Samantha Hudson estrena su nuevo tema ‘Dulce y Bautizada’; y como no es lo mismo contarlo que vivirlo, desde VEIN la hemos seguido durante 21 días, documentándolo con fotografías de Juan Achiaga. Hablamos con ella…
“Ser auténtica es un acto político”. Samantha Hudson, la reina de los bajos fondos, una travesti de gay a lesbiana, una tía con pose de tonta, gamberra y punky ravera, todo en palabras suyas, es un fenómeno poderoso y mediático que ha conseguido deslumbrar con su discurso inteligente, con el autohumor, la parodia, lo extremo y mamarracho, llevándolo a un nivel de lenguaje que tanto consigue interesar a lo más progresista como a lo más conservador. A los 15 años grabó el vídeo y la canción “Soy maricón” para una asignatura de audiovisual en bachillerato, donde a modo de canción protesta encaraba a la iglesia por haberla expulsado de una de ellas, siendo ella creyente de adolescente porque “si era maricón y gordo, y nadie me quería, por lo menos Jesús lo haría”. Esa irreverencia le valió la fama nacional, la presencia en medios siendo menor y la excomulgación, y gestó el fenómeno Samantha Hudson que podemos disfrutar hoy en día, teniendo en su haber el documental “Samantha Hudson, una huistoria de fe, sexo y electroqueer”, un podcast en Netflix y un camino en auge en el que avanza siempre genuina. Con canciones como “Hazme el favor”, “Cómeme el coño” o “Superpreñada”, ha sido fichada por Subterfuge Records y lanza ahora el single y vídeo “Dulce y Bautizada”, en el que reclama el derecho a la no hipersexualización y lo hace, como siempre, a su modo. Más lejos ahora de su fe cristiana inicial, nos ponemos a hablar de todo su recorrido y empezamos esta conversación mientras friega un cazo: “El diario de Samantha Hudson”.
A los 15 años obtuviste una fama mediática inesperada con “Soy maricón”, pero no vamos a ahondar en el hecho en sí, si no en la perspectiva. ¿Tienes alguna visión o posición distinta sobre lo que pasó entonces que no tuvieras en ese momento?
Pues es que entonces ni siquiera me lo planteé. La gente se cree que yo era una revolucionaria subversiva luchando contra los abusos de la iglesia católica pero en realidad fue algo mucho más inocente: intenté entrar a una iglesia y no me dejaron. Cuando yo vi todo lo que estaba sucediendo estaba pasiva porque no sabía ni cómo gestionarlo, y como veía a la gente más a favor que en contra, pues pensé “algo bien estaré haciendo”. Ahora con más cabeza, sí entiendo el revuelo que se armó y lo que supuso. Además, “Soy maricón” ha envejecido como el buen vino.
Y de hecho esa canción la sigues performando tal cual en tus conciertos.
Es muy gracioso que me comentes eso porque miro hacia atrás y hay algunas cosas con las que no me identifico, por ejemplo a nivel estético o en mis vídeos de entonces, en los que sí he ido viendo una mejoría con el tiempo, pero sin embargo con las canciones no me ocurre lo mismo. Y me di cuenta el otro día cantando que esa canción tiene seis años y me sigue pareciendo igual de chula.
A mí si me pareció con tu última canción, “Hazme el favor”, que hay una evolución musical, algo distinto que no te había escuchado hasta ahora.
Sí pero la nueva canción que voy a sacar es totalmente distinta a “Hazme el favor”. Yo no voy nunca marcando un estilo; “Chicote” es una balada de amor, “Seguros de moto” es una mamarrachada en plan electrónica y “Hazme el favor” es un rollo italodisco, La Prohibida, Fangoria. En ese momento me apetecía encarnar ese personaje de chica a la fuga que huye de sus relaciones tortuosas, que se lía con un chico en un motel y luego le roba el coche. Hay una evolución en cuanto a producción musical, a nivel de estilo prefiero hacer lo que me da la gana.
Volviendo atrás, por lo que yo sé eres la persona más joven en enemistarse con la diócesis en el s.XXI.
(Ríe). Seguramente, la verdad, además la enemistad ha trascendido, incluso me excomulgaron.
¡Ah! ¿¡En serio!? Esto me encanta.
Es una historia divertidísima. Yo conocí a un cura exorcista, que me contó que asistió (porque los exorcistas son un alto cargo dentro de la iglesia) a una reunión con la archidiócesis de Madrid, y en esa reunión estaba el obispo de Palma, y el obispo presentó una carta formal pidiendo la excomulgación de Samantha Hudson, es decir yo. Entonces estoy excomulgada.
-¿Y qué te pareció eso?
Pues súper relajadita.
Es que esta historia es un poco Juana de Arco. Ella era súper creyente pero fue denostada por la iglesia, como que quería formar parte de ella y no la dejaron.
