Desde el basurero de Ciudad Juárez, la autora mexicana explora en ‘Basura’ la marginalidad, el abandono, la maternidad o la sororidad a través de la voz de tres mujeres. En #VEINDIGITAL hablamos con ella.
Sylvia Aguilar presenta ‘Basura’ (Ed. Tránsito), una impactante novela sobre la marginalidad, la violencia y la sororidad que nos traslada al basurero de Ciudad Juárez y en la que, a través de las historias de tres mujeres, Reyna, Griselda y Alicia nos muestra la realidad de los paisajes invisibles en los que se han convertido los territorios fronterizos.
La autora mexicana retrata la vida en torno al basurero de la ciudad fronteriza, un basurero que se convierte en el epicentro y en el personaje central más allá de las tres protagonistas. Enmarcados en el contexto marginal del basurero y el barrio de la periferia, los relatos de Reyna, Griselda y Alicia giran en torno a la violencia y la marginalidad. Tres mujeres de diferentes edades y colectivos cuyas vidas son el resultado del abandono o el olvido.
“Pienso que les outsiders, precisamente por estar fuera del sistema, son capaces de mostrarnos el otro lado de la luna. Tenemos la oportunidad de poner sobre la mesa aquello que desconocemos u obviamos en nuestro día a día”. – Sylvia Aguilar
Reyna es una mujer transexual que regenta un prostíbulo que se ha convertido en refugio para muchas mujeres. Alicia es una joven que fue abandonada de niña en el basurero y busca entre la basura y los escombros para sobrevivir y Griselda, una doctora que cuida de su tía enferma y dependiente. La multiplicidad de voces e historias intercaladas nos acercan a una realidad muchas veces obviada que resignifica el concepto de frontera y denuncia la injusticia social.
En ‘Basura’ coexisten distintas fronteras, tanto físicas como metafóricas, fronteras geográficas, identitarias o simbólicas. El cruce fronterizo de Reyna, como mujer transgénero, ha sido físico e identitario. Como Raymundo era un abogado exitoso que vivió el sueño americano y que, aun así, decidió abandonar su vida para ser Reyna y asumirse como una mujer doblemente marginal por su condición de trans y prostituta. Alicia representa de alguna forma la frontera entre la pobreza y la miseria, para ella el basurero es su hogar, un lugar producto del esfuerzo de quienes lo habitan, mientras que la ciudad es el espacio ajeno y desconocido que se construye como la frontera que no quiere cruzar. Para Gris su interacción con el basurero supone una oportunidad de entender una realidad que le es ajena y un autocuestionamiento sobre su propia identidad y su lugar en el mundo.
‘Basura’ resignifica la noción de frontera tomando como punto de partida el basurero de Ciudad Juárez que se convierte en un hogar bajo el asedio de la ciudad que representa el punto máximo de violencia y negatividad y nos lleva a cuestionarnos sobre la forma en que hemos creado nuestras zonas de confort. Las fronteras son traspasadas por las protagonistas que reconstruyen sus vidas y su destino cuando no hay nadie que las rescate más que ellas mismas. La frontera se convierte en una cicatriz aún abierta a la experiencia y a la esperanza. Hablamos con Sylvia Aguilar sobre ‘Basura’ y sobre la situación de los territorios fronterizos en México.
El basurero de Ciudad Juárez se convierte en un personaje principal de la novela, ¿por qué decidiste hacer de un basurero el epicentro de la historia?
Históricamente en Latinoamérica alrededor de los basureros municipales surgen colonias enteras, okupas de espacios geográficos que son construidos con el mismo material del basurero. Ya en ello hay muchas instancias que nos hablan de consumismo capitalista y de inequidad económica y social. Ahí se vive con los desechos de los otros o a pesar de ellos. Se sabe que en muchos de estos lugares los residentes se unen y crean cooperativas o prácticas colectivas para sobrevivir. Pienso en lo mucho que aprendí sobre el tema en ¿Quién mató a Diego Duarte?, de Alicia Dujovne Ortiz. Me pregunté, si esto ocurre en cualquier basurero, ¿qué otras cosas atraviesan esta experiencia cuando se trata de un basurero en la frontera? No solo eso, sino en la frontera de Ciudad Juárez/ El Paso donde no solo se observa el contraste entre México y Estados Unidos, sino el de una ciudad catalogada como la segunda más segura en Estados Unidos y la otra, hasta hace unos años, descrita como la más peligrosa en México. Este basurero, entonces, me ofrecía a mí una posibilidad no solo de ficcionalizar sino de aterrizar en discusiones que seguimos postergando: violencia e inequidad de género, enfermedad, Estado, injusticia social, etc.
En todas tus historias encontramos personajes outsiders, de alguna forma enfrentados a su contexto por su género o su estatus social ¿qué importancia tiene la marginalidad en tu obra?
