Sara Torres: “tenemos la posibilidad de sanarnos juntas”

25 / 05 / 2022
POR Alicia Medina

Hablamos con la autora de ‘Lo que hay’, un relato alejado de la norma sobre el duelo, el cuerpo y el deseo.

Foto: Alba Ricart

En ‘Lo que hay’ (Reservoir Books, 2022), Sara Torres desdice la normalidad humana a través de las realidades de los cuerpos, conflictos y deseos. Para ello, nos muestra a una narradora que, en pleno duelo por la muerte de su madre y la ausencia de su amante, conversa consigo misma para tratar de  entender su pasado, anhelos y necesidades, y sanar así sus heridas. 

En #VEINDIGITAL quedamos con la autora para hablar sobre la enfermedad, los miedos, las pasiones y las alegrías que atraviesen a los cuerpos que viven, cuidan, sufren, desean y aman alejados de la norma. 

Antes de aventurarte en la narrativa escribías poesía. Y aunque los temas son muy similares, como el deseo, el cuerpo o la ausencia, ¿se afrontan de forma diferente desde la poesía que desde la prosa?

La verdad es que sí. Es diferente y, al mismo tiempo, puede tener muchas vías comunes cuando te interesa una prosa poética, que es el tipo de prosa que me interesa a mí, una prosa que es capaz de estar atenta al misterio y a la mezcla de términos que provocan realidades distintas. Entonces, por un lado, lo poético sí que está muy presente como vía para nombrar aquellas cosas que quedan fuera del discurso y que necesitamos representar: Todo lo que tiene que ver con la sexualidad lesbiana y el duelo en contextos no monógamos, por ejemplo. 

Para entrar en la historia que se cuenta en ‘Lo que hay, ¿crees que estar enferma supone vivir en los márgenes? ¿Y qué significan estos para ti?

Desde luego, en la medida que el capacitismo nos determina como sociedad. Creo que la crítica al capacitismo va a ser el trabajo que nos toca, porque hemos reconocido ciertas intersecciones de la opresión, como el racismo, el machismo o la homofobia, pero el capacitismo es una intersección fundamental que determina la vida de todos los cuerpos. El problema de que la norma sea capacitista es que el ideal del cuerpo normal es un cuerpo considerado como sano y, por tanto, el cuerpo enfermo se sitúa directamente en una especie de no lugar o en un lugar donde se mezcla el miedo de la sociedad el miedo a padecer lo mismo y a contagiarse de la diferencia, y la abyección dentro de la represión de la enfermedad en los discursos de la vida cotidiana.

En el libro comentas que muchas mujeres heterosexuales pierden a su pareja durante la enfermedad. Sin embargo, la protagonista quiere creer que hay otra clase de amantes, las lesbianas, que se caracterizan por ser capaces de imaginar el cuerpo de la otra tanto en el dolor como en el placer. ¿Crees que en el amor entre mujeres se da más importancia al cuidado mutuo?

Yo no puedo comparar porque no he estado con un hombre nunca, y por eso también hay un momento donde la narradora dice que no puede hablar por ellos, pero lo que sí sabe es que ha nacido en una sociedad donde a los hombres y a las mujeres se les construye dentro de la idea de la diferencia de género, y dentro de una seducción que se sostiene en la misma idea de la diferencia binaria. Claro, esto es más violento en los momentos en los que esa diferencia afecta al bienestar de un cuerpo que se está transformando y que tiene que hacer todo el esfuerzo para mantener la idea de feminidad normativa, cuando en realidad, de lo que se tendría que estar ocupando es de su vida, de cuidarse y de vivir lo mejor posible la dureza de lo que le está atravesando. 

Foto: Alba Ricart

Además, en este caso concreto, hablas sobre el cáncer de mama. ¿Crees que esta enfermedad afecta más emocionalmente en sus relaciones a las mujeres?

Todas las narrativas del cáncer de mama están muy apoyadas en el mercado de las prótesis, en los lacitos rosas, que todo esto está muy bien, no es una censura, pero se centra demasiado en la idea de recuperar algo perdido, recuperar la feminidad de alguna forma para que nos sigan deseando. Creo que ahí sí que hay un sello especifico de lo heterosexual, porque el deseo heterosexual se construye en el género, hay que preservar el género para preservar el deseo. 

El duelo es un tema tratado de forma recurrente en la literatura, lo han hecho autoras como Joan Didion, Anne Carson o Rosa Montero, entre otras, pero parece que nos sigue costando leer sobre ello. ¿Escribir sobre la muerte puede ayudar tanto a la escritora como a los lectores?

Es muy bonito, porque de algún modo este libro está dando pie a que todas conversemos sobre estas cosas. No siempre es fácil encontrar espacios para hablar de lo que sentimos cuando estamos en estado de duelo y esto es parte de la voluntad del libro, porque cuando estamos en el momento del duelo, nuestro cuerpo no está en las cosas de este mundo, está como atrapado en pensamientos, en impresiones, en volver al pasado, en intentar entender todo el rato compulsivamente. Ese estado especial del duelo nos separa del resto de las personas muchas veces lo que hace muy difícil conversar. Entonces, sí que creo que el libro ofrece una conversación sincera e inocente, no es una conversación con un gesto estético ni con una posición ficcional, es una conversación de tú a tú, con una narradora cuyo duelo coincide con el mío. Creo que sí tenemos la posibilidad de sanarnos juntas, porque nos sanamos del silencio que nos genera dolores tremendos. 

