el libro y se lo envié a María Muntaner, de Lleonard Muntaner Editor, para que la leyera y me dijera si le interesaría publicarla o si le veía al menos posibilidades. Conocía a María de antes y confiaba en su criterio: sabía que sería sincera fuera cual fuera su opinión. Leyó ‘La cosina gran’ muy rápido y, al cabo de unos días, quedamos en una cafetería y me dijo que le gustaría publicarla. Eso me hizo muy feliz, ya que Lleonard Muntaner Editor es una de las editoriales más prestigiosas que tenemos en las islas y su sello es una garantía de calidad, así que el interés de María contribuyó a que me sintiera más segura todavía con respecto a la novela.

‘La cosina gran’ encabezó las listas de más vendidos en Sant Jordi el año pasado en Mallorca, ¿en algún momento pensaste que podía ser traducida al castellano?

Soy una persona con las expectativas especialmente altas, pero en relación al libro nunca tuve en mente ningún objetivo o aspiración en concreto más allá del deseo de ser leída y disfrutada por tanta gente como fuera posible: al fin y al cabo, toda persona que se dedica a escribir quiere, en mayor o menor medida, sentir que su obra conecta con los lectores, ya que esta sensación la anima a seguir escribiendo. Sin embargo, entre las cuestiones que me preocupaban no estaba la de ser la más vendida o la de ser traducida: todas estas alegrías fueron imprevistas y me emocionaron, pero no las busqué. En el caso de las traducciones de ‘La cosina gran’, de hecho (tanto al castellano como al italiano, por el momento), gran parte del mérito es de María y Anna, de la Pontas Agency, que se interesaron en mi perfil y, tras fichar con ellas, han hecho que el libro vuele más alto. Y solo hubo una cosa que me hizo más ilusión que la  propia traducción al castellano, y fue conocer al equipo maravilloso de temas de hoy, a los que percibí inmediatamente como grandes cómplices.

‘La prima mayor’ narra las diferentes maneras de vivir la adolescencia a través de la relación de dos primas, ¿cómo surge esta idea?

Sentía que tenía un asunto pendiente con la etapa de la adolescencia. Recuerdo vivirla desde cierto distanciamiento, como con miedo a caer en los tópicos que son inherentes a ella. Fui una adolescente algo atípica, muy observadora, con tendencia a recrearme en los libros, en el cine y en la escritura y la pintura, aunque esta última no se me diera tan bien. Y recuerdo sentir cierta asfixia con respecto a aquello que supuestamente se espera de un adolescente. Por ejemplo, ningún padre disfruta, imagino, del hecho de que su hijo o hija grite porque quiere salir de fiesta, ni de las discusiones posteriores a su vuelta a casa más tarde de lo acordado y quizás con unas copas de alcohol. Y sin embargo, muchos padres preferirían eso a la incertidumbre que provoca un adolescente que prefiera quedarse en casa, que no muestre interés por esas actividades, que busque fuera de las pandillas de instituto los estímulos que puedan satisfacer sus inquietudes. Creo que la presión del adolescente, por tanto, es siempre compleja y difícil, pero me hacía falta volver atrás y repasar esos años con mi mirada de ahora para, desde una perspectiva más indulgente y liberadora, conceder a dos protagonistas adolescentes muy diferentes —Tina y Rosa— la paciencia, la flexibilidad y la indulgencia que no me concedí a mí en su momento.

Rosa, una de las protagonistas de ‘La prima mayor’ escribe relatos desde los 12 años, ¿has utilizado tu propia experiencia para construir los personajes?

Yo creo que, cuando se escribe ficción, es inevitable que todos los personajes tengan algo de la persona que los crea: nuestras luces y sombras se reflejan en las actitudes y personalidades de unos y otros, e incluso la manera de presentarlos al lector y de condicionar su manera de percibirlos no es en absoluto inocente, sino sumamente subjetiva y basada en nuestra manera de ver el mundo. Sin embargo, sí que hay más de la Laura adolescente en Rosa que en Tina, y lo de escribir relatos desde la infancia es un dato con el que me identifico, claro.

