‘Violet hace el puente sobre la hierba’: la justicia poética Lana del Rey

06 / 08 / 2021
POR Nerea Sánchez

El debut literario de la artista estadounidense es un retrato de las inseguridades y toxicidades que refleja en sus canciones, pero también un camino hacia su paz interior y al autorreconocimiento como escritora.

Lana del Rey empezó a escribir su primer libro durante una época en la que dejó de trabajar. Y así, de forma ociosa, entendiendo la poesía como un lugar que queda fuera de los márgenes de la productividad, nos invita a entrar en su poemario: con la imagen de una niña -o una flor- que hace el pino puente en el jardín y arranca de la hierba dientes de león. “Y en ese momento / decidí no hacer nada de nada / para siempre” sentencia al final de este poema.

La cantante ni siquiera tenía grandes aspiraciones editoriales. En un primer momento, quiso autopublicar y vender el libro a dólar: “Mis pensamientos no están a la venta”, escribe en una de las páginas del poemario. Finalmente, ‘Simon & Schuster’ se hizo con los derechos; aunque la mitad de los beneficios irán a parar, aun así, a la protección de las comunidades indígenas estadounidenses.

Quizás por no tomarse la poesía como un trabajo, sino como el reflejo de sus pensamientos, la voz de los poemas no incide tanto en su imagen de diva, ni en la fama, ni en el lujo: “La gente piensa que soy rica y lo soy pero no como ellos piensan”, escribe en ‘Feliz’. Lana del Rey se desnuda. En los poemas aparecen médiums y reuniones de alcohólicos anónimos: “Fui a la reunión de Alcohólicos Anónimos / y lo que compartí sonó como el cuento de una ama de casa maltratada”.

Se retrata vulnerable: “No se lo digas a nadie pero / una de las razones por las que fui a la clase de vuelo fue la idea / de que si podía convertirme en mi propio piloto, una capitana del cielo / puede que dejara de buscar la dirección que me lleva a ti”. Pero, a pesar de su vulnerabilidad y de su dependencia hacia los hombres, encuentra caminos de sanación: “Perdónale por haberse ido / el amor es crecer / No resistirse / las mejillas se enrojecen / ahora estás viviendo”.

El paisaje de Estados Unidos atraviesa ‘Violet hace el puente sobre la hierba’ (Cúpula, 2021) y también lo atraviesan las voces de otros poetas estadounidenses. “Sigue tu camino Sylvia Plath” pronuncia Lana del Rey en ‘Pies descalzos sobre el linóleo’. Además, esparce por todo el texto fórmulas de repetición, casi de encantamiento, como lo hicieron los poetas de la generación beat al copiar los ritmos del jazz y de los mantras, que no son más que oraciones para separar el cuerpo de la mente. Al igual que Allen Ginsberg, la autora usa la poesía como autoexploración y la escritura como medio para desahogar sus traumas.

Pero, en realidad, Lana del Rey ya había hecho todo eso antes. En 2011, Elisabeth Grant mudó su piel y pasó a ser Lana, y vendió “los derechos de su vida a cambio de un gran cheque”, y regaló a toda una generación perlas como “mi coño sabe a Pepsi-Cola”, con las que las bocas de las adolescentes se hinchaban como un globo, se paralizaban durante unos segundos y después estallaban con una risa retumbante. Con esa primera impresión superficial se quedaron entonces muchos críticos musicales, que despreciaron las dimensiones del fenómeno ‘Lana del Rey’ y no supieron ver la profundidad de su obra.

Pero no eran -solo- todos esos clichés adolescentes extraídos de la cultura estadounidense lo que cautivaba a sus fans. Se identificaban con ella porque atravesaban relaciones tóxicas, como las que escribe Lana; porque querrían haber sido divas, como Lana. Pero estaban desorientadas y tristes, y sentían en su pecho el ansia de libertad que la artista refleja en ‘Ride’, en ‘Get Free’ o en tantas otras canciones.

Ahora, con una carrera más sólida y con el aplauso de sus últimos trabajos, como ‘Chemtrails over the club’, la crítica musical, que durante tanto tiempo la ha despreciado por hacer “música para adolescentes”, comienza a tomarla en serio. Con ‘Violet hace el puente sobre la hierba’, Lana del Rey se hace justicia poética y da un paso más allá en su reconocimiento como artista. No solo es cantante, compositora y directora de muchos de sus vídeos. También es poeta y así se define: “No soy una capitana. / No soy un piloto. / Escribo. / Yo escribo”.

 

_