Literatura sáfica para celebrar el Pride y la vida

17 / 06 / 2021
POR Tamara P. Rodríguez

De Monique Wittig a Brigitte Vasallo. Te descubrimos algunas autoras imprescindibles para iniciarse en las letras lésbicas.

Adrienne Rich | Monique Wittig | Audre Lorde

El pasado 26 de abril fue el Día de la Visibilidad Lésbica, y el próximo 28 de junio es el Pride. En la actualidad se ha convertido en un día festivo más que reivindicativo; sea como fuere, traigo una serie de novelas y pensadoras sáficas para deleitarnos con gusto, y no solo durante junio bajo un hashtag que nos reduce a un mono dentro de una jaula, sino que quizá el paso sea ir más allá y simplemente consumir cualquier tipo de literatura independientemente de entre qué personas transcurra el romance. Si como personas homosexuales llevamos toda la vida leyendo historias heterosexuales y normativas, ¿qué dificultad hay para que las personas heterosexuales consuman literatura donde las protagonistas abarcan las siglas LGTBI+? ¿Por qué, de forma consciente e inconsciente, se hace esta separación? Necesitamos más diversidad y menos estigma.

«Lesbiana: Aquella que vive en un pueblo de amantes, aquella cuyo interés se dirige en primer término a sus amantes, aquella que siente un deseo violento por sus amantes, aquella que “no vive en el desierto”, que no está “perdida”.» Así describe Monique Wittig, nacida en 1935, la palabra lesbiana en su conocido ‘Borrador para un diccionario para las amantes’. Un libro que lamentablemente está descatalogado hoy en día, aunque es fácil acceder a él a través de una biblioteca. Es de los más bellos que he leído nunca; sin censuras, sin juicios, sin nada que te lleve a pensar que la otredad del safismo sea algo castigable, insultante o vergonzante. «Boca: Se dice con frecuencia de la vulva que es una boca. Bocas y vulvas son las dos partes más sensitivas en el estado de amor y muchas veces sientes placer al mismo tiempo. “Pongo mi boca alta sobre tu boca baja y desfallezco”(…) » Wittig tiene varios libros interesantes, críticos y bellos, entre los cuales se encuentran ‘El pensamiento heterosexual’ (Egales, 2016), un ensayo que te vuelve la cabeza del revés y te hace reflexionar sobre un millón de cosas interesantes, o ‘El cuerpo lesbiano’ (Pretextos, 2021). Sobre este último dejo un fragmento que ejemplifica la belleza de su escritura. «Negro es el riachuelo que parte de pronto tu cuerpo es dos muslos separados en su mitad rodillas tensas pecho con sus senos en dos partes, la izquierda tan solo mostrando la aorta los ventrículos las aurículas el corazón completo. (…) Una saliva sale de tus labios en tu boca entreabierta, una espuma se filtra entre tus dientes, un ronquido sostenido sale de tu garganta.»

Empezar hablando de la francesa Wittig solo puede llevar a seguir hablando ahora de Adrienne Rich, una poeta, crítica y pensadora estadounidense nacida en 1929. De sus ‘Ensayos esenciales’ (Capitán Swing, 2019) un libro de 679 páginas, se puede extraer una cantidad de saber ingente, difícilmente asumible de una sola lectura. Pero con el tiempo apropiado podremos leer, entender y asimilar grandes textos como los dirigidos hacia la maternidad en ‘Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia y como institución 1976’, o su prosa escogida ‘Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana 1980’, que ella misma introduce así: «(…) En parte la escribí para contrarrestar la cancelación de la existencia lesbiana en tanta bibliografía académica feminista, cancelación que sentía (y siento) que tiene consecuencias no solo antilesbianas sino antifeministas. (…) No la escribí para ahondar en divisiones sino para animar a las feministas heterosexuales a examinar la heterosexualidad como institución política. (…) Quería, como mínimo, que a las feministas les resultara menos posible leer, escribir o dar clase desde una perspectiva de heterocentrismo incuestionado.» Cabe destacar también ‘El sueño de una lengua común’ (SextoPiso, 2019) uno de sus poemarios más conocidos, o ‘Galaxias de mujeres’ (Sabina, 2020) una recopilación de sus poemas desde los años 60 que se centra en reivindicar la escritura femenina frente a los modelos masculinos, para dar voz a las experiencias propias de las mujeres.

Inevitablemente toca hablar de Audre Lorde, otra estadounidense y nacida en 1934, amiga de la propia Rich. Lorde fue una escritora, poeta, feminista y activista por los derechos civiles. Su biomitografía ‘Zami. Una nueva forma de escribir mi nombre’ (Horas y horas, 2009) relata su vida como hija de migrantes afrocaribeños, además de denunciar las injusticias a las que se enfrentó como el racismo y la lesbofobia incluso dentro de los círculos feministas. Otro de sus libros más conocidos es ‘La hermana, la extranjera’ que está a punto de recuperar esta misma editorial. La exploración de la identidad femenina negra, el machismo, los derechos civiles y el safismo son los temas que rodean su obra, con frases tan conocidas como «Las herramientas del amo no destruirán la casa del amo» No es de extrañar que Wittig, Rich y Lorde escribieran grandes textos sobre la opresión heterosexual. Tres grandes mujeres, filósofas, escritoras, feministas, críticas y reivindicativas que nadie debería dejar de leer.

Si navegamos rápidamente hacia la actualidad en cuanto a pensadoras sáficas, Brigitte Vasallo lleva años haciendo un gran trabajo de divulgación y pensamiento en esta misma línea, ‘Pensamiento monógamo, terror poliamoroso’ (Oveja roja, 2018) y ‘Lenguaje inclusivo, exclusión de clase’ (Larousse, 2021) son dos ensayos que tienen garra y reivindican con suma inteligencia las estructuras patriarcales, heterosexuales y de clase en las que vivimos.

