¿Qué hay de nuevo? Lujo a todo trapo

17 / 03 / 2023

¿Qué hay de nuevo? La columna semanal de Estel Vilaseca, cada viernes en VEIN

Con su ritmo trepidante, las redes sociales reducen a ráfagas y fragmentos la ingente inversión de creatividad, tiempo y dinero que se necesitan para hacer realidad las colecciones de moda que alimentan los medios y el imaginario colectivo. En su última viñeta, Jordi Labanda reflexiona sobre ello. Una de sus sofisticadas ilustraciones, lazada rosa en la cintura y copa de champán en mano, le pregunta a su elegante acompañante: “¿Qué opinas sobre la tiktokización del lujo?”.

 

 

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Lujo y Tik Tok se podrían entender como un oxímoron. No hay duda de que vivimos en tiempos de contradicciones pero también en época de cambio de valores. Durante muchos años el lujo ha estado ligado a valores como el saber hacer, la artesanía, la excelencia… pero ahora, el “nuevo lujo”, con el que muchas marcas están intentando sintonizar con mayor o menor fortuna, parece tener más que ver con el compartir un tipo de cultura y la sensación de pertenencia a un grupo. Ya reflexionaba sobre ello hace algo menos de un año el diseñador JW Anderson, director creativo de Loewe: La gente no quiere vivir ni comprar más lento, los consumidores quieren cosas todo el rato. La gente se aburre cada vez más rápido y el mercado pide renovación continua, así que hasta el mercado cambie, como diseñador, haré lo que pida”.

Anderson, como ya comentába anteriormente, está sabiendo surfear como nadie entre estos dos mundos, creando productos que tanto seducen a los que nos agobiamos con esta necesidad de cambio constante, como a aquellos clientes que, gracias a su poder adquisitivo – no olvidemos que mientras la mayoría se ajusta el cinturón para sobrevivir a la inflación, los más ricos están aumentando su fortuna en 2.500 millones al día (16/01/23, El País)  – quieren y pueden cambiar de bolso cada temporada. Y lo está logrando sin renunciar a una mirada propia y una propuesta creativa que consigue trascender con mensajes de calado esta velocidad imparable.

En cambio, otras marcas de lujo y sus abnegados directores creativos, parecen haber abrazado las dinámicas de la moda rápida, con colecciones que beben de aquí y de allá, dejando atrás la herencia de la marca y sus valores, en busca de esos resultados que garanticen su permanencia en el puesto. Y es que ya hemos visto que los directivos de las grandes conglomerados a los que pertenecen se muestran implacables. Si Karl Lagerfeld logró mantener durante 36 años su puesto al frente de Chanel, en la actualidad muchas direcciones creativas no están ocupadas más de 3-4 años por la misma persona. Raf Simons estuvo tres años en Dior y dos en Calvin Klein. Tres años también han sido los que Natacha Ramsay-Levi duró en Chloé. Los mismos que Daniel Lee ha diseñado para Bottega Veneta antes de entrar en Burberry. Teniendo en cuenta que se necesita tiempo para replantear una marca, me pregunto cómo se verá en perspectiva, a nivel histórico, esta rotación constante en las direcciones creativas.

Ante este panorama, los siete años de Alessandro Michele en Gucci parecen una eternidad. Su cese a pesar de los buenos resultados nos invita a preguntarnos hasta qué punto el director creativo y su visión son relevantes hoy, en un momento en el que las grandes marcas son ya cultura popular: “Sonando en las peñas y los Hamptons, Sangría y Valentino, En el Palace y en el chino” canta Rosalía en Aute Couture; Desde la cultura del hip-hop hay muchas más – 15 Rap Songs About Fashion That Seriously Get Me Hyped o All the Times Songs Mentiones The Biggest Fashion Houses si tenéis curiosidad. Actualmente la gente conoce la marca pero sólo los expertos conocen a los diseñadores. Por otra parte, resulta difícil acordarse de ellos cuando su permanencia en las casas es, como hemos visto, tan breve.

Foto: Shutterstock Calvin Klein y Barry Schwartz 1975

Recuerdo que en una ocasión tuve la oportunidad de entrevistar a Calvin Klein para una publicación con motivo del lanzamiento de un libro editado por Rizzoli que contaba la historia de su marca. Hacía años ya que el diseñador había dejado la firma, pero justo en ese momento Raf Simons empezaba su andadura en Calvin Klein y el fundador y diseñador original parecía sentir la necesidad de reivindicarse. El señor Klein, al teléfono desde su mansión en Beverly Hills, me contaba que cuando acudía a impartir conferencias, los más jóvenes se quedaban sorprendidos al darse cuenta de que Calvin Klein era una persona de carne y hueso. Y ahí estaba él, con su hilo de voz, dando fe de que antes de la marca había habido una persona.