¿Qué hay de nuevo? La columna semanal de Estel Vilaseca, cada viernes en VEIN
Fotografía Karoline Vitto
Cuando parecía que por fin se estaba logrando romper con la dictadura de la talla 34 encima de la pasarela, el análisis de las presentaciones de las colecciones de otoño-invierno 2023 confirman un lamentable retroceso. La anecdótica presencia de modelos fuera de la norma y unos castings en los que claramente hay un regreso a la delgadez que tan de moda se puso en los 2000 es una pésima noticia. La tendencia ya se empieza a sentir en editoriales y campañas con cuerpos que regresan a las medidas de siempre. En nuestro último número físico VEIN16 nos hizo mucha ilusión contar con Ali Guti en portada, una modelo fantástica que busca su sitio en una industria que todavía se resiste a entender que el mundo está lleno de matices.
Alicia, que ahora vive en Nueva York, nos regala una entrevista cargada de interesantes reflexiones: “Al final se necesita todo tipo de representación para que la gente se sienta identificada”, nos explica. Esta periodista de formación que ha protagonizado campañas para Glossier y Milk, reconoce que en su caso no tener una talla 34 le ha obligado a tener que trabajárselo mucho más que otras compañeras con medidas dentro de los estándares. También lamenta la manía de etiquetar a todos aquellos cuerpos no normativos como “curvy”: “¡Cuando tienes pecho y tienes culo, ya eres curvy!”, y reconoce que a pesar de que las palabras “inclusividad” y “diversidad corporal” sean tendencia, a la hora de la verdad, en las semanas de la moda desfilan siempre las mismas. En un momento dado, lanza una pregunta interesante: “A veces me pregunto ¿quieren modelos para vestir un cuerpo o para vestir una personalidad?”.
A la espera de que The Fashion Spot, pioneros en reportar los índices de diversidad de cada temporada, publique los resultados de los últimos desfiles, Vogue Business se adelantaba concluyendo que de acuerdo con “los datos recogidos durante el mes de la moda, la temporada otoño/invierno 2023 ha fracasado en los avances en términos de representación de tallas en la pasarela”. Si el año pasado el 2,34% de modelos fuera de las tallas normativas representaba un récord y un éxito, esta temporada no se ha llegado al 0,6% de representación. La firma Di Petsa de la diseñadora griega Dimitra Petsa, se ha llevado los honores convirtiéndose en una de las marcas más diversas. La joven diseñadora Karoline Vitto ha ido más allá y al igual que en su primer desfile, ninguna de las modelos era norma. “Sé que se ha hablado mucho sobre la tendencia del “body positivity” (…) pero no es algo que deba ser tendencia, debería ser part de aquello que consideramos diseño” y continúa: “No sólo me gustaría ver más tallas, sino también más siluetas en una misma talla” explicaba en una entrevista en Dezeen cuando presentó su colección de graduación “Body as material” hace tres años.
¿Cómo puede ser que las tallas medias en España, que son la 42-44, sean en muchas ocasiones las más grandes que una pueda encontrar en una tienda de ropa – sea la tienda del pelaje que sea? Por supuesto detrás de ello hay motivos económicos, cuanto más talla más tejido y por tanto más coste. Entre la talla 44 que es la más vendida aquí y la 34 que suele ser la de muestrario, hay un abismo y es necesario acabar con él. De hecho, muchas marcas de lujo se escudan en los sobre-costes que significaría crear piezas de muestrario que no se ciñan a una 34 (hasta 2017 una 32, momento en el que LVMH y Kering se comprometieron a no contratar modelos por debajo de la talla 34 ni a menores de 16 años.). De nuevo, el dinero. Pero teniendo en cuenta el coste de sus súper-desfiles, no debería suponer una inversión tan grande hacer las prendas más interesantes del muestrario en varias tallas. Pero, no nos engañemos, la talla de muestrario es una clara medida de control que garantiza a las marcas que esas prendas serán lucidas por modelos normativas. ¿Cuantas veces hemos oído eso de “es que la prenda luce mucho mejor en una modelo delgada”?
Ver esta publicación en Instagram
La estilista internacional Fran Burns echó el grito al cielo cuando en una sesión se percató de la cruda realidad: a su modelo debutante no le cabía ni una sola de las prendas de muestrario que había seleccionado para la sesión de fotos. El año pasado rescataba la instantánea con la que alzaba la voz para decir basta al mismo tiempo que reflexionaba: “Cómo industria siento que tenemos la responsabilidad de cambiar la narrativa. El sistema está anticuado – totalmente desfasado y el cambio no debería recaer únicamente sobre los hombros de los diseñadores jóvenes. Casas cómo Chanel, Dior, Yves Saint Laurent o Celine (y muchas más) continúan mostrando sus colecciones en un único prototipo de mujer: ¿qué mensaje envía esto?. Recientemente he leído el brillante libro Glitch Feminism de Ellen Russell que se pregunta – “¿Quién define el cuerpo?¿Quién le da valor? Si no te ves reflejada en el mundo que tienes alrededor ¿cómo puedes sentir que eres vista?”
Como equipo sentimos esta responsabilidad y trabajamos para no excluir y expandir todo lo posible las representaciones. Y lo hacemos sin grandes titulares, ni etiquetas, porque no creemos en las tendencias, sino en una contribución diaria hacia el firme compromiso de acabar con la presión estética. Como decía Alicia, al fin y al cabo, se trata de vestir personalidades.