Emily Dickinson, estadounidense nacida en 1830, fue una poeta excepcional que mantuvo una relación bellísima con Susan Gilbert, eso sí, con decoro y cierto secretismo. Se conocieron en la juventud y Susan terminó casándose con el hermano de la propia Emily, instalándose en la casa de al lado. Emily siempre le mostraba su creación literaria a Susan, Susie, y esta siempre le brindaba su apoyo. Tras la muerte de Dickinson, toda su obra fue alterada, ya que la amante de su hermano decidió modificar por completo cada uno de los poemas y cartas de la autora, erradicando por completo los pronombres femeninos y borrando el nombre de Susan de todas las cartas. Hasta 1998 no se pudieron recuperar parte de los textos originales, y para entonces Dickinson en la cultura popular era algo tan manido como una poeta “solterona y amargada” con un gran talento. Pero esa no era Emily. Afortunadamente, se acaba de publicar ‘Cartas de amor a Susan’ (Sabina, 2021) el primer recopilatorio sin censuras de las cartas y poemas originales de Dickinson. «La preciosa nota, Susie; estoy desgastando el papel, leyéndola una y otra vez, pero los pensamientos de amor no pueden desgastarse ni aunque lo intenten (…) al poco rato desperté diciendo “Tesoro precioso, eres mía”, y allí mismo estabas, mi Susie, y apenas me atreví a dormir, por temor a que me fueras arrebatada. No te preocupes por la carta, Susie; estás muy ocupada; tan solo escríbeme una línea cada semana, y que esta sea “Emily, te amo” ¡y me daré por contenta! Tu propia Emily.»

Para indagar en profundidad sobre escritoras sáficas del periodo de entreguerras, recomiendo encarecidamente el libro ‘París era mujer’ (Egales, 2017). En él encontraremos a figuras tan relevantes como Djuna Barnes, Natalie Clifford, Gertrude Stein, Colette, Renée Vivien, o la propia Sylvia Beach, la creadora de la famosa librería Shakespeare and Company. Todas estas mujeres, vivieron en «la orilla izquierda del Sena» y tuvieron una creación literaria asombrosa.

Y si pienso en cosas asombrosas, no puedo dejar pasar la oportunidad de hablar de Anne Lister, que nada tiene que ver con estas mujeres, ya que ella nació muchísimo antes, en 1791 en Halifax, Reino Unido. Una terrateniente mujer, que vestía con pantalones y que vivió su vida con plenitud, dejando a un lado los mandatos de la época que la obligaban a vivir bajo las normas establecidas de la feminidad y la heterosexualidad. Hace poco que se ha editado su biografía, ‘Gentleman Jack, Anne Lister’ (Siruela, 2021). En ella no solo encontraremos toda su fascinante vida, también fotocopias de sus diarios originales, cifrados bajo un complejo código derivado de una combinación de álgebra, griego antiguo, signos matemáticos y signos de puntuación y zodiacales. Una mujer fascinante y una vida fascinante a la que merece la pena asomarse.

Y entre mujeres asombrosas, también quiero destacar novelas maravillosa. Es el caso de ‘Thérèse e Isabelle’ de Violette Leduc (Mármara, 2015). Una obra que gira en torno a dos adolescentes, una de las cuales es la propia autora, en sus años en un internado. «Me desterró de un mundo sin vida, me invitó a lo desconocido. (…) Aquellos labios se pasearon por los míos: unos pétalos quitándome el polvo. (…) Dibujó un círculo alrededor de mi boca, delimitando mi confusión, y dejó un beso primaveral en cada comisura (…) Ella fabricaba su miel sobre mis labios, las esfinges se habían ido a dormir. Supe entonces que había estado privada de ella desde antes de conocerla.»

‘Desnuda’, de Paola Rivera (Tres hermanas, 2018), es otro buen ejemplo de una obra literaria llena de poesía donde una niña descubre su propia sexualidad. Y si pienso en poesía me viene a la cabeza el libro de Eva Gallud, ‘Los años oscuros’, (Editorial Dieciséis, 2020), entrevistada aquí hace algunas semanas. Un libro cargado de simbolismos donde las protagonistas son mujeres sáficas como algo natural, y no impuesto. Por supuesto, uno de los grandes libros del 2020 fue ‘Panza de burro’, de Andrea Abreu (Barrett, 2020), en el encontraremos una narración sin igual entre dos niñas, con una originalidad asombrosa a la hora ya no solo de escribir, también de crear esta historia. Mencionar ‘Treinta y tres monstruos’, de Lidia Zinóvieva-Annibal (Akal, 2020) es de ley, ya que es la considerada primera obra lésbica de la literatura rusa, un país abiertamente homófobo que hace que esta lectura sea una reivindicación en toda regla a pesar de estar escrito en 1907. Además tiene una introducción sobre la autora y el contexto histórico de Rusia en cuanto a la homofobia muy interesantes. Y si hablamos de primeras obras, cabe mencionar ‘Zezé’, de Ángeles Vicente (Kaótica, 2020). Una murciana que nació en 1878 y escribió el primer texto editado en español donde se describen relaciones lésbicas.

Filósofas, poetas, feministas, escritoras, pensadoras… El mundo ha estado siempre lleno de mujeres sáficas que han dejado un legado que debemos asumir, divulgar y reivindicar. La heterosexualidad impuesta por el Estado patriarcal es algo a evitar, la lesbofobia es algo a erradicar, y leer a todas estas mujeres es un deber personal.