La amistad de Frida Kahlo y Georgia O’Keeffe

11 / 06 / 2021
POR Pilar Ramón

Celia Stahr publica ‘Frida en América’, un libro en el que detalla el impacto de la artista americana en el desarrollo artístico de Kahlo.

Frida Kahlo de Nickolas Muray (1939)

El nuevo libro ‘Frida en América’, sobre el primer viaje de Frida Kahlo a Estados Unidos acompañando a su marido Diego Rivera, revela más detalles sobre la amistada que esta mantenía con Georgia O’Keeffe, una pintora estadounidense que le doblaba la edad. Entender esta amistad ayuda a comprender el impacto formativo que tuvieron la una en la otra, pero “especialmente en el desarrollo artístico de Frida”, en palabras de la autora del libro Celia Stahr.

Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos de Frida Kahlo (1932)

Las dos pintoras se conocieron en diciembre de 1931, en la inauguración de la muestra en solitario de Rivera en el Museo de Arte Moderno. Basándose en el diario de Lucienne Bloch, Stahr ha podido descubrir que las dos pasaban tiempo juntas. A veces tenían citas dobles con sus maridos y otras quedaban las dos solas o se unía a ellas Bloch.

Ambas eran muy similares, jugaban con la moda, tenían carreras artísticas exitosas individuales y también estaban casadas con artistas mayores, infieles y poderosos. Según Linda Grasso “inmediatamente se hubieran atraído”. En la primavera de 1932, Kahlo y Rivera se mudaron a Detroit, donde ella pintó ‘Autorretrato en la frontera entre Méjico y Estados Unidos’.

En el lado mejicano aparece una flor a la que O’Keeffe dedicó una serie entera solo dos años antes y que no es autóctona de Méjico. Incluso estando separadas y sin saber si volverían a verse, la influencia perduró en el arte de Frida. La siguiente vez que tuvieron contacto fue a través de una llamada, cuando Kahlo se enteró de que su amiga había sufrido una crisis nerviosa, en 1933 le envió una carta, mientras estaba hospitalizada.

Georgia o’Keeffe

La carta, enviada el 1 de marzo de 1933, se encuentra en la actualidad en la biblioteca de la Universidad de Yale. La historia tras la epístola es la siguiente; Kahlo rompía todas las cartas que escribía porque consideraba que ninguna estaba del todo bien. “No puedo escribir en ingles todo lo que me gustaría decir, especialmente a ti” dice en las dos páginas que finalmente envió la poetisa. En ella también añade “si sigues en el hospital cuando vuelva te llevaré flores, pero es tan difícil encontrar las que me gustarían para ti”. Dos semanas después Kahlo regresó a Nueva York y visitó a su amiga antes de que esta partiera a Bermudas, para continuar con su recuperación.

Jack in the Pulpit de Georgia O’Keeffe (1930)

De la relación de estas se conservan principalmente datos de Kahlo. No se ha identificado por el momento ninguna carta de la estadounidense y no parece que guardara ningún recuerdo. Aun así, se vieron en otras ocasiones como cuando O’Keeffe visitó a Kahlo en Casa Azul, mientras estaba enferma y en cama. Seguro que esta estaba emocionada de ver a su antigua amiga a quien admiraba y quien le mostró lo que era ser una famosa artista femenina.

Las dos eran personas diferentes como ya hemos dicho, que cuando se conocieron, tuvieron una influencia permanente en la vida de la otra. Su vinculo perdura a día de hoy en sus pinturas y sus cartas.