Muchísima, incluso en no-ficción me interesa observar a quién va en contra de la corriente – porque no hay de otra o porque le es necesario—siento que son les outsiders quien precisamente por estar fuera del “sistema” son capaces de mostrarnos el otro lado de la luna. Y, por otro lado, no puedo dejar de pensar en el rol social que tenemos quienes escribimos y publicamos. Es como tener un micrófono abierto y tener la oportunidad de poner sobre la mesa aquello que desconocemos u obviamos en el día a día.
En ‘Basura’ hay muchas cosas que no se dicen y que solo se insinúan o se dejan a la reflexión del lector, la basura está a la vista de todos, pero nadie hace nada ¿Crees que es peor aquello que no se dice, pero se sabe?
Muchísimo, porque estamos tan bombardeados de acciones y situaciones espeluznantes que darle agencia a les lectores es también hacer énfasis en las micro y macro violencias que nos atraviesan.
¿La literatura puede funcionar como un altavoz de denuncia social?
No dejo de desear que así sea. Se dice que podemos cambiar al mundo un lector a la vez, no sé si lo podemos cambiar, pero sí quiero pensar que un libro que invita a la reflexión puede convertirse en una discusión o acción que genere transformación.
El personaje de Reyna es el de una persona que, en términos binarios, ha traspasado la frontera del género, un cruce fronterizo físico e identitario y que ahora es doblemente marginal por su condición trans y por su profesión ¿Por qué decidiste elegir una mujer transexual para la historia?
Precisamente porque la suya, y la de muchas mujeres trans, es una historia fronteriza, migratoria y violentada que, situada en este espacio cobra otro peso. Acá lo importante es cómo Reyna se adueña de su narrativa, y por tanto de su vida, y es capaz de traer ese espacio de afecto y cuidados que el resto de los personajes no tienen o no son capaces de construir del todo. Temía mucho estar contando una historia que no me correspondía, así que la única manera de hacerme responsable era investigando y entre más leía, más certeza tenía de que traer a Reyna a la novela era poner en la mesa temas indispensables.
En ‘Basura’ y otras de tus novelas como ‘Nenitas’ (2013), ‘Todo es yo’ (2016) o ‘El libro de Aisha’ (2021) la presencia femenina es innegable ¿Dirías que tu literatura es feminista?
Una vez, en un foro con estudiantes de literatura, alguien me dijo que Julia, la protagonista 12 años de Todo Eso es Yo era “súper feminista” y compartió lo que había detrás de su razonamiento y cómo lo notaba también en varios de los cuentos de Nenitas. Creo que hasta entonces no lo había pensado y, seré honesta, hasta me contrarió un poco que mis personajes tuvieran la perspectiva feminista que yo no había concientizado aún. Todo esto para decir que yo diría que mi literatura busca, en efecto, ser transfeminista.
¿Hay una finalidad de cuestionar el papel de la mujer en la sociedad actual?
En todo caso que diría que hay una finalidad de cuestionar el papel que la sociedad actual le ha otorgado a la mujer. Y, ya en esas, a las infancias y a la comunidad LGBTQIA.
En la novela podemos presenciar numerosos casos de violencia hacia la mujer, como los abusos de Rogelio a Alicia o las advertencias de Reyna a sus chicas ¿cómo es la situación actual de la mujer en México?
Espantosa y lo digo desde afuera porque vivo en Estados Unidos, así que la situación de las mujeres en México debe ser realmente aterradora. Reyna habla nostálgicamente del Estado de México a lo largo de la novela y es hacia allá donde dirige su salvación, pero este lugar es el ojo del huracán de la violencia de género. Los niveles de inseguridad y la escala de los actos perpetrados a los cuerpos de las mujeres son alarmantes, tanto como la certeza de que no se está haciendo lo necesario para detener la violencia y para hacer justicia.
‘Basura’ aborda el tema de la maternidad desde diferentes experiencias; la de Reyna convertida en «madrota» de sus prostitutas o la de Griselda al cuidado, casi maternal, de su tía, ¿supone esto una respuesta al patriarcado y a la idea prototípica de la maternidad?
Esa fue una decisión muy consciente con Reyna: quien más ejercita genuinamente el cuidado y el maternar es precisamente quien no se supondría que podría llevarlo a cabo. En el caso de Griselda yo diría que hace lo que debe hacer, no necesariamente desde el amor sino desde la responsabilidad. ¿Es esto menos valioso? No, pero el contraste con las formas de Reyna es enorme diría yo.
A lo largo de la novela el basurero pasa de ser ese espacio marginal a convertirse en el último reducto de paz frente a la violencia del entorno urbano. Realmente, ¿hay esperanza para el espacio fronterizo de Ciudad Juárez?
Una vez, en los peores años de la violencia en Juárez platicaba yo con un taxista, él me contaba todo lo que habían sobrevivido él y su familia y cometí la tontería de preguntarle: ¿y por qué sigue viviendo aquí? Y me contestó: porque esta es mi casa, que se vayan ellos, los que vinieron a dañarla. Así que tal vez soy muy ingenua, pero quiero creer que sí y que esa esperanza la construyen sus habitantes toda vez que se mantienen ahí, en ese complejo espacio fronterizo.
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