Ser Jennifer Aniston

08 / 12 / 2014
POR Nacho Simal

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Jennifer Aniston puede haber sido muchas cosas en su vida y, sin embargo, la más importante, por la que ha sido recordada a pesar de su no muy notoria carrera como actriz, es la de convertirse en modelo inconfundible de mujer abandonada. Atrás quedaron los años de oro en los que millones de personas la conocían por encarnar uno de los personajes protagonistas de la exitosa Friends. Rachel Green era, sin duda, otro de los modelos posibles a los que Jennifer Aniston podría aspirar, pero toda su existencia mediática se vio atravesada por la dolorosa ruptura que la separó de Brad Pitt y, a ojos de todos, del happy ending americano. Tal ruptura, por sí misma, no fue un hecho mucho más noticiable que otras rupturas hollywoodienses. El amor se ha acabado y se seguirá acabando entre estrellas de éxito mundial y entre el más común de los mortales. Con lo que Jennifer Aniston no contaba era con la aparición en la receta del ingrediente Angelina Jolie, que la desterraría, de una vez y para siempre, a pasear ad eternum su mejores galas de mujer abandonada, de segundona, de fracasada. Porque las comparaciones son odiosas y poco podía hacer Jennifer Aniston frente a Angelina Jolie, icono de tantas causas que ya uno acaba por perder la cuenta —pero nunca icono segundón. Angelina Jolie ganó un —merecidísimo— Oscar que la catapultó a la más envidiable de la famas, se quedó con el maromo y creó una familia numerosa y multi-étnica, sigue protagonizando jugosos reportajes en la prensa rosa al mismo tiempo que intenta convertir este, nuestro cruel mundo, en un lugar mucho más justo. Por su parte, Jennifer Aniston sólo tenía a Rachel Green y Rachel Green hace tiempo que pasó a la historia. Llámalo ingrediente maldito o huso de la rueca. Lo llames como lo llames, sería del todo injusto que, desde aquí, intentáramos echar la culpa a Angelina Jolie de la eterna cruz que la Aniston ha debido cargar desde 2005. La culpa es nuestra, por comprar todas aquellas camisetas que enfrentaban al Team Aniston contra el Team Jolie, fandoms alocados en la lucha por el amor eterno y edulcorado que tan bien nos ha sabido vender el séptimo arte. Sea como fuere, aquellos que nos agarramos a nuestra insignia de pertenecientes al Team Aniston perdimos la partida. Team Jolie wins!

Brad Pitt y Angelina Jolie en los Oscar en la 84 � a 84 � ceremonia de los Oscar en Los Angeles

Después de eso, Jennifer Aniston, quién sabe por qué tipo de razones, comenzó a aceptar papeles en películas de segunda, en su gran mayoría comedias románticas de regusto amargo que confirmaban las ansiedades a las que la ruptura con Brad Pitt la habían enfrentado. Este tipo de género vainilla representa un ideal de mujer incompleta que vaga por el mundo en busca de su otra mitad: ya no valen su éxito, su valentía, sus aptitudes, sino el corazón que se revela enamorado antes de los títulos de crédito. De algún modo, la interpretación de este tipo de personajes refuerza la idea mediática de que la vida de la Aniston había quedado coja sin Brad y, por lo tanto, no hacían sino confirmar el estado vital “real” de la actriz, sin que de nada sirviera que hubiera rehecho su vida sentimental junto a Justin Theroux. Además, mientras ella perdía el tiempo aprendiendo los punch lines más manidos de la historia cinematográfica, Angelina Jolie cosechaba éxito tras éxito, taquillazo tras taquillazo. Jennifer Aniston, así, parecía condenada de por vida a permanecer bajo la sombra de Angelina, arrastrando, aún casi diez años más tarde, las cicatrices de una ruptura sentimental añeja. Pues, aún con tanto tiempo de por medio, la vida de Jennifer aún estaba firmemente atada al estereotipo de mujer abandonada y segundona frente al modelo de mujer independiente y de éxito que representa Angelina.

I’m Angelina, you’re Jennifer

Por esa razón, por esa imagen tan arraigada en nuestro subconsciente, todos reímos al escuchar el verso que, en 2011, Nicki Minaj le dedicaba, entonando aquello de I’m Angelina, you’re Jennifer en su tema Stupid Hoe. Es revelador que en el himno dedicado a todos sus haters, la Minaj decida auto-proclamarse a sí misma como Angelina, siendo los loosers una copia barata de Jennifer.

Pero ahora que Jennifer Aniston vuelve a ser noticia ante el estreno de su nuevo film, Cake, y que los críticos se llenan la boca apuntando que quizás este papel sea la pasarela para que la actriz se haga con el Oscar, puede que sea el momento clave para romper la maldición que Maléfica a.k.a Angelina Jolie lanzó sin querer sobre ella. Mientras todos los medios apuntan que Aniston podría engrosar la lista de actrices que se hacen pasar por FEAS para ganar la estatuilla, la lectura que deberíamos hacer tendría que ser otra. Claire Simmons, personaje protagonista de Cake al que Jennifer Aniston da vida, no es una mujer FEA —reducción simplista a la que se han visto sometidos todos los personajes femeninos FEOS merecedores de un Oscar. El menor problema de Claire Simmons es ser más o menos agraciada físicamente. El detalle que aquí deberíamos tener en cuenta a razón de la perfomance mediática de Aniston como mujer abandonada y segundona es que Claire Simmons también acaba de sufrir una ruptura — su marido la HA ABANDONADO, rezan las sinopsis. Si Jennifer Aniston llega a ganar el Oscar por lo que promete ser una deliciosa interpretación, no debería ser tanto por el maquillaje que la afea o los kilos de más u otros aspectos accesorios. Debería ser por el empoderamiento que la actriz lleva a cabo del papel que todos nosotros la hemos obligado a representar una y otra vez y que, admitámoslo, es harto plano. Claire Simmons, por fin, se desmarca de todos los simplismos que Hollywood le ofrecía a Jennifer Aniston, a la que por fin le ha tocado interpretar el personaje de una mujer que no se define por el abandono, por el efecto romántico —que también aparece en Cake—, sino por toda una serie de circunstancias adversas ante las que la mujer opta por luchar, por sobrevivir, aún siendo FEA, aún padeciendo una enfermedad que la postra en la cama mucho más de lo que a ella le gustaría. Un personaje que persigue la sombra de una chica muerta, acosada por sus propios fantasmas, pero que sigue caminando con paso más o menos firme.

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El trabajo de Jennifer Aniston siempre ha sido dar vida a otros personajes y, durante demasiado tiempo, todos ellos han estado cortados por el mismo patrón. Los clichés, los arquetipos, siempre van a estar allí y no son necesariamente malos, nocivos o destructivos. Lo importante aquí es cómo trabajamos con ellos y desde qué perspectiva somos capaces de leerlos. Puede que el modelo de mujer abandonada en el que Jennifer Aniston se ha estado atragantando durante tantos años —repito, la ruptura Aniston-Pitt se produjo en 2005—, sea per se contrario a todo lo que tenga que ver con el empoderamiento femenino. O quizá no, quizá sea hora de reivindicar aquellos espacios que históricamente han reforzado los binomios en los que nuestra sociedad parece fomentarse y, desde allí, deconstruirlos hasta gritar llenos de orgullo I’m Jennifer, you’re Angelina. A lo mejor entonces nos sorprendemos encontrándonos un poco más cerca del happy ending. Del de verdad.