Esta novela trata de reflejar cómo es la transformación real de niña a mujer ¿crees que las niñas, hoy en día, suelen querer hacerse mayores demasiado rápido?

Creo que mi generación creció con menos certezas que las generaciones precedentes, y la tendencia se mantiene. La incertidumbre y el vértigo no son sensaciones que se limiten a la adolescencia, por supuesto, sino que pueden agravarse con los años, mientras que la niñez, por otro lado, es la época de la seguridad y la inocencia; todo está en orden, todo parece sencillo, las cosas tienen sentido porque hemos heredado el sentido que les damos y todavía no lo cuestionamos. Pero a partir de la adolescencia se trastocan esas certezas, que de repente nos parecen precarias, y diría que las ganas de crecer del adolescente se conjugan eternamente con el miedo a hacerlo, porque se mueven en ese limbo en el que, por una parte, anhelan la seguridad que notaban apenas unos años antes y, por otra parte, idealizan la solidez que esperan conseguir al ser oficialmente adultos según el DNI.

En ‘La prima mayor’ has optado por contar esta evolución huyendo de clichés, ¿crees que las novelas más comunes suelen reflejarlo así, o caen en los estereotipos?

Creo que precisamente escribí la novela con cierto hartazgo hacia los estereotipos de adolescente que me molestaban especialmente entonces y que ahora, ni que sea por empatía con quienes se encuentran allí, me parecen igual de insultantes. Los adultos deseamos que no nos encasillen, en general, y a los adolescentes, quizás por la propia comodidad de los adultos que le rodean, se les obliga a escoger entre un abanico de etiquetas bastante simplistas y limitadas, como buscando la homogeneidad del colectivo. Y sobre todo, me indignan los estereotipos que afectan a las chicas, por supuesto: ellas, como sus versiones adultas, han sido víctimas con frecuencia de esa herencia machista que, tanto en el ámbito social como en el literario y cinematográfico, las ha condenado a tener una entidad y un rol estrechamente ligados a su relación con el protagonista masculino. Necesitaba alterar ese paradigma y, para variar, darles el peso y la complejidad a ellas, mientras que ellos son interesantes pero también más de relleno, dibujados con trazos más gruesos: de ellos nos interesa la forma en que interactúan con las protagonistas, quienes, a su vez, más que descubrir la manera de ser de esos chicos, van descubriendo diferentes versiones de ellas mismas.

‘La prima mayor’ tiene como protagonista a un personaje femenino, ¿es diferente la adolescencia entre hombres y mujeres?

No he sido un chico adolescente, así que no puedo responder de manera contundente a esta pregunta. Sin embargo, creo que, más allá de algunas cuestiones estrictamente de género —diferentes cambios concernientes al físico, la menstruación, la forma de vivir y practicar el sexo y la masturbación, etc.—, no debe haber demasiada diferencia entre ambos procesos desde la perspectiva de la madurez, los conflictos, las contradicciones, los miedos y las dudas y el vértigo hacia los cambios y su irreversibilidad.

¿Tenías claro cuál iba a ser el final de la historia o ha evolucionado a medida que ibas escribiendo?

Lo tenía claro. A veces parto de un esquema narrativo y, en efecto, termino alterando elementos de la trama, pero eso no me ocurrió con ‘La prima mayor’.

¿Qué sensación tuviste al poner el punto y final a la novela?

Me sentí profundamente satisfecha y orgullosa de haber llegado hasta el final y de sentirme contenta con el resultado. Después, al terminarla, pensé: ¿Y ahora qué? ¿Te atreves a exponerte?

¿Cómo te ves dentro de 5 años? ¿Te gustaría seguir escribiendo narrativa?

Me veo escribiendo fundamentalmente narrativa, pero también teatro y algunos guiones propios, si es posible. Eso no quiere decir que pueda vivir de escribir, aunque me encantaría, evidentemente, que esa fuera una faceta importante de mi vida, incluso compaginándola con otras ocupaciones. De momento, combino la escritura creativa con trabajos puntuales de comunicación, talleres de escritura, conferencias y publicaciones periódicas de artículos y relatos en medios de comunicación, entre otros.