Es que igual parece una tontería pero cuando yo hice la intro de “Samantha, soy yo, Dios” era un poco esa analogía de la llamada del señor de Jesucristo me llama, pero para rechazarme.
Si hasta tenéis un corte de pelo parecido.
¡Sí! Si justo tengo una peluca nueva que es igual y una armadura, así que lo mismo podría hacer una performance.
Siendo tan abierta, sin tapujos como eres, me planteo si creciste tú en un entorno abierto y seguro.
Totalmente, de hecho creo que la diferencia entre los millennials y la generación Z , o al menos a mí me lo parece, es que los homosexuales millennial tienen todo este rollo del chemsex y de me acuesto con mucha gente porque estoy muy triste y eso es producto de una mala reproducción social, porque no tenían referentes firmes. Yo he tenido la suerte de que mi familia me ha apoyado muchísimo; si es cierto que había jaleo cuando iba a clase con mis pintas pero luego entiendes que no es una cuestión de homofobia en sí, si no miedo a una repercusión. Cuando salió el vídeo de hecho ni hablaron de ello, yo pensé que no lo habían visto. Yo creo que sería imposible ser como soy a día de hoy si no hubiera tenido un ambiente tan confortable y tan cómodo como el que he tenido.
Podrías haber llegado a eso pero con mucho más trabajo, mucho a desaprender.
Claro, igual habría llegado a ser yo pero con 32 años.
Voy a hacerte una pregunta que te han hecho en muchas otras ocasiones, y cuya respuesta siempre varía. ¿Quién es Samantha Hudson?
Lo suelo cambiar porque lógicamente eso cambia depende del momento de tu vida en el que respondas. Yo no hago escisión entre Iván y Samantha como la gente se empeña en hacer, para mí no sé si definirlo como una evolución del niño que era antes a la mujer que soy hoy, por ponerle un nombre a una especie de performatividad continua. Antes no lo hacía, pero ahora admito que Samantha es un personaje porque todos somos un poco un personaje, nuestra personalidad son una serie de códigos que performamos constantemente. Sí que tengo varios registros y uno de ellos más seria y puedo entender que haya gente que piense que lo otro es impostado y es una mamarrachada. Samantha es a la vez un proyecto, y a la vez una performance, y a la vez soy yo misma, mi forma de ser y mi carácter a día de hoy. La gente no va a ser igual en un tanatorio o una rave, y eso nos significa que estén impostando una realidad.
Has crecido muchísimo. En 2018 se estrenó un documental sobre ti, tienes un podcast en Netflix y participaste en un videoclip con Isabel Pantoja.
Bueno eso fue uno de los puntos álgidos de mi carrera. Realmente ha sido más bien progresivo, lo que pasa es que la evolución más grande se ha dado desde que yo estoy en Madrid, y sobre todo a raíz del confinamiento, porque estaba todo el mundo deseoso de consumir, ¿y quién era la mongola que estaba haciendo contenido? Yo, y ahí di el pelotazo. Pero claro mucha gente se olvida que yo llevo desde 2015 haciendo cosas, aunque sea interacción en las redes o una entrevista en un periódico local. Yo me siento agradecida e incluso abrumada, también con el cameo en la serie Veneno, sobre todo porque no es una interpretación si no un cameo, y a mi parecer todo lo que tiene que hacer una superestrella yo ya lo he hecho.
El autohumor es uno de tus puntos fuertes y al mismo tiempo consigues hacer crítica social a través de él.
Para evitar posibles críticas, que es lo más sensato. Yo misma evidencio mis errores, y evidencio que es un despropósito, y la gente no puede criticar nada , porque ya está hecho y piensan “ésta es una maestra del humor”. Entonces a partir de cierto momento he empezado a performar toda mi vida entorno a lo absurdo.
Y te sale genial, es divertidísimo.
Hombre es que guapas y cantantes que lo hagan bien ya hay muchas.
Pero ese autohumor tuyo es muy inteligente.
Es que hay que ser muy lista para ser tan tonta.
Mira por ejemplo a Paris Hilton y el personaje que tiene creado.
Claro, porque ella decía no tengo que cumplir las expectativas que la gente tiene de mí ni como personaje mediático ni como chica, así que si la gente cree que es tonta pues ella lo va a ser el doble, y eso bloquea los comentarios de odio. Yo decidí que como tampoco soy una persona que cante muy bien, o que baile muy bien, y mis videoclips, que cada vez son mejores, pero que sé que en el proceso de hacerlos me voy a equivocar millones de veces. Entonces pensé, antes de que me acribillen en redes sociales, porque sé como que es la gente en ellas, y me señalen errores que son humanos, prefiero adoptar esta pose de tía tonta, gamberra, punky ravera y así es que ya no tengo ningún defecto prácticamente que la gente pueda criticar.
