Las redes sociales y la espectacularización de la imagen

01 / 07 / 2021

El filósofo Guy Debord analizó la sociedad de su tiempo afirmando que funcionaba como un espectáculo. Una aproximación que define muy bien cómo utilizamos hoy en día Instagram, Snapchat o TikTok.

Amalia Ulman, conocida por sus performances en Instagram. Foto para Bon Magazine.

Si tuviese algo parecido a la fuerza de voluntad, dejaba de usar las redes sociales. No lo dudaba, eh. Pero no puedo. Aunque solo me hagan enfadar. Da igual, ahí sigo. Personalmente lo que más me gusta de Instagram es seguir la caída de uno de estos influencers que dejan de estar de moda y poco a poco se van quedando sin seguidores y se nota que se estresan pero dicen que no pasa nada, que les va muy bien, que están agradecidos, que son más felices así y que los seguidores son lo de menos. Eso de verdad que es genial. No sé por qué algo así tardó tanto tiempo en llegar.

Visión de fondo

Siempre hay alguien que pronostica algo, como los Simpsons, con una lucidez que raya en la adivinación. Guy Debord (1931-1994) fue un filósofo francés que escribió con la mirada puesta en su tiempo. Concretamente en el ambiente político y cultural del mayo francés del 68. Analizó cómo funcionaba la sociedad del momento, y habló de ella como de un espectáculo. La socialización, la forma de entender el mundo o de reproducirse en él mantenía las normas de este. 

Para él, en la sociedad de su tiempo la gente actuaba dándole prioridad a lo que parecían ser, y no a lo que eran. Las cosas se fingían. Ya fuese el estatus, la cultura, la inteligencia o el ingenio. No era tan importante lo que uno era como aquello de lo que podía convencer a los demás. 

Foto de Martin Parr

De la misma forma, Debord decía que el individuo no dejaba de alejarse de su propia vida. Al producir algo falso, al formar parte de ese espectáculo, se distanciaba de su propia vida, de su sensibilidad y visión. La cosa es que sin saberlo hizo un calco casi perfecto de lo que, décadas después, iban a ser las redes sociales.

Otro plano en falso de la realidad

Lo importante de su mensaje es la insistencia sobre la idea de que hay algo que se pierde. Debord escribe que: “cuanto más produce hoy su propia vida, más separado está de ella”. Es algo parecido a grabar un concierto en lugar de verlo (un cliché boomer, pero útil). No es que estemos produciendo con las redes un nuevo plano de verdad, o una interpretación del mundo. Tan solo es algo que separa de la realidad. Se produce a partir de ella, sí, pero la distorsiona, la segmenta y la elude. 

Porque a diferencia del contenido de redes, la realidad dura lo que dura, duele lo que duele y termina sin que podamos volver atrás. Aburre, estresa y perjudica. No tiene las luces, la coreografía ni los cambios de ritmo que definen cualquier espectáculo. No hay protagonista ni conclusión. Solo es un desorden de personas en el que no te puedes quedar quieto hasta que consigas salir bien en la foto.

La venta de uno mismo

Para Debord el problema del espectáculo tenía tintes políticos. Un espectáculo, por esencia, niega la revolución. Porque distrae, porque aleja de lo importante y cierra la opción de lucha y de cambio real. El espectáculo es una especie de reconciliación con el sistema. 

50 años después ha cambiado también el sentido de su planteamiento, pero no el síntoma: la pasividad como espectadores. Esa, claro, es la otra parte del espectáculo. Tiene que haber un observador, alguien que consuma todo eso y que se dé perfecta cuenta de lo lejos que está de todas esas luces, de esas cosas tan brillantes. Pero que apague el móvil con la sensación de haberlas visto de cerca.

Cuadro de Perre Borrell

Últimamente escucho muchos planteamientos que dicen que es muy saludable y bueno dejar las redes sociales y me parecen ideas que tendrían que crecer y expandirse. En la mayoría de casos dicen que es casi una cosa de salud mental, de bienestar. Y no les falta razón. Al fin y al cabo se pone ante los ojos algo que no es real pero que se te vende como tal. Y que, obviamente, te va a hacer preguntarte qué está mal en tu vida o en ti para no tener lo mismo. Pero luego también está todo eso de Debord, que simplemente sirven perder tu tiempo viendo cosas que si te paras a pensarlo un segundo, tampoco te importan. Y claro que entretienen, por eso funcionan. A veces seguimos masticando en lugar de tirar el chicle, incluso cuando se le pasa el sabor.