Has comentado que estabas atravesando un duelo. ¿Tus emociones han quedado reflejadas en el libro?

Sí, la parte biográfica literal de este libro para mí es que el duelo de la madre es mi duelo y el contenido emocional y pasional de las emociones vividas son reales y son mías. Y luego es ficción la composición, el trabajar un texto, para que el texto funcione al margen de lo que yo haya vivido o no, para que sea un texto que pueda transmitir determinadas emociones, esperanzas, conflictos y no otros. Si yo hubiese puesto todo mi terror en el libro sería mucho más duro y quizá no traería tanto acompañamiento. 

El duelo sobrevuela todo el libro, pero también el deseo. ¿Crees que el erotismo nos puede servir para ampliar el discurso sobre estos temas?

Yo creo que utilizar el espacio de lo erótico y de lo sexual para reflexionar y para pensar las dinámicas, la vida, las lógicas eróticas que nos estructuran es fundamental, porque si dejamos lo sexual como algo que solo pertenece al ámbito de lo privado, corre el peligro de ser el espacio más bestial donde la ideología regula los modos de relación. Porque pensamos que al ser lo sexual un espacio  privado va a ser libre, pero no, en realidad porque es privado y no se habla y se da por hecho y se piensa que todos hacemos lo mismo y que todo es igual, entonces protegemos que solo se represente lo de  siempre y que todas pensemos que lo natural es la norma representada. Por eso, hay algo político fundamental dentro de mi proyecto personal, en utilizar el espacio de la sexualidad como un lugar de crítica y de resignificación también, para imaginar modos distintos de ser cuerpo y de ser cuerpo con otros cuerpos. 

También haces mención a Brigitte Vasallo y a su pensamiento monógamo. Y de hecho, la protagonista cree que se puede amar a varias personas a la vez. Pero también surgen conflictos que no parece saber resolver. ¿Por qué crees que nos resulta tan difícil comunicarnos con las otras personas??

Obviamente no tengo una respuesta para eso, si la tuviera sería terrible. Con Brigitte yo estoy completamente de acuerdo en que la monogamia es una ideología, y creo que lo que sí la narradora tiene muy claro y deja claro en la escritura es que una cosa es la monogamia como sistema de control de los afectos y de la vida y como ideología, y otra cosa es el amor como fuerza relacional. Me interesa volver al amor como potencia y como práctica, pero obviamente, de nuevo, la narradora está atravesada por la culpa, porque ha sido educada en la culpa, y esto hace que incluso cuando tiene una relación con otra persona en un contexto donde su pareja lo sabe, la culpa atraviese todos los momentos de su vida y, por tanto, le robe la alegría. Al final eso es lo mismo que hace el sistema dentro de la monogamia, reprimir y robar alegría. Es triste que incluso las personas que intentamos tomar una vía distinta a la del sistema, el sistema nos mantenga tristes igualmente, pulsando desde otro lado. 

“Cualquier palabra que me viene a la cabeza está manchada de algún modo con la historia de las palabras que los hombres dijeron de las mujeres”, leemos en el libro. ¿Crees que es necesario resignificar la experiencia femenina? ¿Cómo puede hacerse desde la escritura?

Totalmente, al final, lo femenino supongo que es lo feminizado por el sistema, y lo feminizado por el sistema son todos esos cuerpos que no contaron sus historias ni sus realidades porque no cabían en el relato. Y ahora estamos viviendo un momento bellísimo de explosión de contar el mundo desde la diversidad de lo afectivo y lo corporal y desde las diferencias. Antes parecía que había una gran voz principal que era la voz de lo humano, y ahora de pronto no nos importa tanto lo humano, porque sabemos que hay un cis señor blanco y heterosexual detrás de la idea de lo humano. 

¿Crees que la pandemia nos ha hecho más convencionales o que, por el contrario, nos ha dado más ganas de romper con la norma?

Pues depende, pero desde luego sí que he visto una expresión obscena del sistema conservador y de familia español con el confinamiento, porque de pronto no importaban los afectos ni importaba el amor, importaban los títulos familiares o cuál era el vinculo registrado oficial con esa persona para poder quererla, acompañarla o cuidarla, eso ha hecho obscenamente transparente que nos lidera una jerarquia de la familia heterosexual. Pero creo, desde luego que se está recuperando, que estamos estirando las patitas, y hay mucho deseo de vida, los cuerpos contienen un deseo de vida salvaje cuando no están tan reprimidos por el poder que dejan de desear vivir. El deseo de vida de la gente está volviendo a hacer posible muchos modos de relación. 

¿Nos puedes recomendar a tres autoras que te inspiren?

Sí, por supuesto. En realidad, siempre tres es complicado. Pero para mí claves son Chantal Maillard, Suely Rolnik  que la estoy volviendo a leer y la estoy disfrutando muchísimo, me parece increíble , y Djuna Barnes por el misterio. 

Una última pregunta, ¿tienes otro libro en mente? 

Pues ahora de pronto estoy con la narrativa que me empieza a interesar un montón. La prosa donde entra la ficción me interesa mucho y, desde luego, seguir explorando el deseo y las posibilidades de la imaginación y de la creatividad. Me interesan los potenciales emancipadores de la imaginación y de la creatividad y también los problemas que nos encontramos intentando imaginar distinto o creando vidas distintas. 

Hazte con un ejemplar de ‘Lo que hay’ (Reservoir Books), de Sara Torres, en la página de Penguinbooks.