Claro, es que eso ya se lo quitas.
Es que si tú sólo eres guapa y perfecta, no puedes permitirte el lujo de ser fea y desastrosa. Pero si tú eres capaz de ser fea y desastrosa, luego cuando Samantha Hudson se maquilla genial es como, ¡qué guapa! Y cuando voy fea es como qué tía más chula. Si yo solo fuera una travesti guapísima, modelo, delgadísima, finísima, que se preocupa mucho por una coreografía y luego me equivocara en un show, la gente me condenaría.
Ya, porque sería el código de lo perfecto. Vamos a hablar de tu videoclip que estrenas ahora, de esta canción que se llama “Dulce y Bautizada”.
Esta canción nació porque yo un día me fui a un sitio súper castizo de Madrid maravilloso que se llama La Casa de las Torrijas, y me pedí una torrija que venía con Bailey’s y se llamaba Dulce y Bautizada. Las camareras son unas lesbianas maravillosas súper fans mías y dije yo este nombre de torrija tan especial tiene que ser una canción. Y al cabo de unos meses me junté con Chenta –Putochinomaricón- a ver si nos salía una canción, y empezamos a hacer esta base, y pensé en eso y me salió la letra improvisando en el estudio. Y como siempre escribo sobre lo que predomina en mi vida, yo estaba muy en este discurso de arriba el celibato, basta ya de hipersexualizarnos, porque en mi vida eso es algo que siempre me ha generado mucho conflicto y es tener que forzarme a llevar un ritmo sexual que no me corresponde. Porque al contrario de lo que pueda parecer yo soy una persona que no liga nunca, que no practica sexo nunca, no estoy muy interesada en los chicos, no tengo mucha libido, y todas mis relaciones sexuales siempre han sido o borrachísima para forzarme a hacer cosas o por decir voy a ligar, necesito sentirme validada. Y después de “Hazme el favor” que era vanidad y hedonismo, dije voy a volver a “Soy Maricón” y a la canción protesta, que es un concepto que me encanta. Me gusta la idea de retomar el tema de la religión y darle la vuelta. Si “Soy maricón” era odio la iglesia porque no me acepta porque soy un maricón promiscuo, esta es lo contrario, quiero ser célibe, quiero ser monja, entonces en el vídeo hice una especie de chicas malas pero del club de la castidad. Una de ellas es Gad Yola y el resto son dos amigas mías fantásticas, y va un poco de que llego a este colegio cristiano muy mala y muy libidinosa y ellas me condenan públicamente y me hacen un cambio de look. Es un poco una parodia de las películas de instituto.
Me hace pensar en el club de la castidad de Glee.
Me he inspirado también en eso, que Glee fue una de las series de mi adolescencia, entonces claro figúrate a Quinn Fabray en el club de castidad y preñada. Y como Ariana Grande había hecho ese homenaje, dije voy a ser yo la Ariana Grande de España. (ríe)
Y voy a hacer un apunte. En la escena última del videoclip, en el que salgo yo ya convertida en célibe, pero estética célibe putón, esto de rebequita pero minifaldita, y en esa parte yo vuelvo a clase y me encuentro a las célibes enrollándose en plan lesbianonas, fumando, bebiendo, entonces es un poco la moraleja ni de lo célibe absoluto ni de la hipersexualización, que en el equilibrio está la virtud.
Y mí a día de hoy me pasa que desde que ya no me fuerzo a mantener relaciones sexuales, que ya no estoy en apps de ligar, que me acuesto sólo con gente muy premeditadamente, con quien pueda haber consenso y cariño, estoy muy contenta. Que luego que si tú tienes mucha libido me parece fenomenal, siempre que lo hagas según los parámetros de salud mental, porque quieres, y no por buscar validación. Que cada una encuentre su ritmo.
Hay algo sobre lo que quiero preguntarte, y es el concepto señora. En la entrevista con Thais Villas hablabas de la eficacia de vestirse de señora rancia para denunciar lo conservador.
Yo en mi vida las cosas las hago de forma automática. Y en su momento pensé que me vestía así porque era lo que me gustaba, los abrigos, el look, era algo que me hacia feliz, pero pensando sobre ello sí me he dado cuenta que emular esa estética, y replicar cómo visten, las joyas, el bolso con cierre antiguo, el conjunto falda pantalón, me la podía llevar yo a mi terreno y de ese modo me aseguraba, por un lado, que la gente progresista que entienda mi rollo viera lo que estaba haciendo y la lectura de todo ello, y quién no lo entendiera y lo mirara desde un ojo conservador diría esto es vomitivo, porque cómo puedo tener yo algo en común con una travesti. Y eso ya está consiguiendo un efecto.
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Fotografías de Juan Achiaga para #VEINDIGITAL