Compartimos algunos versos de ‘Canciones desde el fin del mundo’ (Libero Editorial, 2021) de la poeta ecuatoriana Yuliana Ortiz Ruano. Un libro en el que el miedo y la valentía se entrelazan, como la rabia y la calma, la ira y la ternura.

Canto XIV
de una lobotomía.
La extracción de la desgracia
en la cabeza de mi padre
y la prostituta reprimida
amordazada
en el cerebro de mi madre.
quince mil canciones enterradas
bajo un árbol de guayabas muerto
en el patio de una vieja sumisa.
yo no quise nacer navaja.
Siempre he creído que soy
producto de una lobotomía.
El cerebro desgastado por la noche
y la droga de mi padre
el deseo coagulado
en el sexo de mi madre.
el sabor amargo de los viajes
y el hambre de mi padre
con las costras de lavandera infantil
en la espalda de mi madre.
Nací agujero,
caballo sin ojos en medio de la maleza.
Serpiente con tenazas de cangrejo.
Cancerbero de cabezas mutiladas.
producto de una siniestra lobotomía.
Canto XV
tras él
creando un mandala en perfecta armonía:
monstruo/persona
ánima/miedo
persona/ánima
miedo/canción.
Como entrelazados; los ojos de mi padre
y de los siete hombres
en cuyas fauces duerme la ceniza de mi vientre.
Ocho hombres
que son los mismos:
hombres como mordazas
a un costado de mis vísceras.
Soy una cebolla de capas infinitas.
ESCRIBO
para descifrar qué duerme entre mis cortezas.
y lo que sé me estremece.
para no mostrarte en hueso al mundo
son aún más feroces que las que tienes.
todas estas capas lo esconden.
En vano me hurgo
tratando de buscarlo.
Sé de hijas
que aman a sus madres.
Sé de madres
ilusionadas con los hijos de otras.
Sé de mujeres
que se comen a sus hijos
y los vomitan en las laderas.
Sé de una casa
llena de fieras mantarrayas
como sábanas sobre las camas húmedas
y cocodrilos como corsarios de niñas vírgenes.
no solo por los guijarros que hacen hogar
entre tus córneas, sino porque hacia adentro
todo es tiniebla.
Sé de huesos
músculos nervios linfa
pero no he podido verme sangrar
pintar con sangre es ponerte al descubierto.
La menstruación en los botes de basura
está cargada de nuestra historia.
que leen el futuro chupando nuestra sangre
como mosquitos de carne y hueso.
Sangro ocho días al mes para olvidarme de mí,
para que la compresa,
además de llevarse un óvulo muerto, se lleve mi niñez,
y que ella se pudra bajo la tierra.
y de fauna ecuatorial,
pero no puedo leer el libro
escrito en mi torrente sanguíneo.
es una gota de sangre
sobre la grupa de un blanco equino
Poema/Gota/Sangre
al corazón
de las piedras
olvidadas en el río.
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